historias, leyendas, mitos, fe a marialionza

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hermano samarema
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Historia de Maria Lionza según Gilberto Antolinez.

La hermosa doncella encantada de Nívar.

“Los indios Jirajara-Nívar, en una fiesta de fin de cosecha, recibieron de su gran Piache un doloroso presagio. Decía el mismo que “viniendo los tiempos naceria una doncella, hija de cacique, con los ojos de tan extraño color que, que de mirarse en las aguas de la laguna, jamás podría distinguirse las pupilas”. Tan pronto como esta mujer de ojos de agua se viese espejada en alguna parte, por el doble hueco vacío de las niñas de la imagen, iría saliendo una serpiente monstruosa, genio de las aguas, la cual causaría la ruina perpetua y extinción de los Nivar. Grande fue la aflicción de aquella altiva tribu. Pero paso el tiempo, y todos los caciques, cada vez que nacía una niña, pasaban temores sin cuento hasta que se les anunciaba que, como siempre, la recién nacida tenía los ojos negros.

Pero llegó al cabo el mal tiempo indicando por la profecía. Poco antes de la invasión española, un cacique Nívar tuvo una hija con las pupilas de un vario y hermoso color verde, color de aguamarina, color jade, color de piel de culebra verdegay. Grande fue la estupefacción del cacique. Sus tributarios le exigieron que se les entregase la niña para ser sacrificada al Genio, al Dueño Tutelar dela laguna, la enorme serpiente Anaconda de las aguas. Mas el jefe jamás pudo decidirse a ello. Como pudo se libró de los descontentos, que desde aquel día, comenzaron a formar disenciones dentro de la hasta entonces bien unida tribu Nívar. El jefe decidió recluir a la doncella en un lugar secreto bajo la guarda de veintidós guerreros, veintidós jóvenes guerreros. Allí fue creciendo ella en gracia y hermosura, ganándose la simpatía de todos, pues sus maravillosos ojos de berilo exhalaban destellos encantados. Tenían una belleza fatal y sonámbula, algo de reptilino, al destacarse sobre el marco canela de su cara de india. Eran como dos piedras preciosas engastadas en la morena ladera de algún picacho de la montaña de Nívar.

A nadie más que a su madre y a sus veintidós guardianes podía ver la moza de los ojos fatales. Llego así a la pubertad y su confinamiento se hizo mas severo aún al ser sometida a las ceremonias de purificación que alejan de la adolescente que pasa a mujer, la influencia de los malignos espíritus-serpientes. Le estaba prohibido desde su nacimiento poseer cualquier lamina brillante que pudiera hacerla función de un espejo, asomarse a corrientes de agua o vasijas, salir a plena luz si la lluvia había formado charcos de agua sobre el suelo.

Mas, un mal día, un extraño acometió a los veintidós guardianes, producido por el vaho bucal dela serpiente anaconda de las aguas que clamaba por su víctima anual, la doncella consagrada que a la linfa encantada de la laguneta lanzaban los hechiceros de la tribu. La niña de los ojos de agua salió a tientas, pues sus ojos no se acostumbraban muy bien a la luz libre, hasta que logro sentarse en el borde mismo de la charca sagrada. Estaba el agua quieta con una hierática quietud rebuscada, con una en que ni una ocela abría siquiera su circulo mudo sobre el agua verde. La doncella miró. Veía su cara por primera vez, su gloriosa cara redonda y armoniosa, su boca tentadora, su barbilla soberbia. Pero, ¡ay dolor!, en vez de pupilas solo notaba dos cuévanos profundos, un par de abismos por donde se asomaba el misterios del tro Mundo, de los Dioses Subterráneos y los Muertos.

La niña quedo fija. Nada podía apartarla de contemplar aquellos dos abismos encantados de sus ojos en el reflejo ácueo. Mas, de pronto, por ellos empezó a surgir un movimiento, un borbotar ebullescente de las aguas, un creciente movimiento en remolino. El doble vórtice se agrandaba, mientras los peces huían atemorizados del sitio cada vez mas amplio del reflejo. Este fue tomando forma, el rostro de la niña en la linfa espumeante fue adquiriendo dintorno de serpiente; primero, dos ojos metálicos, de brillo fijo adamantino, impresionante; luego, el cuerpo creciendo en espiral, una sobre otra, una sobre otra, una sobre otra; y, finalmente, el extremo afilado de la cauda, batiendo espuma contra el agua hirviente, tonante, levantando cabrilleos de luz que llenaban el cielo de pálidos reflejos. El monstruo intacto, inquietante, estaba allí. La Anaconda, “Dueña del agua”. La doncella dio un grito de retumbó en todas las faldas de la sierra de Nívar, y se sumergió en las aguas, en el sitio preciso en que estuvo el pavoroso reflejo de sus ojos.

Al grito despertaron los 22 guardianes, los cuales buscaron por todas partes a la amada Ojos de agua, mas en vano. Locos de terror a un cataclismo mágico, llegaron hasta la laguna, más en vez del cuerpo de la niña adorada encontraron al Dueño de Agua, soberbio, espumeante, airado en su reino, batiendo la cola sobre el agua subiente.

Los Nívar huían de la inundación temible. Casas, templos, sembrados, todo era arrasado por el dragón inmisericorde de las aguas. Este asomaba su horrible cabeza verdegay sobre las lamas, y abría sus fauces, cerro abajo hasta ir a espumear más lejos, hasta a selva de Sorte hacia el noroeste, y hasta las aguas del Lago Tacarigua hacia el nordeste.

Tanto creció el monstruo, que su poder vital se escapó de su cuerpo distendido por la ansia de crecimiento inmoderado. Y la sierpe estalló, dando un gran coletazo, vibró, se desmadejó y quedo inerte, con la cola en Sorte, cerca de Chivacoa y la horrible cabeza en Tacarigua, “donde hoy esta el altar mayor de la Catedral de Valencia”. He aquí la leyenda mestiza de los lugareños de Nirgua.”

Historia tomada del libro “Los ciclos de los Dioses” de Gilberto Antolinez.
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hermano samarema
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El mito de María Lionza
Gabriel Jiménez Emán


María Lionza, según
dibujo popular.
Hacia la parte occidental del estado Yaracuy está localizada la pequeña ciudad de Chivacoa, custodiada por imponentes montañas coronadas de grandes nubes y estallidos de luz, una luz que puede teñirse con el color del crepúsculo o arrebolarse, caer sobre los prados y conjugarse a la vida terrena, pero que en efecto parece una luz enviada de arriba por algún dios enigmático. No hay ninguna razón para dudar que las montañas de Sorte y Quivayo, donde habita la diosa que reina en Yaracuy, sean sagradas. Ahí van todo el año —y aún más en días de Semana Santa— peregrinos de todo el país a rendir culto a María Lionza, nuestra diosa pagana por excelencia. Ella es aborigen y matriarcal, y ha subsistido hasta hoy pese a todas las amenazas y presiones de los gobiernos españoles y republicanos. Para desviar las persecuciones religiosas de los fanáticos europeos, su nombre fue sustituido por el de la Virgen Patrona de la Onza del Prado de Talavera de Vivar. María Lionza suele representarse como una señora vestida con un manto azul, plumas de colores y joyas, sentada en enormes boas o acompañada de tapires hembras, pumas, jaguares o chivos. Cuando pasea por la intrincada selva de Nirgua o Chivacoa, anda en una danta o tapir hembra, que llevan herrados en las ancas signos de petroglifos. La danta es invulnerable a todo tipo de armas e incluso a las oraciones cristianas. Tiene el poder de «petrificar» a la gente mala, a los avaros, a los ladrones y saqueadores. Cuenta con una legión de sacerdotes que la protegen —los piaches indígenas— y acepta ofrendas y tributos. Del mito participan tres culturas: la de recolectores, cazadores y pescadores; otra de agricultores de la cultura amazónica; y una tercera cultura andina cuya base es el agrocultivo. Según Gilberto Antolínez «sincretiza estas capas espirituales en el terreno de la religión y la magia». Luego de la Conquista, continúa absorbiendo fábulas de la tradición europea, del Asia y del África, para refundirlas en su centro original aborigen. Su poder de madre lunar, fecundadora y acuática, se ha mezclado al de las imágenes benefactoras de las vírgenes cristianas, estableciendo un nuevo sincretismo. Puede sanar enfermedades o procurar fortuna, sola o con la ayuda de otros santos y de héroes históricos o populares, lo cual ha originado rituales de superchería que han minado gran parte de su belleza primigenia. En Caracas podemos verla en la autopista del este, gracias al arte del gran escultor Alejandro Colina.
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Psiquiatría
María Lionza y el Sincretismo
Fecha de recepción: 31/12/2000
Fecha de aceptación: 31/12/2000

