Èsù-Elegbara: El guardián de los caminos

4527
Èsù-Elegbara

Entre las deidades que son veneradas en la religión de los òrìsàs, Èsù-Elegbara es una de las más populares lo cual se evidencia a lo largo de la historia que se ha desarrollado entre estos seres primordiales y los humanos. Conocido también como simplemente Èsù o Eleguá, se caracteriza por poseer una serie de poderes que además de ser ilimitados fueron otorgados por Olódùmarè con la finalidad de cumplir con un rol esencial en este y otros mundos. Son diversas sus virtudes, entre las que destacan su capacidad de controlar el ashé, ser mensajero entre los òrìsàs y los seres humanos por medio del Oráculo de los Caracoles, su participación directa en el sistema de Ifá, su conocimiento sobre la ubicación de las puertas de Orun cuando están abiertas, el poder que posee para transformar cualquier situación a favor de quien sea su protegido y su labor como fiscal espiritual, con lo cual pone a prueba a todo aquel que necesita ser corregido cuando muestra desaciertos en torno a los valores y la ética.

Èsù-Elegbara es un òrìsà controversial y lleno de diversos misterios, quien muestra una estricta imparcialidad a la hora de aleccionar a los seres humanos. Él puede llegar a obstaculizar el bienestar otorgado por cualquier òrìsà, si la persona no actúa bajo los principios y valores fundamentales o si se encuentra en desarmonía con él. En otras palabras, si Èsù no está conforme con la manera de proceder de una persona, él desviará los beneficios que le son enviados desde el mundo espiritual e incluso hasta podría anular sus protecciones, quedando esta desprotegida ante los ataques de fuerzas espirituales negativas. Esa forma de actuar es la que hace que muchos piensen que Èsù es una deidad maligna, pero esa es una idea errada, porque su proceder está vinculado al trabajo que le asignó Olódùmarè para que sea un elemento rectificador con gran influencia en nuestro mundo.

Las actividades que realiza este òrìsà son diversas, pero la principal es supervisar a los seres humanos.

La ambigüedad es una cualidad innata en la naturaleza de Èsù, por ello muchas personas lo ubican en la frontera entre el Bien y el Mal, ostentando el poder de actuar de manera caprichosa en ambos predios, pero esa es una visión limitada generada por la confusión que se manifiesta cuando se trata de entender cuál es el verdadero propósito de esta deidad. Las personas que literalmente ven la maldad con criterio moralista, obviando su aspecto filosófico, identifican a Èsù como un ente maligno debido a su forma de proceder cuando este trata de que las personas rectifiquen su errada manera de actuar o pensar. Para ilustrar lo expuesto, revisemos la popular historia de Ifá que relata cuando Èsù provocó la separación de dos grandes amigos. En la misma, estas dos personas se jactaban de tener una profunda amistad que era tan fuerte que nada ni nadie podía romperla. Al escuchar esto, Èsù decidió probarlos. Para ello se vistió mitad de rojo y mitad de negro, y luego creó una ilusión en sus mentes, provocando que uno viera la vestimenta totalmente roja y el otro la viera negra. Luego de ello, uno de los amigos le dijo al otro: –Mira ese hombre que viene allí vestido todo de rojo. Y el amigo le contestó: –No está vestido de rojo sino de negro. Cada uno sorprendido por el comentario del otro, comenzaron a discutir acaloradamente mientras defendían su propia postura, lo que los llevo al final a quedar disgustados y separados. Con esto Èsù demostró que la arrogancia y el orgullo son aspectos negativos del carácter que deterioran al ser humano.

Muchas personas ven como malvada y despiadada esta forma de proceder de Èsù, no obstante hay que tener en cuenta que él actúa según su esencia, y usa su naturaleza para mejorar la personalidad de quien lo amerite. Si vemos desde otra óptica la narración antes citada, los amigos pudieron ser más tolerantes el uno con el otro, y pensar que era una situación extraña que necesitaba ser analizada para buscar el origen de la diferencia que se manifestó, y así llegar a una conclusión. Fue un error de parte de ambos llevar la situación a un punto en que su amistad llegó a colapsar, lo cual trajo como consecuencia que no pasaran la prueba y quedaran como personas arrogantes y orgullosas ante los ojos de Olódùmarè.

