Salvo escribió:Esto no es algo nuevo, yo mismo he trabajado con estas camaras y ya el principio de este fenomeno se expuso en los comentarios anteriores. Puedes ir por toda la red para recolectar mas informacion si te interesa. La pagina que te mande es solo para darte una idea.
Gamel escribió:Es mas, hasta el aura que nos rodea tiene un color diferente de acuerdo a como nos sintamos y lo limpio o sano que estemos.
Saludos hermano Salvo, hermano gamel. Hubo una persona, aún famosa, que explica conceptualmente hablando, parte de lo que dices en tu escrito. Es decir, efectivamente el aura transmite colores. Puede transmitir colores perceptibles al ojo humano, (muy pocas veces) y a otros instrumentos capaces de captarlo. Acá dejo un pequeño aporte al respecto sobre la posibilidad de existencia espiritual y científica de ello:
EL AURA:
Chico Xavier o Francisco Cándido Xavier nació el 2 de abril de 1910 en el Municipio de Pedro Leopoldo, en el estado de Minas Gerais (Brasil) y murió en Uberaba, Minas Gerais el 30 de junio de 2002 a los 92 años de edad. Chico Xavier fue un gran médium y divulgador del Espiritismo en Brasil y en el mundo, y escribió más de 400 libros. Chico Xavier nunca admitió ser el autor de ninguno de esos libros, afirmando siempre que escribía solo lo que los espíritus le pedían. Por ese motivo, Chico no recibió dinero producto de la venta de sus libros, por cuanto el donó los derechos de autor a diferentes instituciones sin ánimo de lucro entre ellas la Federação Espirita Brasileira (en español: Federación Espírita Brasileña) (FEB). Su primer libro escrito fue "Parnaso del Más Allá", con 256 poemas atribuidos a poetas muertos, entre ellos los portugueses João de Deus, Antero de Quental y Guerra Junqueiro, y los brasileños, Cruz e Sousa y Augusto dos Anjos. Fue publicado por primera vez en 1932. El libro de mayor tiraje fue "Nuestro Hogar", con más de 1.500.000 copias vendidas (2005), atribuido al espíritu André Luiz. Chico es conocido principalmente por sus obras asistenciales en la ciudad de Uberaba. A partir de los años 70 se dedicó a ayudar a personas pobres con el dinero producto de la venta de sus libros por medio de la creación de una fundación. Logró gran reconocimiento en el Brasil, especialmente en los últimos años, por su benevolencia y asistencia al prójimo.
Este hombre, gracias a revelaciones espíritas y a sus trabajos psicográficos, dijo que en condiciones corrientes, respondiendo a las impresiones comunes del ser humano normal, los átomos mentales, regularmente excitados en la esfera de los pensamientos, producirán ondas muy largas o de simple sustentación de la de la individualidad, correspondiendo a la conservación del calor. Si fueren los electrones mentales, en las órbitas de los átomos de la misma naturaleza, la causa de su agitación en los estados poco comunes de la mente, tales como los de atención o tensión pacífica, así como los de reflexión u oración natural, el campo de los pensamientos se expresaría mediante ondas de largura media o de adquisición de experiencia por parte del alma, correspondiendo a la producción de luz interior. Y si la excitación se originase en diminutos núcleos atómicos en situaciones extraordinarias de la mente, tales como las emociones profundas, los dolores inenarrables, las persistentes y continuadas concentraciones de fuerza mental o las súplicas aflictivas, el dominio del pensamiento emitiría rayos muy cortos o de inmenso poder transformador del campo espiritual, teóricamente semejantes a los que se aproximan a los rayos gamma. De tal manera, la materia mental, aunque en aspectos fundamentalmente diversos, obedece a principios idénticos a aquellos que rigen a las asociaciones atómicas en la esfera física, lo que demuestra la unidad divina del orden universal.
Recurriendo al campo de Einstein, imaginemos a la mente humana en el lugar de una llama en actividad. Así como la intensidad de la influencia de la llama disminuye con la distancia del núcleo de energías en combustión, demostrando fracción cada vez menor, sin nunca alcanzar el cero, la corriente mental se expande, conforme al mismo principio, no obstante la diferencia de condiciones. Esa corriente de partículas mentales se exterioriza de cada Espíritu con la cualidad de una inducción mental, tanto mayor cuanto más amplias se le evidencien las facultades de concentración y el tenor de persistencia con rumbo hacia los objetivos que se proponga. Tanto como en el dominio de la energía eléctrica, la inducción significa el proceso a través del cual un cuerpo que posea propiedades en otra corriente mental que sintonice con ella. Y tanto en electricidad como en mentalidad, el fenómeno obedece a la conjugación de ondas mientras perdure la sustentación del flujo energético. Es comprensible así, perfectamente, que la materia mental es el instrumento sutil de la voluntad, ya que actúa en la formación de la materia física y genera las motivaciones de placer o disgusto, alegría o dolor, optimismo o desesperanza que no se reducen a simples abstracciones, pues representan a turbillones de fuer zas que el alma crea con sus propios estados de mentalidad inductiva, atrayendo hacia sí los agentes —por ahora imponderables en la Tierra—de luz o sombra, victoria o derrota, infortunio o felicidad.
Como cimiento vivo de todas las realizaciones en los planos físicos y extrafísicos, reconocemos al pensamiento como agente esencial. No obstante, él es aún materia—materia mental— en que las leyes de formación de las cargas magnéticas o de los, en sistemas atómicos prevalecen con un nuevo sentido integrando el maravilloso mar de energía sutil en que todos nos hallamos inmersos y en el cual sorprendemos elementos que trascienden el sistema periódico de los elementos químicos conocidos en el mundo. Tenemos, aún aquí, las formaciones corpusculares con base en los sistemas atómicos en diferentes condiciones vibratorias, considerando a los átomos tanto en el plano físico como en el plano mental, corno asociaciones de cargas positivas y negativas. Eso nos obliga naturalmente a denominar a tales principios de núcleos, protones, neutrones, positrones, electrones o fotones mentales, en razón de la carencia de una terminología analógicas, para la formulación precisa de nuestras observaciones.
Es así que el halo vital o la aura de cada ser humano es un tejido de corrientes atómicas sutiles de los pensamientos que les son propios o habituales, dentro de las normas que corresponden a la ley de los cuanto de energía y a los principios de la mecánica ondulatoria, que son los que les imprimen la frecuencia y el color peculiares. Esas fuerzas, en constante movimiento sincrónico o e agitación por impulso de la voluntad, establecen en cada persona una onda mental propia, un color en función de su vibración y otros rasgos.
Interesante... Saludos y bendiciones para ustedes, hermano Salvo, hermano Gamel y gracias por sus invaluables aportes.