Las diferentes versiones del mito dejan entrever el problema que significó la conquista española y su consecuencia, el origen del mestizaje y la dificultad para lograr una identidad armoniosa como grupo societario. Desde el vértice psíquico, el mito de María Lionza muestra su correspondencia con algunos mitos universales que estructuran al sujeto, es así que María Lionza es presentada como la Diosa de la fertilidad, mostrando con la pelvis que sostiene entre sus manos la influencia central que tiene la madre, primordial en la organización de la personalidad. Igualmente se observa la concepción de la mujer desde el vértice edípico, donde pareciera que lo femenino es ominoso, lo que hace necesario que la mujer emerja como Diosa-madre todopoderosa, turgente, que proporciona bienestar y protección al hombre, tal vez escondiendo así los impulsos incestuosos hacia ella. Da la impresión que los relatos míticos son creados por hombres, pues muestran la concepción que se tiene de la feminidad, y cómo el hombre percibe en una doble versión a la mujer, como Diosa-madre y como mala mujer. Estas fantasías de que la mujer es engañosa hace que el hombre arremeta directamente contra el producto de la unión, es decir el hijo, a quien amenaza de muerte.
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Maria Lionza y El Sincretismo
Yubiza Zárate
Mithos, en griego significa “palabra” y también
mirar la realidad con los ojos entrecerrados.
Presenta sucesos extraordinarios sin tratar de
justificarlos. Detrás del contenido variado del
mito, existe un valor de verdad que es de orden
sagrado, mágico, religioso. El término mito es
polisémico: relato, narración, leyenda.
Resumen
Las difer entes versiones del mito dejan entrever el problema que significó la conquista española y su
consecuencia, el origen del mestizaje y la dificultad para lograr una identidad armoniosa como grupo
societario. Desde el vértice psíquico, el mito de María Lionza muestra su correspondencia con algunos
mitos universales que estructuran al sujeto, es así que María Lionza es presentada como la Diosa de la
fertilidad, mostrando con la pelvis que sostiene entre sus manos la influencia central que tiene la madre,
primordial en la organización de la personalidad. Igualmente se observa la concepción de la mujer desde
el vértice edípico, donde pareciera que lo femenino es ominoso, lo que hace necesario que la mujer
emerja como Diosa-madre todopoderosa, turgente, que proporciona bienestar y protección al hombre, tal
vez escondiendo así los impulsos incestuosos hacia ella. Da la impresión que los relatos míticos son
creados por hombres, pues muestran la concepción que se tiene de la feminidad, y cómo el hombre
percibe en una doble versión a la mujer, como Diosa-madre y como mala mujer. Estas fantasías de que la
mujer es engañosa hace que el hombre arremeta directamente contra el producto de la unión, es decir el
hijo, a quien amenaza de muerte.
Palabras Claves
LUMINA, Lupus Eritematoso Sistémico, multiétnico.
Title
Maria Lionza and Syncretism.
Abstract
A variety of versions of the myth let us catch a glimpse of the problem of the Spanish conquest and its
consequence, the origin of the mixing of races and the difficulty to acquire a harmonious identity as a
society group. From the psychic vortex, Maria Lionza’s myth corresponds to some universal myths that
shape the individual. Thus, Maria Lionza is presented as the Fertility Goddess, showing with her pelvis
held between her hands the main influence that the primordial mother has in the personality organization.
Equally, the women conception is seen from the Oedipian vortex, where it seems everything feminine is
ominous, which makes necessary that the woman emerges as an almighty, turgid Goddess-Mother who
provides well-being and protection to man, perhaps in this manner hiding the incestuous drive towards
her. It appears that the mythical tales are created by men since they show the conception one has of
womanhood, and how man perceives this double -version woman, as Goddess-Mother and as bad
woman. These fantasies regarding woman as deceitful result in man attacking directly the marriage
product, i.e. the child, who is death theatened by the man.
Key Words
LUMINA, systemic erythemal lupus, multiethnic.
Introducción
La leyenda de María Lionza es actualidad, pues hace poco la sociedad venezolana se vio movilizada
porque los dirigentes de gobierno quisieron trasladar la estatua de María Lionza a otro lugar de la ciudad
y los seguidores de María Lionza se opusieron, amenazando que caerían las plagas sobre quienes se
atrevieran a trasplantarla. Los seguidores del culto afirmaron que el Gobierno, lo que quiere es
apoderarse del culto, como otra medida más de romper los basamentos culturales en que la sociedad
venezolana se apoya. Este entredicho de la estatua de María Lionza habla de lo vigente y de la fuerza
que posee el mito y el culto a la deidad en la era moderna, pues el resultado de la disputa por sacarla del
lugar donde está instalada la estatua no pudo ser realizado. En épocas pasadas, su culto fue
poderosamente practicado por dictadores como Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, lo que
nos hace pensar no solo en su actualidad sino en la importancia de la magia, de lo divino en la vida del
venezolano racional.
La estatua de la bella mujer con los brazos en alto sosteniendo una pelvis, y montada en una danta, no
deja espacio para la duda que es la Diosa de la fertilidad. El escultor pareciera que quiso resaltar ese
atributo de María Lionza entre otros. Ubicada en pleno centro de la ciudad, colinda con la casa de
estudios más reconocidos del país, la Universidad Central de Venezuela, para sugerir que en la mente
del venezolano coexiste el funcionamiento primitivo, el sincretismo, a la par del funcionamiento más
maduro, racional.
María Lionza es símbolo de la identidad nacional, es la representación de la combinación armoniosa de
razas y credos: indígena, africana, española; raíces que juegan un rol fundamental en la estructura social
y cultural de Venezuela. Sin embargo, el mito y sus versiones también representan a los mitos
universales que son el basamento de las organizaciones sociales de la humanidad, mostrando las
tendencias instintivas, relacionales que podemos evidenciar en los vínculos que se establecen entre los
personajes que el relato manifiesta.
El mito, para K. Abraham (1909), es el pensamiento onírico de la comunidad, “es un fragmento que se ha
conservado de la vida psíquica infantil de la raza”. Para Freud (1908) “los mitos son las reliquias
deformadas de las fantasías del deseo de naciones enteras, de los sueños seculares de la juventud de la
humanidad”. Son las fantasías primordiales, herencia del hombre, que corresponden a los recuerdos a
nivel de especie, donde el Complejo de Edipo es el organizador de la vid a de fantasía inconsciente. Bion
por su parte considera el mito como instrumento para investigar problemas emocionales1. Los mitos, para
este autor, son aptos para ser usados como modelos, y por las invariantes que contienen, sirven para ser
usados como conceptualizaciones, más complejas y abstractas en la comprensión de la mente2.
1 Bion Cogitations , pag. 248
2 Bianchedi y Sor, 2000
El mito es un modo de ver y de concebir el mundo, expresa una realidad fundante de la que
habitualmente no se habla, una realidad de deseos interdictos, la trama latente de situaciones vitales, que
determina la estructura oculta del individuo, la familia y la cultura. Es un estado de la mente, presente en
todas las culturas, una realidad que solo se comprende si se relaciona con la situación social concreta
que la determina. Algunos autores consultados consideran la mente mítica como aquel aspecto escindido
y negado de la naturaleza del hombre.
Es por ello que los mitos son objeto de estudio, porque interesa conocer el basamento mítico donde
descansa la cultura, las organizaciones sociales y cómo influye en el individuo social. Porque es
necesario cuestionar nuestra cultura, pero también está motivado su estudio por averiguar el por qué de
la añoranza en la búsqueda de la unidad originaria del ser humano consigo mismo, el mundo y los dioses.
Valor Actual y Transgeneracional del Mito
El mito constituye el basamento de la identidad colectiva, por ser formas simbólicas que ayudan a la
sociedad a enfrentarse con la realidad, adaptarse a ella y a responder a las dolorosas angustias
derivadas de la conciencia de finitud. El pensamiento mítico proporciona respuestas a las cuestiones
últimas de la vida: el sentido de la existencia, el origen, las funciones y el destino humano. Concibe la
realidad por analogía, animismo, que es el que fundamenta la práctica de los ritos y de la magia.
María Lionza es un símbolo de la raza, es representación del mestizaje hispano-indígena y africano.
Siguiendo la línea histórica, el mito muestra los temores de los indígenas frente a la invasión española, lo
que ello afectaría a sus costumbres, sus organizaciones sociales y su pueblo, específicamente a las
mujeres. También muestra el temor a la mujer blanca, española. Lo que hace pensar que estos relatos
míticos fueron creados por el hombre que siente que la amenaza proviene de lo externo, de lo extranjero.
Los temores que manifiesta el hombre genérico, son universales, pues van orientados a la manifestación
de sus tendencias instintivas hacia la mujer. Y desde este vértice el mito de María Lionza, en parte,
muestra las tendencias relacionales del Complejo de Edipo, donde la mujer/madre se percibe mala,
“come hombres”, que usa al hombre para satisfacer sus impulsos sexuales, que es egoísta, asfixiante,
controladora, entre otros apelativos, además se percibe como la diosa fértil, protectora, amuleto y
salvador a. A veces este rasgo, “Diosa”, viene como transformación de lo malo en bueno y otras veces
son como dos realidades escindidas.
Los turistas no dejan de asombrarse de encontrar una estatua mítica en las entrañas de la ciudad, como
si su presencia dejara bien en claro que el venezolano es una mezcla de los credos, supercherías,
correspondiente a los tiempos de indiferenciación entre el hombre, la naturaleza y lo sobrenatural por una
parte y, la individuación correspondiente a los avances de la modernidad que tienen su máxima
manifestación en la globalización de las comunicaciones y la tecnología de avanzada.
Los Mitos Latinoamericanos
Algunos estudiosos de los mitos latinoamericanos, como Santamaría, (2000), explican que el problema de
identidad de los pueblos latinoamericanos, se debe a estos mestizajes que aún hoy no se han logrado
integrar del todo. El entrecruzamiento de la conquista española, de lo indígena, de lo africano, y de las
corrientes migratorias europeas posteriores, muestra la diversidad en la cultura latinoamericana, sin
embargo es una fusión cultural no lograda del todo en la actualidad, lo que le otorga el carácter de
mestizaje inconcluso a nuestras realidades.
Para Santamaría, (2000), muchos mitos latinoamericanos expresan, con distintos nombres y variaciones
escénicas, temas similares a los mitos continentales. Lo que pareciera responder a que la organización
estructural de la psiquis es universal.
Este autor ha clasificado los temas míticos en:
1.-El anhelo de un padre a idealizar, que se ausenta temporalmente y regresa victorioso.
2.- La presencia de una madre omnipotente, controladora, sobre-protectora, que no favorece la
individuación del hijo y que castiga los intentos de independencia de éste. Que amenaza con abandonar
al hijo y si se va regresa culpable, en forma de diosa o de bruja.
3.- La ilusión de inmortalidad y de invulnerabilidad que es consecuencia de la identificación extrema con
lo materno/femenino.
Santamaría, (op.cit), expone que esta síntesis de nuestra selfidad latina está compuesta por los mitos
europeos, indígenas y africanos, donde lo nativo, indígena es la parte básica y materna; lo extranjero ha
venido siendo lo paterno y lo occidental que corresponde a nuestros talentos, habilidades, técnicas de
producción y adaptación. Para este autor, el mito de Edipo es la envoltura superficial de una identidad
más profunda que es lo pre-edípico/mítico/indígena, que se elabora y se exterioriza a diferentes niveles
de comportamiento. Que es allí que se encuentra la creatividad y originalidad de nuestra identidad.
Para Capriles (1973), María Lionza es la versión Venezolana de la “Gran Madre”, un arquetipo presente
en muchas culturas.
Versiones del Mito de María Lionza
Existen diversas versiones del mito para los estructuralistas. Esto se debe a la estructura misma del mito,
que está conformado por opuestos binarios, lo que permite que los mitos sufran transformaciones dentro
de la posibilidad cultural, pero no cambie su estructura. Así es que dentro del relato mítico encontramos
varias versiones de cómo María Lionza se convirtió en Diosa. Sus devotos dicen que ella vive en la
montaña de Sorte, estado Yaracuy, junto a otras dos deidades que están por debajo de Cristo. Los
seguidores de María Lionza se consideran a su vez católicos y consideran el culto a la Diosa como una
extensión para aproximarse a Cristo y la Virgen María. Sin embargo, los antropólogos que intentaron
establecer un hilo relacional del culto a María Lionza, manifiestan que es imposible hablar con certeza
acerca de los rasgos del culto, por lo contradictorio de las narraciones obtenidas en su exploración.
Historia del culto
El culto a María Lionza se distingue por el sincretismo. Es una mezcla de expresiones religiosas:
católicas, nativas de centroamérica y cultos animistas africanos.
Hasta 1950 muchas de estas prácticas religiosas no eran dadas a conocer a la luz pública, se mantenían
ocultas, por lo tanto eran muy pocos los venezolanos que asistían a la montaña de Sorte y estaban en
conocimiento de la leyenda de la Diosa, que sus devotos creían que aun vivía allí.
Los cambios económicos de la Venezuela rural (agrícola) a urbana ( industria petrolera), generó el
desplazamiento de muchas personas hacia la ciudad y así fue que muchos yaracuyanos trajeron consigo
a la capital el culto a María Lionza. Sin embargo siguió siendo un culto espiritualista de unos pocos
devotos. Según los estudiosos de María Lionza el culto es de reciente data, 1950. Es muy probable que
hasta antes de los años 50 el mito, sus rituales y prácticas fueran originarios de Venezuela,
posteriormente, en los 60, Venezuela comenzó a recibir inmigrantes cubanos y haitianos, que adoptaron
el culto de María Lionza pero contribuyeron al culto con algunos elementos “yoruba” que provienen de
Santería y Vudú.
Se han hecho importantes trabajos de diferentes marcos teóricos que intentan explicar la popularidad del
culto a María Lionza desde una perspectiva psicológica, sociológica y antropológica, sin obtener
resultados contundentes.
El Mito de María Lionza: ¿Cómo se volvió una Diosa?
Hay más de 25 relatos de leyenda sobre la diosa. Los etnólogos han descubierto que el mito es
constantemente escrito en los círculos espiritistas del culto a María Lionza. Sin embargo, es difícil
encontrar una versión escrita del mito.
En este trabajo las versiones del mito que se mencionan se tomaron de la lectura que hace Girar di del
mito de María Lienza, (s/fc.), que reseña como los más importantes y más aceptados por los devotos:
Relato 1: El cacique indio tenía una linda hija de ojos verdes. Como los ojos verdes eran un mal signo, el
padre decidió llevarla al lago y dársela a la anaconda que vivía en el fondo del lago. Después, la
anaconda la arrojó hacia fuera del lago. Se volvió una Diosa maravillosa rodeada por muchos animales,
agua y plantas.
Relato 2.- Antolinez (1945), etnógrafo, registró el siguiente:
Hace mucho tiempo atrás la gente de Yaracuy (Jirjana), recibió un aviso o premonición que una niña de