Èsù está relacionado con todo lo que se mueve en el planeta. El control que tiene sobre cualquier cosa es ilimitado.

Hay miles de historias y versos en el cuerpo literario de Ifá que muestran a Èsù realizando acciones como la citada anteriormente, y otras donde no funge como fiscal sino como una deidad sumamente benevolente. Como ejemplo tenemos el relato que revela cuando Òtúrá Méjì llegó a la Tierra y comenzó a vivir con muchas limitaciones. Siendo él un sacerdote en el Cielo, decidió ir donde un Babaláwo para consultar Ifá y le dijeron que hiciera ebo. El resultado hizo que Èsù escondiera todas las tortugas que había en el Cielo y en la Tierra, dejando solamente dos cerca de Òtúrá Méjì para que las encontrara fácilmente. Luego Èsù le dijo a Òtúrá Méjì que escondiera una de las tortugas y la otra la dejara a la vista en la carreta que usaba para transportar la leña con la que se ganaba la vida. En ese momento, en el Cielo estaban ocurriendo dos acontecimientos importantes: la hija de Olókun estaba teniendo un parto difícil y la esposa de Ala, una deidad vinculada a la prosperidad, estaba muy enferma. En ambos casos se consultó Ifá y se determinó que había que hacer ebo con una tortuga, y cada deidad por su lado mandó a sus mensajeros a la Tierra para conseguirlas, al precio que fuera. La búsqueda fue infructuosa porque no se conseguían tortugas en ningún lugar, así que estos volvieron al Cielo y desde allí comenzó una búsqueda para determinar en qué lugar de la Tierra pudieran haber tortugas. Al enterarse de que en la carga de leña que transportaba Òtúrá Méjì había una tortuga, emisarios de ambas deidades bajaron a la Tierra para solicitar comprársela. Estos le ofrecieron 200 hombres, 200 mujeres, 200 sacos con dinero, 200 chivos, 200 carneros, 200 vacas, 200 bultos con trajes costosos, 200 bultos con cuentas valiosas, y muchas cosas más. Mientras tanto, Èsù que estaba cerca se transformó en un cazador, intervino en la conversación y le sugirió a los emisarios que fueran al Cielo y trajeran todo lo prometido para asegurar que Òtúrá Méjì les entregara la tortuga a cambio, y así lo hicieron. Los primeros emisarios en volver fueron los de Olókun, entregaron todo lo prometido a Òtúrá Méjì y volvieron al Cielo con la tortuga. Entonces Èsù le dijo a Òtúrá Méjì que pusiera la otra tortuga sobre la carga de leña, tal como estaba la primera. En breve llegaron los emisarios de Ala con todas las cosas prometidas e hicieron el intercambio por esa otra tortuga. Al final, Òtúrá Méjì recibió el doble de lo que le habían ofrecido y se hizo inmensamente rico, todo gracias a Èsù.

Esa peculiar manera de hacer las cosas, sumado al gran poder que tiene sobre todo lo existente en este mundo, hace que Èsù tenga pleno dominio sobre diversos aspectos de la vida, tales como: el dinero, las relaciones interpersonales, el trabajo, la salud, la voluntad humana, la prosperidad, etc. Aspectos que la tradición popular ha llamado “caminos” y que Èsù, además de modificarlos para generar mejoras, también puede manipularlos para que la vida de la persona se torne amarga, según esta se comporte, tal como lo he explicado. Por ello, la expresión apropiada para reconocer la importante labor de Èsù respecto a los seres humanos debe ser “El Guardián de los Caminos” y dejar el término «El que Abre los Caminos» a Ògún, ya que esa es una de las tareas primordiales del òrìsà de los metales. Eso lo explicaré en un próximo artículo. ■