ojos verdes iba a nacer. Eso se consideraba un alerta, porque sus ojos podrían ser una señal de malos
tiempos por venir y, si veía su reflejo en el lago cercano, una monstruosa culebra podría salir de ella y
traer muerte y destrucción. Bajo esta profecía, y justo antes de la conquista española, una niña de ojos
verdes nació. Estaba destinada a ser sacrificada a la gran Anaconda, por el aviso recibido. El padre la
salvó y la envió a un lugar secreto donde creció. Veintidós guardias la cuidaron en esa nueva casa y se
encargaban enérgicamente de prevenir que la niña se acercara al lago. Un día los guardias se durmieron
y ella se escapó de ellos. Fue al campo y encontró en su camino un bello lago, y con fascinación, vio su
reflejo en el agua. Desde ese momento en adelante, ella tomó la forma de una anaconda y creció tanto
que su cuerpo explotó y desbordó las aguas y trajo inundaciones al pueblo. Su cabeza estaba en
Acarigua y su cola en Valencia.
Relato 3.-El Cacique, indio de Yaracuy, tenía una niña de ojos verdes deslumbrantes. Era una buena
señal para la familia y la comunidad, que tanto necesitaban en los tiempos duros de la conquista
española. A medida que crecía se convirtió en un amuleto de salvación para la comunidad. El nombre de
la niña era Yara. Tupi, su madre, la llevó a la montaña donde permanecía a salvo bajo el cuidado de un
regimiento de guardias. Sin embargo, la situación con los conquistadores españoles empeoró. El encanto
de Yara le permitió convertirse en una diplomática para establecer conversaciones con los españoles, y la
comunidad puso todas sus expectativas en ella como instrumento de paz. Se reunió con Ponce de León
usando el nombre de María del Prado. La conversación fracasó y ella se retiró a la montaña donde
desapareció y se mantuvo allá como una diosa.
Algunos estudiosos encuentran a Yara parecida a Uyara, deidad que pertenece a los mitos de los Tupis
en Brasil. Antolinez define a Uyara com o una mujer dulce pero con sonrisa melancólica que atrae y
captura a los hombres, satisface sus deseos con ellos, y luego los abandona. La lujuria es lo que la
impulsa, es una come hombres. Los atributos de Uyara han sido proyectados en María Lionza.
Relato 4.-Para 1920 el mito relataba a la diosa como una mujer blanca (Garmendia, 1980). María era hija
de una pareja de españoles. Cuando tenía 15 años, desapareció mientras nadaba en un lago. No murió
sino que fue rescatada por una onza. La onza y María eran una y la misma. Por ello se llama María de la
Onza y el dialecto popular condensó el nombre en María Lionza. Hay una versión similar a esta donde
María Lionza se llama María Concepción de Sorte, hija de unos españoles, creció entre animales del
bosque, hasta que un día le atrajo una luz extraña y desapareció. Se fue al cielo y se unió a algunos
indios, que la hicieron reina y cabalga una onza.
Relato 5.-Algunos historiadores han tratado de averiguar si la historia de María Lionza es real. Para
Garmendia, María Lionza era una dama española, que vivía en Barquisimeto durante la mitad del siglo
XVII y su verdadero nombre era María Alonso. Era propietaria de vastas extensiones de tierra y era
famosa por su bondad y la forma tan dulce que trataba a los trabajadores. Tenía afinidad por las onzas y
era propietaria de 1000 de estos animales.
Relato 6.- Para Bruno Manara, historiador (1995) María Lionza era una española, que posiblemente se
llamaba María del Marqués. Nació en España y vino a Venezuela, después que su barco naufragó como
resultado de un huracán, que barrió al mar caribe en 1800. Fue arrojada a las playas venezolanas y fue
rescatada por un grupo de indígenas que se la llevaron a Chivacoa, un jefe indio joven. Ella le enseñó
algunas habilidades básicas a la tribu y luego se convirtió en reina de la tribu y de las montañas.
Interpretación Libre de los Relatos Míticos de María Lionza
Se va a considerar el mito de forma similar al sueño. Se tomará el relato como el contenido manifiesto y
se buscará el conocimiento del contenido latente que hace referencia a las fantasías inconscientes, a las
angustias primordiales del hombre. Se intentará usar el mito como instrumento para solucionar una
pregunta. ¿Por qué María Lionza es Diosa?
Es interesante observar los elementos invariantes en estos relatos. En los primeros tres relatos, María
Lionza es un indígena de ojos verdes y en los relatos 4 al 6 es una española. Sus ojos verdes son signos
de buena señal y en otros relatos este mismo color de ojos es un mal augurio. En algunos relatos ella es
rescatada por su padre, en otras es rescatada por algunos indígenas. Se convierte en reina, en Diosa,
pero también puede transformarse en un monstruo o en una diplomática, ejemplificando que las
transformaciones se van sucediendo por los opuestos.
Otras transformaciones están en el orden del sincretismo, con esto quiero decir que el mito de María
Lionza juega con la fusión o confusión de la condición humana y la divina. El mito muestra en María
Lionza la combinación mitad humana y mitad animal, y en otras presenta el engolfamiento del si mismo
por una anaconda. También muestra la raíz del mestizaje y las consecuencias de éste, pues aparece
como española rescatada por indígenas que la convierten en reina.
Estas vicisitudes de lo que le acontece al si mismo, es algo digno de investigar en las versiones del mito.
Al parecer plantea las fantasías inconscientes de un pueblo con respecto a la identidad nacional por
devenir, como también el considerar deidad a lo que no es común en la comunidad. La raza blanca por
ejemplo y el color verde de ojos en indígenas, más también nos habla de la situación de cada uno de los
integrantes del mito y su historia cultural
Más específicamente se observa como invariante el que la amenaza está proyectada en el ambiente, algo
amenaza la sobrevivencia de esta niña indígena de ojos verdes. En el relato 1, se especifica que para el
padre, esta niña es un mal signo, y es de pensar si no se corresponde con la idea del padre de haber
sido engañado por la madre, pues las indígenas no tienen ojos de color y esa desconfianza por la traición
despierta las pasiones y quiere eliminar al producto de la traición, dándosela a la anaconda. ¿Será que
esta anaconda que vive debajo del agua representa a la madre y que el padre rechaza la paternidad de la
hija, devolviéndosela a la madre?
¿Cómo una estigmatización racial, puede volver diosa a alguien? Tal vez, la simbología de dar la hija a la
anaconda es una forma representativa del asesinato del fruto de la traición, que regresa de la muerte
como deidad. Podría ser esta versión más cercana a lo que muchos estudiosos de los mitos dicen que
esconde el relato, el asesinato sobre el que se edifica una cultura.
En el relato 2, la versión no deja de ser similar a la 1, en el sentido que la niña de ojos verdes que se
vaticina que va a nacer es un mal augurio y había que sacrificarla cuando naciera. Lo nuevo en el relato
es este mirarse en el reflejo del lago que atraería la culebra que habita en el lago y generaría muerte y
destrucción. En esta versión la regresión a la relación especular primaria, trae muerte y destrucción. El
padre la separa y protege de esta profecía, lo que se asemeja a la versión edípica, colocándole guardias,
y escondiéndola en un lugar secreto, más ni siquiera la protección del padre logra salvarla de la atracción
por el regreso al útero, el lago materno, que la engolfó y se transformó en el objeto “la anaconda” que se
infló tanto que explotó y trajo destrucción a la comunidad. El relato señala la amenaza de la fijación
materna que no permite la individuación sino que el si mismo se fusiona con el objeto, modelo de lo que
ocurre entre el sujeto y el ambiente fusionado que no se reconoce separado y termina en narcisismo de
muerte. Pero también, el relato muestra el temor a las tendencias edípicas del padre y la hija, que es
necesario proteger con los representantes superyoicos, los guardias.
El relato 3, muestra a la niña india de ojos verdes, pero ahora estos ojos son una buena señal, por lo
mismo se fue convirtiendo en un amuleto para la comunidad. Ya no es la mujer mala como en los relatos
anteriores sino que es la mujer salvadora. Esta vez es la madre quien la protege aislándola en la
montaña, tal vez mostrando el recelo y rivalidad materno/filial, pues ella la dejó al cuidado de unos
guardias protectores aislados de las relaciones con los demás, ¿Se referirá a la privación edípica? Sin
embargo, dada la situación de la conquista, la comunidad puso las expectativas en ella para que entrara
en conversaciones con los conquistadores, ¿Qué tipo de petición habrá hecho la comunidad? No
obstante, su encanto y diplomacia no fueron suficientes para fascinar al conquistador y ella se aisló en la
montaña convirtiéndose en Diosa, otra vez por la ví a del rechazo. Es curioso este antecedente, pues otra
vez deja entrever el relato que a la niña hay que protegerla de las tendencias instintivas, que se proyectan
en el ambiente.
Algunos estudiosos establecen la relación entre Yara y Uyara la come hombres, un mito de los Tupis del
Brasil. En este caso María Lionza sería una mujer que fascina a los hombres por su belleza, aparece
como mujer fatal que esconde una rivalidad con el hombre, pues los usa sexualmente y después los
abandona. Esta versión transforma a María Lionza de buena mujer, con atributos comunicacionales, en
una mujer voluptuosa, impulsiva, voraz.
El relato 4, pareciera referirse a la época de 1920, distinto a los tres relatos anteriores que se sitúa en la
época de la conquista española. Aquí María Lionza es una quinceañera de piel blanca, que se pierde
simbólicamente después de un sumergimiento en el lago. Aparece transformada en “mujer onza”. Esta
transformación deja entrever que se fusionó con una onza, o se cruzó con uno de estos animales, para
finalmente terminar siendo una diosa. Una versión modificada de este relato es que María Lionza muere y
se convierte en reina de unos indígenas en el cielo.
Hasta ahora todos los relatos hablan de una mujer que nace humana y luego se transforma de modo
poco claro y especificado en una fusión concreta de lo humano y lo animal para finalmente transformarse
en diosa, donde el pase de lo humano a lo divino no tiene mayor explicación. Se podría especular
diciendo que el mito relata las transformacion es simbólicas que sufre el hombre en su evolucionar, que
toca su aspecto animal como la divinidad de la condición humana. Más el mito lo muestra no como algo
abstracto sino como un acontecer concreto, que remite al sincretismo, cualidad de la mente primordial del
hombre que contiene esta indiferenciación entre lo concreto y lo abstracto, lo animal y lo humano, las
tendencias instintivas, lo interno y lo externo.
Al parecer esta repetición en los relatos de la muerte de María Lionza, y su posterior divinidad hace
suponer que las causas de la muerte no fueron tan lícitas. En esto se podría asociar a la muerte de
Jesucristo y la culpa humana, salvando las distancias, como si lo ominoso regresara y se convirtiera en la
cosa viva, la deidad.
Conclusión
Las diferentes versiones del mito dejan entrever cómo el hombre social se las ve con la matriz de “pecho”
y la matriz edípica, como proto fantasías universales que rigen la constitución del individuo y por ende del
grupo social como unidad. Las vicisitudes del logro de la identidad como grupo societario son los temores
ante las tendencias instintivas primordiales: el incesto, el parricidio/filicidio correspondientes a la matriz
edípica, donde las pasiones desatadas de traición, celos envidias, desconfianza y aislamiento se
proyectan en lo extranjero, en la exogamia, que es lo desconocido de si mismo. Sin embargo, existen
otras tendencias más primarias asociadas al pecho y la especularidad, con su fascinación atrapadora en
el mundo diádico ideal, divino en cuanto fusión con el objeto que lo indiferencia de éste, tan cercano a la
muerte del si mismo, pero que en su versión opuesta puede ser la fusión “diabólica” enloquecedora,
atrapante, constrictora.
Estas matrices psíquicas tienen sus derivados relacionales que se expresan en el mito: en la amenaza
que significó la conquista española y las siguientes inmigraciones a la población nativa de Venezuela,
como es la importancia del mestizaje, los temores a la pérdida de las identidades originarias, pero
también la amenaza que lo extranjero implica para el grupo comunitario de hombres y mujeres.
El mito refleja también que ha sido creado por el hombre perteneciente a una sociedad patriarcal. En la
mente de estos hombres quien prima es la madre-mujer y su desconfianza hacia ésta, como uno de los
organizadores edípicos de la estructura relacional. En esta versión la mujer-madre mala que engaña,
traiciona, asfixia, come hombres, que lo que le interesa del hombre es satisfacer su necesidad sexual y
nada más, se contrapone a la mujer-madre idealizada, diosa, fértil, que protege, y que el hombre venera,
y le da seguridad ante las incertidumbres de la vida. Ante esta madre-mujer escindida, todopoderosa, el
hombre se siente vulnerable, amenazado en su sobrevivencia, mostrando su naturaleza finita.
En contraposición a esta vulnerabilidad, aparece la mujer/madre todopoderosa que ejerce influencia más
allá de la muerte, y por este atributo acerca al hombre a la divinidad, al compartir los dones de la diosa en
las experiencias sensoriales -mágicas y eso lo hace inmortal. Siguiendo a Santamaría, estas versiones del
mito de María Lionza responden a los diversos temas que el autor menciona que contiene algunos mitos,
sobre todo el de la ilusión de inmortalidad y de invulnerabilidad, que es consecuencia de la identificación
extrema con lo materno/femenino. Como también, en parte, responde a la presencia de una madre
omnipotente, controladora, que no favorece la individuación del hijo y que castiga los intentos de
independencia de éste. Que amenaza con abandonar al hijo y si éste se aleja de ella regresa culpable, y
aparece en forma de diosa o de bruja.
Este culto a la madre diosa nos habla de la dificultad del hombre y de los miembros de una sociedad
para desprenderse de la mente primitiva (Bianchedi). Para Santamaría, el mito de Edipo es la envoltura
superficial de una identidad más profunda, que lo verdadero del mito es lo pre-edípico/mítico/indígena,
que se elabora y se exterioriza a diferentes niveles de comportamiento. Que es allí que se encuentra la
creatividad y originalidad de nuestra identidad.
Referencias
1. Aragonés, Raúl (2004) El sincretismo y los tres modelos del narcisismo de Freud, 43avo.Congreso
Internacional de IPA, Nueva Orleans, s/fc
2. Abraham, K. (1909) Sueños y Mitos en Smulever Psicoanálisis y Cultura. Revista FEPAL 2000
3. Bianchedi y Sor (2000) La mente primordial, el mito de Babel y la mente separada, en Las Tareas del
Psicoanálisis, Buenos Aires: editorial Polemos
4. Bion, W. (1996) La torre de Babel en Cogitations, Valencia: editorial Promolibro
5. Freud, S. (1901) Sobre los sueños, Obras Completas Sigmund Freud, Buenos Aires: Amorrortu
Editores, Vol. V (1908) La creación poética y la fantasía, Obras Completas Sigmund Freud Buenos Aires:,
Amorrortu Editores, Vol. IX.
6. Tuber-Oklander, J. (2004) Dionisio y Narciso, trabajo presentado en el Panel “El narcisismo y el
sincretismo”, en el 43avo. Congreso Internacional de Psicoanálisis, Nueva Orleáns.
7. Smulever, M. A. (2000) Psicoanálisis y cultura. Mito y Personalidad, Revista Latinoamericana de
Psicoanálisis FEPAL, V. 4, N. 1.
8. Santamaría, A (2000) El mito como factor estructurante de la Personalidad Latinoamericana, Revista
Latinoamericana de Psicoanálisis FEPAL, V. 4, N. 1.
9. A girardian reading of the Myth of María Lionza, www.sla.purdue.edu/academic/idis/jewishstudies/
coverpapers/andrade.pdf
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Elizabeth Pazos

María Lionza alquímica

Exposición individual, Sala NG - Fundación Celarg

1 de junio al 16 de julio de 2006

La imagen de María Lionza, considerada como símbolo de transformación, alude a sus posibilidades de transmutación alquímica, entendiendo tal proceso desde la perspectiva espiritual integradora de las tres razas que han conformado la identidad psíquica del venezolano actual. Con ello aludimos a nuestros orígenes indígenas autóctonos, su mezcla con los blancos venidos de Europa y la amalgama que se dio luego de la presencia negra africana que nos conformó.

En esta muestra que hemos llamado María Lionza alquímica se intenta reelaborar la imagen que nos legó el Maestro Alejandro Colina, integrándola a grandes patrones pertenecientes no sólo al inconsciente local sino a un colectivo universal, ya que creemos que la razón última de su existencia enlaza con las búsquedas trascendentes de la humanidad y como tal, se inscribe dentro de la tradición arquetipal occidental y en el mundo representado por África, Asia y Oceanía.


La imagen de María Lionza llama al contacto con la tierra y todos sus habitantes, siendo la figura de la danta su vínculo inmediato con el reino animal. Esta representación enlaza con las creencias de las tribus orinoquences y rionegrenses, quienes, según nos relata Gilberto Antolinez, se llamaban a sí mismos hijos de la danta, por lo que esta representa su animal totémico. Según la cosmogonía piaroa-sáliba, la makusi y makiritare, la fuerza vital del hombre puede residir en cualquier animal, por lo que su alma se encuentra ligada a la danta. Por esta razón su caza está prohibida. Según los Warire, etnia ubicada en el Amazonas, el dios creador se llama Wahiri y es el danto, animal de hábitos nocturnales y formas fantásticas que sería quien según los Warire dio la vida a todas las cosas a través del pensamiento, el cual precedió a la palabra y a todo lo que existe. Para ello Wahiri se encerró en su choza y creó máscaras, tras las que se encontraba lo esencial, concepto muy similar a la noción de maya o ilusión manejada por el imaginario hindú. De esta forma se realza la idea de mera apariencia que caracteriza al mundo y sus pobladores, denotando además la profunda conexión con el mundo espiritual que caracteriza nuestras etnias.

El culto actual de María Lionza se encuentra fuertemente marcado por las prácticas espiritistas propuestas por Allan Kardek; probablemente es la práctica que más se ajusta en nuestros tiempos a los cultos de posesión propiciados por efecto de los alucinógenos, utilizados comúnmente por las etnias aborígenes como medio de acceder a la divinidad a través de estados de conciencia alterados. Parte de los videos que se exhiben corresponden a rituales realizados por sus devotos en Quivayo: al realizarlos pudimos accesar al mundo de confluencias en el que navegan en paralelo tradiciones católicas y adaptaciones afroamericanas, por ello sirven no sólo como acto devocional para el creyente, sino se elevan como documento del sincretismo religioso que caracteriza el culto actual de María Lionza.

Sin embargo, debemos acotar que los orígenes del culto y reverencia a María Lionza no necesariamente se corresponden con una zona específica del país: es posible seguir su rastro desde el Río Negro y el Orinoco y enlazarlo con la tradición de los caquetíos, originarios pobladores de la zona de Yaracuy donde se encuentra ubicada la montaña de Sorte y Quivayo, sede principal del culto a la Reina.

Creemos que la presencia y existencia de María Lionza bien podría estar esparcida por todo nuestro territorio aborigen, ya que en el fondo de las tradiciones indígenas de lo que ahora conocemos como Venezuela, subyace la presencia de diosas que permanecen escondidas en los recovecos de nuestras selvas y montañas, muchas veces recorriendo sus territorios cabalgando animales salvajes. Según otras creencias mitológicas, estas figuras femeninas muchas veces se transforman en presencias serpentiformes, emparentando sus imágenes con la de la boa, que -según el mito marialioncero- rapta a la doncella y la lleva con ella a vivir en un palacio subacuático.

Tras esta narración mágico-religiosa se encuentra una forma de adorar a la Gran Madre en lejanos territorios geográficos como la antigua Creta y la cuenca mediterránea. A través de estas formas sinuosas, emparentadas con el mundo lunar que caracteriza las imágenes que provienen, permean y pueblan el inconsciente, la presencia de María Lionza se perpetúa y repite, no sólo en América, sino también en el mundo.
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saludos hermanos y hermanas en la fe

Les traigo esta historia que es patrimonio de la cultura Venezolana, para que sirva como cultura general a todos los espiritistas, Maria Lionzeros del mundo.

Miles de personas centran su fe en el enigmático personaje, buscando soluciones a los múltiples problemas que los aquejan, la reina los cobija en su seno brindándole un apoyo espiritual que emana de un culto que tiene como esencia principal la manifestación de muchos espíritus que la acompañan en su misión de brindar al creyente un camino de luz y esperanza.

La esencia de este culto espiritual es de curar, orientar y sanar a los creyentes que buscan la solución a sus vicisitudes, bien sea espiritual o material, esta práctica es absolutamente benigna, y es un error pensar o relacionar dicho culto con un manto maligno para cubrir sus ritos, ya que su esencia básica es ayudar a los necesitados.

Origen del Culto
Existen muchas leyendas sobre María Lionza, pero la más acertada es la que guarda los viejos a través de muchos años de tradición y practica, en la mágica región Yaracuyana en Venezuela y a continuación les narrare:

En la época de la conquista en medio de una feroz lucha por el dominio del territorio, los indígenas seguían fiel mente a los caciques, formando grandes tribus para la defensa de su territorio con valentía y fiereza, en la zona centro occidental del país se erigía la figura de un recio cacique caquetio llamado “Yaracuy” nombre que resaltaba la fiereza y fortaleza de su intrépida naturaleza, ya que “Yaracuy” en lengua caquetia quiere decir “El Fiero”.

Cuando la guerra estaba en su apogeo, la esposa del nombrado cacique dio a luz una pequeña alrededor del año 1.535 siendo este acontecimiento el inicio de una historia cuya transcendencia se fue fortaleciendo en el tiempo y se mantiene firme como parte de nuestra cultura e identidad.

Esta niña nació con los ojos verdes, curiosidad que basto para ganarse el rechazo de la tribu y en especial de su padre quien decidió matarla, para evitar según sus creencias supuestos males que auguraban la señal en los ojos del infante.

Tal decisión llego a oídos del cacique “Manaure” que llego a tierras caquetia y abogo por la inocente niña, siendo este el consejero principal de “El Fiero Yaracuy”, este accedió a las peticiones de “Manaure” y permitió que su consejero se llevara a dicha niña, encargándose el a partir de ese momento de su crianza y educación, Manaure llevo a la niña a un lugar situado dentro de las montañas de la región y dicho cacique le puso por nombre a la niña “Yara” , para identificarla ante la sociedad indígena como la primogénita del cacique “Yaracuy” y así se respetara su condición de noble dentro de la tribu, “yara” fue llevada a un refugio (actualmente la montaña del Sorte), en donde creció y se educo aprendiendo la lengua española, con la ayuda, de su padre de crianza “El cacique Manaure”, ya que este tenía un permanente contacto con los españoles, usando generalmente la sabiduría y estrategia política, mientras otros cacique usaban la violencia. Con este insigne tutor “Yara” logra desarrollar una personalidad motivada a dirigir la liberación de su pueblo.

Nieta del cacique Chilúa y biznieta del cacique Yare, todos grandes hombres guerreros y estadistas. En el estado que hoy lleva el nombre de su padre. El nombre de “Yara”, significa “agua”, y es el agua precisamente la que define su vida, su padre de crianza el cacique “manaure” le prohibió verse en el agua, para que no se diera cuenta del color de sus ojos (verdes), por eso solo se le permitía bañarse o acercarse al agua de noche, cosa que debió haber sido muy erótica para los varones de su tribu. Una mujer joven y bella bañándose sola de noche. En una oportunidad una serpiente anaconda cautivada por la belleza de la joven mujer engañó a Yara y la hizo que se fijara en su propia reflejo en el agua de un pozo del río.

La india se dio cuenta de su belleza y del extraño color de sus ojos por primera vez en su vida. La serpiente, quien era la dueña del río, fue apresada por su mal proceder, pero esta se hinchó de rabia y desamor hasta que logro sacar toda el agua del pozo inundando toda la aldea, para luego morir reventada. De esta manera la joven y bella princesa terminó siendo la dueña del pozo, del río y de toda el agua, protectora de los peces y luego de toda la flora y la fauna. De allí viene el nombre del río Yurubí (significa agua caudalosa) y del parque nacional. El hogar de Yara se llamaba “Quibayo” lugar que todavía existe en la montaña que posteriormente un geógrafo catalán describiría en sus mapas como “montagne de la bonne sorte” (montaña de la buena suerte) o simplemente “montaña de Sorte”.

La historia de Yara está estrechamente ligada con la de su padre Yaracuy. Resulta que Yaracuy comandaba un imperio de más de 500 poblaciones indígenas, conocida como Guanabacoa. En el momento del descubrimiento, el inmenso imperio central estaba integrado por tribus, tales como los tarananas, yaritagua, Acarigua, torondoyes, y zarazas. Otras tribus, entre ellas los macuares y los caripes se aliaron con los españoles para hacerle frente a Yaracuy. El conquistador Diego García de Paredes, junto con el capitán Juan de Vargas, intentaron tomar tierra firme e instalarse en el bastión de El Tocuyo, pero Yaracuy los venció en la batalla de Cuyucutúa. “Yara” continuo ayudando a los indígenas a defenderse del dominio extranjero hasta que logran contactarla utilizando a la iglesia católica como intermediaria, una monja logra persuadir a “Yara” de reunirse con el gobierno regional español, para tratar de dar fin a través de un acuerdo a dicha guerra con “Yaracuy” y sus legiones indígenas, el encuentro con “Yara” y la monja se llevo a cabo en un lugar neutral, en donde la representante de la iglesia queda conmovida con la mágica figura de “Yara”, no solo por su belleza, sino por el encanto que emanaba su presencia, ante es impactante hecho, la monja sugiere a “Yara” que se presente ante los representantes del gobierno español con un atuendo, que aunque muy simple cubriera la desnudez que siempre la acompaño desde su nacimiento y recomendó dicha monja que “Yara” se presentara antes esa personalidades con el nombre de María (para enaltecer a la madre de dios) y madre de la iglesia y así causar una buena impresión a aquellas autoridades regionales españolas “Yara” queda inmutada ante dichas peticiones , pensando que eran costumbres de esa cultura que desconocía y que no entendía por lo que le resto importancia a dicha petición , por lo que accedió antes de continuar el viaje, estos hechos ocurrieron por el año 1552 fecha en que fue capturado y condenado a muerte el feroz cacique “Yaracuy”, Sin conocer estos planes Mientras el cacique “Yaracuy” era capturado y “Yara” ajena a lo que estaba sucediendo se acercaba a la guarnición española con la intención de mediar y llegar a un acuerdo para ponerle fin a las hostilidades. Este encuentro había creado gran expectativa en la población indígena muchos se aglomeraban para ver de cerca a la “diosa viviente protectora de los indios” y mientras más se acercaba al sitio de reunión convenido, seguía creciendo la masa de indígenas que se agolpaban en ese sitio y quienes ofrecieron montarla en una danta (también conocida como onza), para enaltecer su entrada al amurallado español, “Yara” es recibida por los representantes del gobierno español y de la iglesia católica y de inmediato se percata de que su padre está prisionero. “Yaracuy” yace postrado y maniatado en el suelo a la vista de todos. La intención era demostrar a la resistencia indígena la caída de su líder y así dar un duro golpe a la moral de su pueblo, justo en ese instante “Yaracuy” y “Yara” cruzan sus miradas, lo que de inmediato hizo vibrar la sangre que los unía y los abrazo el instinto. El orgullo de “Yaracuy” los había separado en el pasado, pero en esa oportunidad ese mismo sentimiento los unaria para intentar escapar de la traición a la que se enfrentaban, para evitar la caída de su hija “Yaracuy” adelanta su plan de fuga y se libera de las ataduras enfrentándose a sus captores en una desigual lucha.

El feroz cacique caquetio consigue desarmar y poner fuera de combate a varios soldados y al fin sucumbió bajo el fuego de los arcabuces. Aquí se produce una de las escenas más representativas de la historia de Venezuela: la voluntad, arrojo y valentía de un venezolano que se negó a ser esclavo del imperio español y que defendió a sangre y fuego su territorio y soberanía. Yaracuy que logro aprender la lengua española dejo escuchar sus últimas palabras. “Me voy, pero no solo”, esta confusión logra hacer que la india yara escape de aquel lugar escoltada por cientos de indígenas. Todo esto sucedió en lo que hoy son las ruinas de San Felipe el Fuerte, en la ciudad de San Felipe, capital del estado que hoy lleva su nombre, Yaracuy. (El nombre completo de la ciudad de San Felipe es San Felipe el Fuerte).es por estos hechos ocurridos en la caída del cacique Yaracuy que, tiempo después pagarían los hombres mujeres y niños de la única ciudad totalmente amurallada de Venezuela. Los miembros de la tribu de Yaracuy entraron en el fuerte y mataron a todo ser viviente, humanos y animales para luego quemar y destruir toda la ciudad, trabajo que terminó el terremoto de 1812. Por esa razón en las ruinas del fuerte solo quedan las lozas del piso y algunas pocas paredes de lo que fue una vez una ciudad completa.

Una vez muerto Yaracuy, Yara asumió el cacicazgo de su tribu como fue el caso con muchas mujeres venezolanas que se vieron en la necesidad de convertirse en caciques por la escasez de hombres dejada por la guerra contra la invasión conquistadora. Yara como cacique comenzó a ser una magnífica estratega militar y los españoles siguieron teniendo bajas en sus bandos como cuando Yaracuy todavía vivía pero ahora de parte de su hija. Por eso fue necesario ordenar la captura de Yara. Unos curas católicos fueron los primeros en entrar en contacto con Yara y la trataron de cristianizar y hasta le dieron el nombre cristiano de María del Prado. Sin embargo sus intentos fueron en vano, Yara no cedió ante el culto a un Dios hombre; bueno pero asesinado al igual que ellos lo estaban siendo. Yara siguió siendo guerrera y Sorte era su fuerte. Los españoles le seguían hasta allí pero Yara mágicamente se perdía entre la selva, entre los caminos y las brumas de la montaña por ella encantada. Esto es lo que dio pie al comienzo de la leyenda de María Lionza.

Finalmente Yara fue acorralada por los españoles. Sin miedo, Yara subió a un árbol alto, encima de un pozo del río; viéndose rodeada y comenzando sus perseguidores a subir el árbol, Yara se lanzó al pozo de aguas cristalinas desde lo alto del árbol. Una vez disipada la espuma y las burbujas, los españoles esperaron ver salir a Yara, ver su cuerpo aturdido o muerto por el golpe, sin embargo Yara nunca salió del pozo. Los soldados buscaron en el pozo, río arriba y río abajo pero Yara no apareció. Retirándose del lugar y ya habiendo avanzado un buen trecho del camino, los soldados voltearon y vieron a Yara arriba en la montaña completamente desnuda montada sobre una danta con sus brazos en alto sosteniendo un hueso de cadera de mujer. Con este gesto Yara quiso decir que su prole, su gente, su hogar y su cultura estarían a salvo por la fertilidad y aptitud guerrera de la mujer venezolana. En esto se distancia la historia de Yara de la de su padre Yaracuy; Yara no se dejó atrapar nunca, de hecho no hay registro de su muerte ni de su captura. Yara nació y vivió libre. Esta es la pose que capta el artista Alejandro Colina en su escultura hecha en 1.953 y ordenada por el Presidente de la República, General Marcos Pérez Jiménez.

Puede ser que la historia nos haya engañado, como puede ser que la misma historia se haya corrompido para atribuirle a esta mujer indígena un nombre, un linaje o un cuento no ajustado a la realidad. Lo que sí damos por cierto es que Yara, estaba en lo cierto. Sus hijas son dignas descendientes de Yaracuy, Chilúa y Yare. Luisa Cáceres de Arismendi, Concepción Mariño, Eulalia Ramos Sánchez de Chamberlain, Josefa Camejo y miles de otras mujeres venezolanas que heredaron sus genes por sangre, nacimiento o por naturalización han demostrado sobradamente su aptitud guerrera contra la opresión y la fecundidad probada para haber parido un país entero que se ha multiplicado varias veces en número desde entonces. Y la prueba es aún más evidente, sus descendientes son nuestras abuelas, nuestras madres, nuestras esposas e hijas. Yara estaba en lo cierto. Sus descendientes han formado un país con la fuerza de su voluntad y la fertilidad de sus caderas.
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saludos hermanos y hermanas en la fe

El origen y el culto a María Lionza como elementos para la educación ambiental y patrimonial en Venezuela

Marlene Luigi [email protected]

Jesús Aranguren [email protected]

José Alí Moncada [email protected]

Universidad Pedagógica Experimental Libertador - Instituto Pedagógico de Caracas.

“María Lionza es un dios bucólico que vive apaciblemente en la espesura de los bosques, en las aguas remansadas, en grutas encantadas, entre rebaños de animales salvajes y rodeada de espíritus subordinados y obedientes”

Francisco Tamayo (1943)

RESUMEN

Este artículo contiene una síntesis de distintas versiones del mito de María Lionza y su proceso de transformación y consolidación en culto dentro del sistema de creencias del saber popular del pueblo venezolano, el cual forma parte de la cultura e identidad del país. Asimismo, describe las características del culto y los valores ambientales que se le asocian. Estos elementos son importantes para los educadores ambientales y patrimoniales, ya que esto les permite diseñar programas educativos, tomando en cuenta las características del entorno y el sistema de valores que se encuentran inmersos dentro de la cosmogonía y la signifi cación simbólica de esta diosa aborigen, que es icono de la identidad del venezolano.

Palabras clave: María Lionza; mito; educación ambiental; patrimonio.

Maria Lionza´s origin and myth like subjects for the environmental and heritage education in Venezuela

ABSTRACT

This article contains a synthesis of different versions of the María Lionza´s myth and its transformation and consolidation process in cult inside the popular´s believes sistem of the venezuelan people, that is part of the national culture and identity. Likewise, it describes to the characteristics of the cult and the environmental values that are associated to it. These elements are important for the environmental and patrimonial educators, since this allows them to disear educative programs, taking into account the characteristics from the surroundings and the system from values that are within cosmogonia and symbolic meaning of this native goddess, that is icon of the identity of the Venezuelan people.

Key words: María Lionza; myth; environmental education; heritage.

INTRODUCCIÓN

La cultura es un determinante práctico y concreto del desarrollo sustentable en todos los pueblos del mundo. La solución de la crisis ambiental planetaria debe estar arraigada en la especificidad cultural de cada región, con miras a que la gente participe y respalde los cambios requeridos (UNESCO, 1997). En el caso de América Latina, cada región presenta una amplia y compleja gama de diferencias culturales que se reflejan en una variedad de formas de concebir y relacionarse con la naturaleza (Reyes, 2000).

La Educación Ambiental (EA), dirigida a promover el desarrollo sustentable desde sus diferentes ámbitos y corrientes, debe actuar tomando en cuenta esta diversidad, y asegurando su valoración y continuidad. Al respecto, Tréllez (2000) plantea que es necesario considerar todos los saberes y formas de conocimiento, incluyendo aquellos que por no entrar en los paradigmas científi cos y tecnológicos, han sido descartados o rechazados por la comunidad científica. Tal como ocurre con los mitos aborígenes, y en el caso venezolano, con el mito y el culto a María Lionza.

El mito y el culto a María Lionza tiene su asentamiento inicial en las zonas montañosas del estado Yaracuy, específi camente, en el Cerro María Lionza y la Serranía de Sorte, los cuales forman parte del Monumento Natural Cerro María Lionza (Decreto 2338, 1993). El espacio asociado a esta deidad venerada en la zona, conforma un santuario natural caracterizado por una gran signifi cación mítica para los pobladores de las áreas cercanas, y posee una connotación sagrada para los cultores de María Lionza. Este hecho provee una serie de elementos a ser considerados en el diseño y desarrollo de propuestas educativas ambientales, que permitan contribuir con el cuidado y conservación de las diversas zonas que forman esta área protegida: Sorte, Aracal, Quibayo y el Oro, mejor conocido este último como el Loro. Asimismo, estos elementos le permiten al educador ambiental incentivar a los habitantes y los visitantes a participar en el desarrollo de las acciones educativas, conjugando una serie de valores, creencias y elementos culturales y patrimoniales que induzcan el respeto por el área donde se rinde culto a María Lionza y a los integrantes de sus diversas cortes (Barreto, 1998; Bracho, 2004; Figuera, 2004; Garmendia, 1980).

En este artículo se analizan los elementos asociados al mito y al culto de María Lionza que permiten promover la valoración y conservación del ambiente, la promoción de la sustentabilidad de los recursos y su reivindicación como elemento patrimonial y de identidad nacional. Es posible que se escapen algunos puntos de vista, sin embargo se recogen los mas resaltantes. Asimismo, se quiere dar un aporte al campo de la ecología humana en Venezuela, específi camente en lo que se refi ere a la interacción ser humano – ambiente a través de la religiosidad popular. Este trabajo forma parte de la Línea de Investigación “Turismo Sustentable y Educación Ambiental en Áreas Naturales y Culturales de Venezuela” desarrollada por el Laboratorio de Ecología Humana del Centro de Investigaciones en Ciencias Naturales “M. A. González Sponga”, Instituto Pedagógico de Caracas, Universidad Pedagógica Experimental Libertador.

MÉTODO

El trabajo se considera una investigación documental. La revisión consistió en la búsqueda bibliográfi ca, de artículos de prensa en hemerotecas, artículos de revistas, decretos y libros, entre otros, realizando un análisis de contenido de la información de las diferentes fuentes.

Reminiscencias de ayer en el ser humano de hoy: historia del mito y la leyenda de María Lionza.

Algunos estudiosos como Antolinez (1944) asumen como un hecho que el nombre de María Lionza se superpone al de una antigua deidad indígena (Yara, Igpupiara Caapora, Yuripari, Chía, Yubecaiguaya y Bauchué). No obstante, Manara (1995) señala que el nombre deriva de una dama española encomendera de Chivacoa, María Alonso, poseedora de muchas onzas de oro y que, al morir, fue bautizada como María de la Onza. Bajo esta misma denominación, otros sostienen que era una indígena llamada así porque acostumbraba a cabalgar sobre un jaguar u “onza”. Lo importante a resaltar aquí es que algunos de estos nombres: María Alonso, María de la Onza, Marialionza y María Lionza, son los que en la tradición o _ _ _ y escrita van defi niendo los rasgos ambivalentes de la diosa, rasgos que responden a los intereses de los diferentes grupos sociales que participan de la creencia en las primeras décadas del siglo XX. Además, estos nombres aparecen designados en ciertos documentos de larga data, y actualmente otorgados a diferentes elevaciones montañosas de la cartografía de los actuales estados Yaracuy y Portuguesa (Antolínez, 1995; Barreto, 1998; Colina, 2002; Jiménez, 1971).

Martín (1990a) plantea que no existe un relato unifi cado del mito de María Lionza. Los recopiladores de los años cuarenta y cincuenta, en la medida que recogían la tradición o _ _ _, narraron los relatos, dejando su huella en el fenómeno que describen. La primera versión escrita conocida aparece en el año 1939, cuando Gilberto Antolinez divulga en la revista Guarura algunos comentarios sobre la “diosa”, su ambiente y las entidades subalternas que le rodean. En 1945, en el diario El Universal, Antolinez, publicó un escrito titulado “La Hermosa Doncella de los Nívar”, en el artículo “Mitología Yaracuyana”, donde relataba como María Lionza se convierte en una divinidad.

En 1985, la antropóloga Angelina Pollak dio a conocer otra versión del mito dada por Antolinez, la cual fue publicada por Santos Erminy en 1953. En esta última, la imagen de María Lionza se presenta como una diosa que protege la selva y persigue al cazador que mata inútilmente a los animales y al campesino que quema los bosques, así también la presenta como una reina buena, feroz, sublime y profana.

La tradición de María Lionza ha sido expresión del proceso de cambios y transformaciones del vivir religioso del venezolano y de las tensiones sociales y políticas entre los diferentes grupos humanos. Por otro lado, en el culto y el mito se asimilan e integran, además del catolicismo, elementos de diversas fuentes religiosas, como, por ejemplo, creencias esotéricas (gnosticismo, cábala, ocultismo, magia negra), masonería y espiritismo (Barreto, 1987, 1998; Ramírez, 1990).

A principios del siglo XX, la leyenda y la creencia de María Lionza tenía como centro de irradiación a San Felipe y a los pueblos vecinos a la montaña de Sorte. Tal es el caso de Chivacoa, que en la actualidad es el centro ceremonial más importante del culto en el territorio nacional. En la tradición o _ _ _ de estos años, María Lionza, como toda fi gura mítica, muestra rasgos ambivalentes. Es una dama española (María Alonso) que fue la antigua propietaria de grandes extensiones de tierra en Yaracuy, y con quien se hacían pactos para obtener riquezas. A la vez, es una indígena (María de la Onza), hija de un cacique de las antiguas tribus de la región (caquetíos o jirajaras), que vivía como encanto en forma de serpiente en el fondo de las aguas, y que por las noches cabalgaba sobre un danto. Igualmente, presenta una segunda ambivalencia que se refi ere a su personalidad dual o de los dobles atributos que la creencia popular se le ha asignado. Es una entidad o diosa bondadosa, a la que se le venera y que es considerada por la gente como la protectora de la naturaleza, de los animales y las cosechas. A la vez, es una fuerza o espíritu con la que se establecen alianzas, que al no cumplirse acarrean castigos y desgracias.

Otra expresión de ambivalencia se manifi esta en las oposiciones de clase o la doble utilización del culto. En las primeras décadas de este siglo, los terratenientes participan del mismo con el propósito de sustentar su poder y mantener sus posesiones; y los campesinos (en su mayoría indígenas, negros y mestizos) siguen tomando parte del culto para resistir y, en ocasiones, enfrentar el yugo que los mantiene atados a los caudillos locales. Esto no signifi ca necesariamente una oposición abierta entre campesinos y terratenientes o entre asalariados y patrones (Barreto, 1998; De Briceño, 1995).

En este proceso de ambivalencia, la imagen de la deidad presenta un conjunto de atributos que pueden ser empleados por la EA para transferir valores hacia el ambiente y la mujer como una unidad, ya que entre éstos existe una asociación establecida por la fi gura de la madre, la mujer y lo femenino. En torno a ella giran dos signos que son determinantes para establecer una identidad: el lago o laguna y la anaconda o serpiente. Desde esta óptica, María Lionza está envuelta en el complejo mítico del agua, ya que son tres los líquidos primordiales en la naturaleza: el agua en reposo como elemento fundamental para mantener la vida en la tierra, el agua que fl uye y el vaivén de las aguas de mares, ríos y lagos, donde se desarrolla parte de la vida animal y vegetal (Bracho, 2004).

En su imagen de mujer, aparece el misterio guardado en su cuerpo, con su creación humana en las aguas de su vientre, donde se baña el niño que nace y aparece el suero sanguíneo. En sus ojos verdes se encierra la bondad para el que cuida el entorno y no rompe el equilibrio natural, pero también el castigo para aquel que destruye la creación de la naturaleza. Desde el punto de vista cósmico, María Lionza representa el ciclo de la vida, ya que ella domina cada uno de los elementos que conforman al universo: la energía y la materia (ob. cit). Un aspecto importante que se puede apreciar en las primerasversiones del mito de María Lionza y que puede ser utilizado por los educadores ambientales para reforzar los valores de identidad, es la dimensión histórica, ya que en ellas se evidencian: a) la unidad religiosa que mantenían nuestros antepasados antes y después de la conquista, hasta hoy día; y b) la delimitación de los espacios sagrados. Barreto (1994) da a conocer a través de sus investigaciones que el mito de María Lionza no es un mito indígena, sino criollo, que remite al vivir religioso de los pobladores que siguen expresando parte de las creencias de los antiguos aborígenes del occidente de Venezuela.

Según Veit Tané (1975), María Lionza se caracteriza por tener poderes mágicos, típicos de un chamán, personaje de gran importancia dentro de las estructuras sociales que conformaban y conforman los grupos indígenas. A estos individuos se les asignan cualidades que les permiten comunicarse con los dioses y seres sobrenaturales, y poder interpretar, de manera certera, los diferentes mensajes o presagios dados por los distintos elementos de la naturaleza. Asimismo, se les atribuye poner en armonía el entorno del ser humano.

Garmendia (1980) plantea que la divinidad era hija de un matrimonio español, la cual desapareció en la montaña y se transformó en un encanto. También dice que María Lionza era una rica hacendada que vivió en Barquisimeto y que se caracterizó por su belleza, nobleza y la bondad con que trataba a sus súbditos. En estas narrativas se puede apreciar como la fi gura de María Lionza va tomando un carácter español, versión que posteriormente es sustentada por la de Manara (1995) y difundida por Mongravejo (2004).

A lo largo de sus trabajos, Drenikoff- Andhi (1985) da a conocer la historia de María Lionza, relatada por Assen Trayanoff, los cuales son citados también por Manara (1995). De acuerdo a esta versión, María Lionza es una mujer con rasgos indígenas marcados, que aparece como la bisnieta del Inca Atahualpa, quien huyendo de los españoles, emigra a la Amazonía para conformar lo que después se denominaría el Imperio del Dorado, último aspecto que le agrega a esta figura una nueva característica como representación, ya no sólo del indigenismo venezolano, sino también del amerindio.

Varios médium y sacerdotisas del culto, describen a la “reina” María Lionza como una fuerza cósmica procedente del universo, que se manifi esta de diferentes formas: jaguar, venado, serpiente o una gran mariposa azul, tal como lo reportan Bracho (2004), Mogravejo (2004), Pollak (1985), Salazar (1988), y Sosa y Sosa (1973).

Como se puede apreciar en las diversas historias narradas por los distintos autores e investigadores, existen numerosas versiones del mito. Esta recreación colectiva del imaginario podría ser difundida entre los usuarios que visitan el Monumento Natural, y ser utilizada en los programas educativos ambientales que allí se desarrollen, dado que en algunas de sus representaciones, se aprecia claramente como el origen de esta deidad está vinculado a los elementos de la naturaleza, y al proceso histórico y evolutivo del país, además de permitir la promoción de la sustentabilidad de los recursos.

María Lionza: el mito y la leyenda que se transforman en culto.

Desde que el individuo aparece en la tierra, comienza a interpretar y rendirle culto a su entorno natural, a través de diferentes ceremonias que conjugan rituales, por medio de los cuales expresan su religiosidad (De Briceño, 1983; Malinowski, 1974 y Vargas, 1987). García (1987) plantea que el mito y el rito son elementos constituyentes de todo fenómeno religioso y que posee vínculos con el medio socio-ecológico, y con la historia del grupo que le practica. Esto permite establecer un sistema sociocultural fundamentado en las condiciones, necesidades y actividades ordinarias y cotidianas que involucran al conjunto de individuos que le realizan. El culto a la diosa María Lionza es un hecho religioso que no se escapa a estas observaciones, por lo cual, es consecuencia de un fenómeno social, que no es independiente del proceso histórico que ha vivido la sociedad, ni de las condiciones tecnológicas, económicas y ecológicas de la organización sociocultural que le engloba.

Pollak (1977) plantea que desde la época de la colonia, el culto a María Lionza se ha mezclado con elementos culturales africanos, indígenas y europeos, y que inicialmente, tuvo un carácter muy diferente al actual, ya que se basaba en la veneración de las fuerzas de la naturaleza, de los espíritus que habitan en los ríos, cuevas y selvas. Hoy es una mezcla del espiritismo, la santería cubana, el kardecismo francés y la umbanda brasileña.

El culto en su forma actual muestra un sincretismo progresivo de elementos y conceptos religiosos provenientes de culturas diferentes, donde converge el sistema de creencias del indígena, de los europeos y de los afrodescendientes. Estos elementos se encuentran representados en las tres potencias: el Cacique Guaicaipuro, la Reina María Lionza y el Negro Felipe (Martín, 1985; Ramírez, 1990).

El mismo carece de una organización uniforme, ya que los cultores se encuentran dispersos a lo largo del territorio nacional y no tienen una igualdad en todas sus actividades rituales. De allí que se caracteriza por ser no excluyente, motivo por el cual muchas personas veneran a María Lionza en silencio o libremente. Por esta razón, en estos últimos tiempos se ha defi nido como un culto sincrético y utilitario que ha absorbido poco a poco el patrimonio religioso proveniente de todas partes de Venezuela (Flores, 1991; García, 1987; López, 1996; Pollak, 1977; Sosa y Sosa, 1973).

El culto a María Lionza es una religiosidad que ha sobrevivido a través del tiempo en el imaginario del colectivo, que se caracteriza por presentar tres elementos que se manifi estan en los rituales de adivinación, posesión y curanderismo. En los rituales de posesión se muestran dos polos complementarios: la encarnación de las deidades y el sentido terapéutico. Los sacerdotes y sacerdotisas utilizan sus “poderes sagrados” para buscar el alivio de aquellos que lo soliciten. El curandero está ubicado dentro del ámbito de lo religioso, ya que domina lo inevitable, lo impredecible y lo incontrolable. Es un puente entre lo normativo y el orden existencial, un líder que puede manipular lo sobrehumano a través de la técnica de la adivinación para prevenir o predecir lo impredecible. Asimismo, presta su cuerpo para que los espíritus hablen por su boca y curen con sus manos, empleando los recursos de la naturaleza (Flores, 1991; García, 1987, 1996; Manara, 1995).

La religión puede ser considerada como un sistema institucional que posee una serie de principios que responden a una valorización que tiene el individuo o grupo que le sigue o práctica. De allí que el culto de María Lionza como institución, a través de la socialización de la posesión y el trance, busca reinsertar el orden individual dentro del orden social, aspecto de gran importancia para la EA, ya que integrando estos valores y principios religiosos a los valores ambientales se pueden promover actitudes proambientales y la conservación de los elementos patrimoniales que forman parte de su identidad.

Dentro del aspecto sociológico, María Lionza es un fenómeno social y religioso que sostiene y expresa un conjunto de creencias cuyo signo externo y visible (la fe), adopta siempre una forma social, unida a otras estructuras: económicas, políticas y jurídicas (Flores, 1991; Martín 1983).

En el campo de la etnomedicina, el culto a María Lionza implica el conocimiento por parte del sistema nosológico de la sociedad venezolana, ya que ésta ofrece el conjunto de herramientas para aprehender el sistema que se expresa en la elaboración del diagnóstico y en la prescripción terapéutica del individuo que se acerca al mismo en busca de una solución (Flores, 1991).

El culto a María Lionza surge de la mitificación de una leyenda adaptada a los contextos políticos, por responder a las características fundamentales del mito: (1) la ordenación de las relaciones cosmológicas, sacándolas del caos y reglamentando las relaciones personales entre los dioses y los seres humanos (en el interior de cada una de las respectivas sociedades celestes o terrenas), y (2) la atemporalidad, lo que admite ampliar sus conceptos espaciales y mantener un lazo de unión entre el hoy y el ayer, lo que permite interpretar y reconstruir las vivencias humanas de un pasado no recogido por la historia y que es necesario para la comprensión del porqué de su utilización, no sólo en el pasado, sino también en el presente, fundamento esencial para obtener la sustentabilidad de los recursos (Flores,1991; Martín, 1983; Sagreda, 1979).

García (1987) plantea que en la evolución del culto a María Lionza, como mito, se observa un conjunto de superposiciones de estilos de vida y pensamientos indígeno-africanos, con el dominio de la estructura matriarcal española, representada en los siguientes aspectos:

a) la fusión de lo femenino y lo masculino en los elementos procreadores y dadores de vida, en lo humano y en la tierra, en las plantas y los animales; y capaz de transmitir su fecundidad,

b) la fortaleza,

c) la direccionalidad espiritual, ya que ella guía en la vida y la muerte,

d) la seguridad, ya que nunca está sola, pues le acompañan una serie de espíritus de ambos sexos y personajes mitológicos y protectores de los animales, ríos, bosques, grutas, cerros, lluvia y vientos, entre otros,

e) la capacidad canalizadora del equilibrio ambivalente entre lo malo y lo bueno, la vida y la muerte, lo individual y lo colectivo, lo social y lo terapéutico, la salud y la riqueza.

Como se mencionó con anterioridad, el culto a María Lionza se caracteriza por ir evolucionando a través de las diferentes etapas históricas por las que atraviesa el país, lo que le permite asimilar elementos que le mantienen vivo en el imaginario del colectivo, garantizando y acentuando su cosmología y cosmovisión en todo el territorio nacional.

En busca de significación: María Lionza, madre polifacética, madre de la naturaleza María Lionza es una figura mitológica caracterizada por sus múltiples atributos, dados a conocer en las diferentes leyendas que narran su origen, su poder y constituyen su mitogema, por lo que se puede decir que es un ejemplo de la complejidad y polivalencia del arquetipo de la Gran Madre (Capriles, 1980).

Como mitología viviente del país y como culto en expansión, María Lionza, abriga un mensaje y una significación para el conjunto de la población que le venera, le sigue, le aprecia y entiende su lenguaje, ya que como expresión de una religiosidad da a conocer un aspecto compensador de la conciencia colectiva. Asimismo, tiene un paralelismo mitológico que muestra la universalidad del arquetipo que representa como símbolo venezolano (Barreto, 2001; Capriles, 1980).

María Lionza es considerada la reina, madre y diosa del culto que lleva su nombre. Es la protectora de la naturaleza, y se caracteriza por ser una mujer de inigualable belleza, que vive en un palacio situado en una cueva, bajo un lago en las montañas de Sorte. Allí se encuentra rodeada de animales, espíritus subalternos y almas que le rinden pleitesía, al pagar servicios recibidos. Se le representa viajando por la montaña, montada sobre una danta o tapir, un jabalí o un jaguar, mostrando su belleza y representando el principio femenino de las grandes madres egipcias y mediterráneas, tal como lo dice Neuman (citado en Capriles, 1980).

Esta diosa, al igual que las otras diosas presentes en las culturas orientales y occidentales, presenta una serie de contradicciones. Por un lado es una virgen, ya que en sus orígenes era una diosa, una doncella y una virgen indígena que se sincretiza con la virgen María, lo que le identifica con uno de los atributos de la Gran Madre. Élla es el principio creador independiente del hombre personalizado, el poder y la riqueza de lo femenino aparte del principio masculino. Por otro lado, es una mujer seductora que atrae a los hombres como la Lorelei teutónica, como lo hace la diosa amazónica Yara, Uyara o Wauyara, la bella mujer que domina los ríos y la selva, la deidad acuática que atrae a los hombres hasta su palacio subfluvial. De la misma forma, María Lionza es una diosa de la fertilidad, patrona de la vegetación, que otorga fertilidad a los campos y a los humanos; la cual debía pertenecer a las serpientes y espíritus acuáticos, pero una vez que fue raptada por estos, ella fue extendiendo su poder hacia otro nivel de la naturaleza, patrón que se observa en la gran diosa Siria del Ras Shamrah, quien al principio era la ninfa de un lago y luego comenzó a extender sus poderes, hasta convertirse en una diosa de las plantas y animales (Bracho, 2004; Capriles, 1980).

Para algunos, la diosa yaracuyana puede ser identifi cada con Yemayá y Ochún, diosas de los Yorubas, ligadas a los cuerpos de agua (ríos, lagunas y mares), sincretizadas en la religión católica con la virgen de Regla o Caridad del Cobre y la virgen de la Candelaria (Blanco, 1988). No obstante, para la mitología amazónica brasileña, principalmente en la tribu Tupí, María Lionza puede ser comparada con la serpiente de fuego Boitatá, que es la protectora de la selva, el agua y los animales. En Bahía, el Caapora, es sustituido por su esposa el Kaicara y relacionado con Tatacy, otra deidad femenina parecida a la mujer de los bosques, razón por la cual es comparada con estas deidades, ya que de acuerdo a las cualidades descritas en las narraciones de su origen, ella es dueña de los bosques y se encuentra vinculada al elemento ofídico, del cual se derivan sus rasgos misteriosos, curativos y maternales (Capriles, 1980; Romero, 2007).

Igualmente, María Lionza es comparada con Cupira o Kurupira, por el hecho de ser una deidad que igualmente viaja montada sobre una danta, un jabalí o un jaguar y cuida de la fauna silvestre. También suele ser asociada a la imagen de la gran madre, que se caracteriza por su universalidad, hecho que se corrobora en la gran diosa maya Ixchel, diosa lunar de las inundaciones, en cuya cabeza descansa una serpiente; en la

madre mexicana Cora, como la serpiente lunar de las inundaciones que otorgaba la fertilidad a las plantas y animales, entre otras (ob. cit.).

Dentro de la mitología venezolana, María Lionza puede ser relacionada con diversas entidades, mencionadas en Barreto (1987), Manara (1995), Martín (1985), y Pollak, (1978,1985):

1. Odo´sha, espiritu maligno, dueño del bosque, del viento, demonio de la montaña y señor del ensueño, por tener la capacidad de dominar a los animales salvajes y habitar en las alturas de los tepuyes guayaneses de donde domina los elementos de la naturaleza;

2. Arco, deidad acuática, que posee una naturaleza dual, a la vez es creador y destructor, cura pero también ocasiona enfermedades; es asociado a los arcoiris y se le identifi ca como un ave del páramo;

3. Pulowi que según los Wayus es la esposa Juya, dios de la lluvia, la cual se caracteriza por poseer una gran riqueza, ser peligrosa y tener una naturaleza dual, ya que así como da la vida, también puede adueñarse de ella, hechos que se ven justifi cados cuando se conocen las primeras versiones del mito.

María Lionza, en sus diferentes arquetipos, se encuentra vinculada a un conjunto de elementos naturales que le dan una gran significación dentro del colectivo. Una de éstas es la relación con la mariposa, animal simbólico dentro de muchas culturas, ya que sugiere la capacidad de metamorfosis o transformación (que en el ser humano puede ser interpretada como la evolución psíquica del individuo que crece intelectualmente, o los cambios que se efectúan a lo largo del desarrollo de la niñez a la adultez), la belleza (corporal o espiritual) y lo efímero de la alegría (ya que todo cambio va dejando el recuerdo de lo vivido y de los sueños alcanzados). Asimismo, recuerda en su vuelo la cercanía que se puede tener con fi guras oníricas. En particular, a la deidad indígena se le asocia a una mariposa azul, por representar el azul del cielo y del agua terrenal (Biord, 1996; Hans, 1989; Romero, 2007).

Otro elemento que se entremezcla con la diosa desde su origen es el agua, la cual representa el flujo continuo de la creación, la purificación y el renacimiento del ser humano. El agua simboliza la vida en la tierra y el equilibrio en la naturaleza, ya que sin agua no hay fertilidad. Asimismo, María Lionza es asociada a la serpiente, animal considerado como un símbolo del mundo subterráneo y del reino de los muertos, quizás a causa de su origen y su forma de vivir. Sin embargo, es un símbolo del eterno rejuvenecimiento, la curación y la regeneración, de la dualidad del bien y el mal, de la energía psíquica y las fuerzas que brotan de las profundidades del alma, ajenas al ego (Romero, 2007).

Asociado a María Lionza se presenta un cuarto elemento, la Danta, animal dócil de gran corpulencia, sagrado para los indígenas y que se caracteriza por rechazar los daños, ya que contra ella no hay “contra” alguna (Bracho, 2004). Así como María Lionza está representada arquetípicamente con otras diosas, Figuera (2004) da a conocer su similitud con los arcanos del tarot. En la lectura del tarot, la deidad se encuentra asociada a los arcanos mayores con dos diferenciaciones:

1) María de la Onza, llamada por los creyentes “La Doña”, es asociada con la Sacerdotisa, la cual representa lo misterioso y lo oculto, conocimiento, secretos, sabiduría, sentido común, serenidad y objetividad; y

2) María Lionza identificada con la Emperatriz, diosa del amor y la creación, la imagen femenina de la madre, por consiguiente, la naturaleza, la fecundidad, la fertilidad para los esposos y la riqueza.

En busca de reivindicación: María Lionza, un patrimonio cultural digno de admirar y rescatar.

De acuerdo a lo establecido por la UNESCO, en la declaración de México en 1982 (Universidad de los Andes, 1975), el patrimonio cultural de un pueblo comprende las obras artísticas, así como las creaciones anónimas, surgidas del alma popular y el conjunto de valores que dan sentido a la vida. Esto incluye las obras materiales y no materiales (tangibles o intangibles) que expresan la creatividad de ese pueblo: la lengua, los ritos, las creencias, los lugares, los monumentos históricos, la literatura, las obras de arte, los archivos y las bibliotecas.

Barreto (2004) y Hernández (2002) expresan que todo pueblo tiene derecho a conservar un número de tradiciones y creencias que le permitan preservar una visión integral de la vida, de la historia y del individuo, para imprimir en el alma de las nuevas generaciones el reconocimiento y el respeto de aquellos valores que le dignifi can su condición humana; entre ellos, el arte y las creencias, la historia de sus logros y caídas, de las esperanzas y renuncias que conforman la ruta por donde toda población ha debido pasar en busca del encuentro con su destino.

Asimismo, Vargas (2001) plantea que por su carácter sublime, las creencias y productos artísticos de cada región, constituyen la invención, la creatividad, la elevación, la purificación y la identificación de toda su memoria con su presente y su futuro, ya que ninguna otra expresión del ser humano cautiva de la misma manera, porque ellas revelan la más alta dimensión del alma, la que se relaciona con lo sagrado, con lo más íntimo y universal de su condición humana.

La memoria histórica del pueblo venezolano, desde la época precolombina, se encuentra vinculada con los aspectos mágicoreligiosos, asimismo el proceso de mestizaje encuentra su identificación con este aspecto a través de la tríada conformada por el Negro Felipe, el cacique Guaicaipuro y la reina María Lionza, siendo esta última la figura representativa de las raíces españolas (Barreto, 1998; 2001; Martín, 1990b). El reencuentro con la memoria de los primeros pobladores y las transferencias de sus legados culturales (creencias, mitos, costumbres, rituales), es lo que propicia el desarrollo de la historia y la identidad de una nación, hecho que se evidencia claramente en el mito y la leyenda de María Lionza, la cual da a conocer las creencias y costumbres de los primeros pobladores del territorio nacional y la forma en que esta deidad va evolucionando a través del tiempo para adaptarse a los diferentes procesos históricos que delimitan el entorno donde se encuentran los individuos que le veneran (Barreto, 1998, 2001).

De acuerdo a lo planteado por la Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural (1993), en sus artículos 6 y 7, “el patrimonio vivo del país está representado por sus costumbres, sus tradiciones culturales, sus vivencias, sus manifestaciones musicales, su folklore, su lengua, sus ritos, sus creencias y su ser nacional...” (p. 32), hecho que permite argumentar que las creencias y prácticas asociadas a María Lionza, constituyen un elemento a reivindicar, ya que su adoración es una tradición histórica muy antigua, que posee una valoración profunda en el ser y en la conciencia del venezolano (Barreto, 2004; Instituto de Patrimonio Cultural, 1997).

El patrimonio inmaterial o intangible comprende, entre otras, exposiciones musicales, espiritualidad, lenguas, conocimientos, técnicas, ceremonias religiosas y danzas, portadoras de una dimensión histórica o cultural representativa (Ley de Protección de Defensa del Patrimonio Cultural, 1993). En este sentido, la tradición del culto a María Lionza, agrupa un extenso caudal de conocimientos, creencias y rituales, transmitidos básicamente en forma o _ _ _, que en virtud de su significación para amplios sectores de la sociedad venezolana, constituyen bienes culturales intangibles. Asimismo, se pueden mencionar las distintas versiones del mito compiladas por Gilberto Antolinez, Tamayo y Erminy Arismendi, las poesías de José Parra y Guaramato y la obra teatral de Ida Gramcko.

Los bienes culturales tangibles son aquellos de valor histórico, arqueológico, artístico o de otras índole, capaces de otorgarle significación a la memoria colectiva o a las costumbres y tradiciones vivas (Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural, 1993). En relación con María Lionza, es necesario distinguir dos niveles complementarios. Por un lado, se encuentra que esta tradición es portadora de una parafernalia ceremonial que abarca numerosos objetos de fabricación casera (amuletos, cordones, túnicas y coronas de plumas, entre otras) y comercial (velas, collares, esencias, oraciones, estampas, inciensos, estatuillas para el panteón, copas y puñales, entre otros), que podrían considerarse bienes culturales tangibles de origen popular y estrechamente unidos a las prácticas rituales del culto.

Existe también un conjunto de bienes muebles producidos por los intelectuales y los artistas que han nutrido la tradición. Aquí se encuentran las obras pictóricas de Pedro Centeno Vallenilla, Ender Cepeda y Oswaldo Vigas, y la estatuaria de Alejandro Colina. (Barreto, 1998; Bracho, 2004; Colina, 2002; Manara, 1995).

El Monumento Natural “Cerro María Lionza” es un patrimonio natural que constituye el principal centro de peregrinación nacional para los creyentes y adeptos de este culto durante todo el año, ya sea en los días en que se conmemoran diferentes santorales cristianos como: el día de San Juan, San José, la Virgen de Coromoto, la Virgen del Carmen, San Benito, San Judas Tadeo, San Antonio y la Virgen de la Candelaria, o en aquellos donde no se celebran festividades católicas como son el 24 de Junio, el 24 de Julio, el 12 de 0ctubre, el 4 de diciembre y el 17 de Diciembre (Barreto, 2001; Bracho, 2004). Sin embargo, la consideración como patrimonio natural para este Monumento Natural, deberá contemplar, de forma muy estricta y clara, los términos que precisan la profunda intervención humana en las áreas que conforman todo el conjunto de espacios sagrados donde se venera a la deidad y sus acompañantes (deidades que conforman las diferentes cortes presentes en los panteones).

De acuerdo a lo establecido por la Guía Operativa para la interpretación de la Convención del Patrimonio Mundial y las diferentes convenciones sobre la protección del patrimonio cultural y natural (citadas en UNESCO, 1972, 2000 y Barreto 2004), la “Montaña de Sorte”, reúne las condiciones de paisaje cultural asociativo, pues conforma un espacio donde la riqueza natural está estrechamente vinculada y simbolizada por una tradición religiosa y cultural viva. Sobre este particular, la Ley de Defensa Patrimonial, también apoya la patrimonización de aquellos bienes de interés cultural que, en función de sus valores tradicionales, históricos, artísticos y arquitectónicos, así como de sus características naturales o ambientales, ameriten tal declaratoria (art 6, ordinal 5 y 12; artículos: 14, 24, 31). Como apoyo a lo anteriormente establecido, se encuentran las consideraciones del Ejecutivo Nacional que permitieron la declaratoria del Cerro María Lionza como Monumento Natural (Decreto 234, 1960).

El patrimonio arqueológico asociado al culto a María Lionza sobrepasa el perímetro del Monumento Natural. Entre los espacios sagrados utilizados con fines ceremoniales se incluye un número significativo de sitios arqueológicos dentro y fuera del estado Yaracuy. Desde los años setenta (70), algunos investigadores como Miguel Ángel Perera (citado por Barreto, 2001) y Gil (1996), han reportado la existencia de espacios rituales utilizados activamente por creyentes y seguidores de María Lionza, fundamentalmente cuevas y abrigos rocosos que poseen evidencias arqueológicas significativas, tales como son los restos de osamentas y cerámicas. Los trabajos realizados por los investigadores anteriormente mencionados hacen notar que estos sitios se ubican en los estados Yaracuy, Portuguesa, Falcón, Aragua, Guárico, y Miranda, tal como lo sustenta Barreto (1998).

Cuando se analizan las compilaciones realizadas por los diversos estudiosos del mito, se encuentran referencias de los grupos étnicos prehispánicos de gran ascendencia en la región central, como los Jirajaras y a puntos arqueológicos como el Lago de Tacarigua, donde se han encontrado una gran variedad de estatuillas femeninas muy parecidas a la “Venus de Tacarigua”, lo cual amerita ser protegido tal como lo propone la Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural en sus artículos: 6, ordinales 2,5,6, 8 y 13 (1993), por presentar un valor histórico y arqueológico que posee una significación para la memoria colectiva. Esto debe ser conocido por todos los ciudadanos, para que puedan valorar el presente y mejorar el futuro, punto de partida para los educadores ambientales.

A MANERA DE CONCLUSION

El culto a María Lionza es el movimiento espiritual más popular de Venezuela y se caracteriza por ser autóctono. En él, se mezclan el espiritismo con diversos sentimientos del pueblo: la fe, la humildad, la buena voluntad, la devoción, la esperanza y la solidaridad, entre muchos otros. Por esta razón, María Lionza configura un escenario socio cultural del saber popular, levantado desde un colectivo contiguo a la cultura dominante de la época, pero que se caracterizó y caracteriza por poseer un gran número de valores, que le han permitido conformar su permeabilidad y gran capacidad evolutiva, para adaptarse a los cambios que se suscitan constantemente. María Lionza posee una dimensión híbrida, mixta y móvil, sincrética de este sistema formal e informal de lo mágico religioso, tan excepcional de la cultura venezolana, razón para establecer que María Lionza no tiene inicio, ni tiene fin.

En los múltiples y elocuentes relatos sobre el origen de esta deidad venezolana, conocida como la “reina” de Sorte y la “madrecita” de los cultores y creyentes, se suceden e integran las culturas, tradiciones, creencias y ritos de las religiones amerindígenas, africanas, afroamericanas y católica, en un sistema de doctrinas en eterna elaboración y transformación, pero que es la expresión de muchos elementos que conforman la identidad del venezolano y del crecimiento valorativo del espacio ocupado por la diosa de origen aborigen y mágico.

La representación de María Lionza siempre está vinculada a los elementos de la naturaleza y a las etapas históricas por la que atraviesa el país, lo cual permitiría ser utilizada en los programas educativos ambientales que se desarrollen para promover la conservación del Monumento Natural Cerro María Lionza, donde sus visitantes le brindan culto.

María Lionza es un fenómeno social y religioso que expresa un conjunto de creencias, adoptando siempre una forma social, unida a otras dimensiones económicas, políticas y culturales.

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Re: historias, leyendas, mitos, fe a marialionza

Mensaje por hermano samarema »

saludos hermanos y hermanas en la fe

esto han dicho en la universidad de los andes

Conferencia ofrecida en la Universidad de Los Andes, Táchira, los días 22 y 23 de febrero de 2007, en el marco del I Seminario-Taller de Mitología.
María Lionza: un mito vivo del estado Yaracuy. Apuntes para su estudio simbólico
José Antonio Romero Corzo, docente de la UNEY
1.- Deslinde etimológico del término Mito.
El vocablo mito procede de la raíz indoeuropea meudh o mudh cuyo significado es un acto de habla formulado; es decir, una narración, un reflexionar, un pensar acerca de, o un considerar algo o a alguien. De esa raíz proviene el vocablo latino mutus que indica estar callado o callarse. Esta acepción apunta que -en las sociedades tradicionales cuando un candidato a la iniciación en los saberes ancestrales de la comunidad pasaba por un proceso iniciático, para incorporarse a la vida adulta en el grupo, etnia, clan o tribu-, el silencio ante la revelación de los secretos dada a este en los ritos de iniciación por los ancianos, sacerdotes o chamanes, era una condición de muy estricta y rigurosa observancia. Dichos rituales arcaicos favorecían el tránsito del estado de ignorancia e inmadurez a la edad espiritual del adulto, permitiéndole al iniciado su completa incorporación en la comunidad.
La palabra mythos ofrece, en el uso proporcionado por los griegos, una diversidad de significaciones tales como palabra, discurso, conversación, proverbio, narración, cuento, relato… En La Ilíada y La Odisea este vocablo da entender, entre otras cosas, que se trata de una alocución, arenga o sermón de un anciano venerable en la que se exalta el ánimo de los guerreros mediante la remembranza de las virtudes, hazañas y proezas de los antiguos héroes o semidioses. Homero también emplea el término mithoisi para señalar que alguien tenía destacadas y sobresalientes habilidades verbales, refiriéndose, claro está, a los habladores facundos y elocuentes, en contraposición a los hacedores de obras.
En tal sentido el Profesor Cristóbal Acevedo en su libro Mito y conocimiento (1993), señala que el término mito es afín, ya desde Homero, a la retórica y a la elocuencia, en lo concerniente al,
saber usar las justas palabras en el momento preciso, el empleo astuto de las diversas modalidades del discurso y
la capacidad de utilizar un repertorio de historias precedentes que conceden al orador la autoridad de un pretérito consagrado; es decir, el que sabe utilizar en sus parlamentos la autorizada riqueza de las tradiciones mediante la evocación narrativa de los sucesos memorables del pasado (Acevedo, 1993:40)
Platón, por su parte, circunscribe el término y sus múltiples significados en el campo de la poíesis- o hacer creativo-; o, más aún, lo clasifica como un género poiético, cuyo material está constituido por relatos en torno a los dioses, semidioses, héroes y seres que habitan en el inframundo, tal como lo señala el Profesor Bernardo E. Flores en su libro Tras la huella del mito (Flores, 2002:43-44)
Ahora bien, el mito es un relato anónimo, por cuanto carece de un sujeto autorial; lo cual indica que se trata un texto o _ _ _, iconográfico y gestual surgido en el seno de la comunidad que lo produce, siendo narrado generación tras generación a todo lo largo del trayecto histórico, social y cultural de la misma. En tal sentido, el mito surge y adquiere su paradójica naturaleza en el contexto existencial de las comunidades, constituyéndose asimismo en el más propio transcurrir vital y dinamizador de una comunidad.
Ya Gilberto Antolínez indicaba con toda propiedad que, en la formulación de todo mito, lo que está en juego es, nada menos que el destino del ser humano, y que el mito como ámbito originario del inconciente colectivo es, como este, la zona más profunda del ser, donde duermen los arquetipos eternos, o sea, esas formas mentales preñadas de pavorosa emotividad, con su misterioso poder obsesionante, mántico y noético. El mito, vendría a ser, entonces, un complejo conjunto de símbolos constelados de sentidos, en sí mismos entidades autárquicas, inexorables ante el probable destino que puedan desencadenar por su presencia en el sujeto sometido a su tremebundo poder fertilizante. Los símbolos presentes en los mitos son verdaderos cosmos, que viven para nosotros y se desgajan de pronto de la Conciencia Universal para marcarnos un Sendero que nunca sospechamos. Antolínez (2006)
2.- María Lionza: un mito viviente del Yaracuy
Quizás, para la gente que como yo creció y fue educada en este hermoso valle de San Cristóbal, al cobijo de las verdes colinas del Táchira y del suave soplo de las brisas del Torbes en las noches y mañanas neblinosas y frescas, o en las
caliginosas tardes estivales, el mito de María Lionza resulta una referencia exótica y lejana; a pesar de haber surgido a una distancia relativamente cercana, e incluso, a pesar de haberse extendido en las representaciones, ideas, creencias y prácticas mágico-religiosas de un importante sector del pueblo venezolano. Digo quizás, porque, como en mi caso particular, antes de interesarme por las tradiciones americanas de raigambre aborigen, fui catequizado en los dogmas universales de la religión cristiana. Probablemente muchos de ustedes -al igual que yo lo hacía antes de trasladarme a ejercer la docencia en la Universidad del Yaracuy- vean a María Lionza y lo concerniente a sus ritos, como algo ajeno y extraño. O tal vez, como algo enigmático, misterioso y pintoresco. O, quizá aun, como algo negativo y desdeñable…
Mi intención, sin embargo, y pese a la percepción a priori que alguien en este auditorio pudiese tener, no es la de hacer una apologética proselitista de la Diosa yaracuyana o de su culto; ni menos aún inducirles sagazmente, mediante estrategias y tácticas retórico-discursivas a su veneración devota; por cuanto me guía en esta disertación el interés estrictamente académico de compartir con ustedes mis reflexiones acerca del estudio del mito, el cual he venido haciendo desde hace siete años. Y hago esta salvedad, pues resulta siempre apropiado y pertinente aclarar ante un auditorio conformado en su mayoría por estudiantes universitarios que el estudio de un mito no conduce forzosamente a la práctica de los ritos entretejidos a su alrededor.
El mito de María Lionza es, como la ha indicado con insistencia el poeta Santos López, “un mito vivo”. No se trata aquí del estudio de un relato fosilizado, aunque toda consideración de índole académica tenga, en cierto modo, una vocación taxidermista, ciertamente inevitable. Y como es bien sabido, con esta antigua técnica se procura preservar con apariencia de vida a los cadáveres. Sin embargo, procuraré en todo lo posible no diseccionar el mito del modo acostumbrado por los abordajes sistémicos, sino más al modo de un recuento de los símbolos y arquetipos configuradores de su trama.
Del mito de María Lionza ustedes pueden conseguir varias versiones, todas diferentes y hasta muy disímiles, como es natural en este tipo de relatos. Sin embargo todas ellas preservan algunos aspectos en común. Entre ellas es de ineludible importancia la que narra Gilberto Antolínez, por ser un yaracuyano que dedicó toda su vida a descifrar los códigos simbólicos de sus matrices culturales indígenas, africanas e hispánicas. Antolínez relata que durante una fiesta de fin de la cosecha los indígenas Jirajara-Nívar, antiguos pobladores
del centro-occidente venezolano, recibieron de su Gran Piache la siguiente premonición fatídica: nacerá del linaje de caciques una niña de ojos verdes como las aguas de la laguna sagrada y el día que ella llegue a contemplar su rostro sobrevendrá una catástrofe para el pueblo, pues será destruido por una terrible inundación… La pavura se apoderó de todo el pueblo. Siempre que ocurría un nacimiento en la aldea los piaches y los caciques constataban que no fuese una niña de ojos verdes, pues temían el fatídico cumplimiento del augurio. Con el correr del tiempo nada de lo predicho por aquel anciano se había cumplido. Transcurridos muchos años y un poco antes de la llegada de los españoles, el cacique y su pueblo ya casi habían olvidado la siniestra profecía… Pero, un día, la esposa del cacique dio a luz a una hermosa niña de cabellos negros como la noche más oscura, y de fulgurantes ojos verdes como las esplendorosas aguas de la laguna. Para evitar el cumplimiento del fatal designio, encerraron a la indiecita en una choza, bajo la custodia de veintidós guerreros que serían sus guardianes permanentes, debido a que algunos en la tribu querían sacrificar a la recién nacida, a lo que el jefe se opuso, siendo esta la causa de disensión en su pueblo… Sin embargo, un día, cuando la niña hubo llegado a la edad núbil, la enorme serpiente que habitaba en la laguna y a la que sacrificaban una doncella anualmente, con el vaho sutil de su resuello, provocó un sueño profundo en todos los guardianes… Percatada la joven princesa de esto, no lo pensó dos veces para salir a tientas de su encierro, dirigiendo sus pasos titubeantes hacia la laguna sagrada. Impulsada por el mágico hechizo irresistible y atrayente de sus aguas fue a sentarse en sus soleadas orillas… un extraño silencio se produjo en todo el lugar cuando la princesa estuvo frente aquél enorme espejo líquido formado por aquellas quietas y misteriosas aguas… sus bellos ojos verdes permanecieron mirando absortos un par de abismos profundos por donde se asomaba el Misterio del Otro Mundo, de los Dioses subterráneos y de los Muertos que se abrían desde el agua ante su aterrorizada vista, y, para su inenarrable asombro, se iban convirtiendo, lentamente, en dos extraños, oscuros e insondables remolinos que perturbaban, cada vez con la más escalofriante y pavorosa intensidad, la serena paz de aquellas aguas… Se trataba de la enorme serpiente anaconda, Dueño del Agua que, enterada de la presencia de la muchacha en sus dominios, emergía desde las entrañas más recónditas de aquella enigmática laguna, alzando su temible cabeza frente al rostro atónito que la contemplaba subyugado por su poderosa influencia; pues no debemos olvidar que fue este monstruo el que atrajo a la joven princesa indígena hasta allí, después de inducir el sueño a sus veintidós guardianes… Luego de dar un grito que se oyó hasta en los últimos confines de la Sierra de Nívar, la joven se sumerge en el agua… La temible y fatal profecía llegaba así a su más perfecto e inexorable
cumplimiento: la serpiente súbitamente se fue hinchando hasta alcanzar mil veces su tamaño ante los ojos atónitos de los veintidós guardianes que al oír el grito de la joven corrieron presurosos a buscarla.. y cuando ya el agigantamiento de la temible anaconda tocó el límite de la tensión que la elástica y flexible piel de una serpiente, por muy enorme que esta sea, pueda resistir, estalló… la onda expansiva que produjo aquel descomunal estallido la serpiente, así como el sinuoso y agitado batir de su cola en las aguas, hizo que una ola de incalculable inmensidad se alzara con el más tétrico furor alcanzado entonces por las aguas, arrasando el poblado de los Nívar, con la más terrible inundación que la memoria de los habitantes de esas tierras del centro-occidente venezolano haya podido recordar. La serpiente exánime quedó tendida con la cola en Sorte, cerca de Chivacoa y la horrible cabeza en Tacarigua donde hoy se encuentra el altar mayor de la catedral de Valencia.
3.- Interpretación simbólica del mito
Como lo ha destacado Mircea Eliade en su hoy clásico Tratado de historia de las religiones, mujer-agua-serpiente-tierra-luna constituyen matrices simbólicas subyacentes en todos los mitos que proceden de antiguas sociedades matriarcales. Gilberto Antolínez, por su parte, en su estudio del mito de María Lionza señala estas constantes simbólicas de lo femenino para dilucidar el sentido oculto en el relato re-creado en la presente versión. Lo femenino aparece aquí como una forma de representación simbólica de la naturaleza en el pensamiento mágico-religioso venezolano. Según las formas del pensamiento mítico el universo se halla regido por un conjunto de fuerzas o energías pertenecientes al orden de lo sagrado, y de acuerdo a ese orden existen y coexisten todas las cosas (seres humanos, plantas, animales y minerales, así como todos los cuerpos celestes) en relación a la polaridad, principio o fundamento femenino/masculino de la naturaleza.
Si bien, el mito surge en un contexto claramente determinado y configura la base sobre la que se fundamenta la cultura de la comunidad que lo produce, conformando su identidad y diferenciación frente a otras sociedades y culturas, el relato precedente no es más sino la expresión de un imaginario primitivo y arcaico común a toda la humanidad. Diríamos, siguiendo a Carl Gustav Jung, que se trata de una narración reveladora de nuestro inconsciente colectivo, sin importar su procedencia geográfica, histórica o sociocultural, por tratarse de algo concerniente al ámbito psíquico nocturno de nuestra especie.
En efecto, una interpretación del mito de María Lionza, orientada según esta perspectiva, nos permite apreciar el trasfondo nocturno del psiquismo humano plasmado en forma de relato como el que aquí estamos descifrando. La doncella indígena sería una representación simbólica del ánima humana, del ámbito femenino de nuestra alma más profunda, más prístina y originaria sin importar si nuestro s _ _ _ es masculino o femenino; pues, desde tiempos inmemoriales, la humanidad intuyó la poderosa influencia de lo femenino en sí misma y en la naturaleza. La presencia e influencia de lo femenino fue comprendida a través de narraciones fabulosas como la que estamos descifrando hoy a partir de sus símbolos.
Como lo ha señalado el filósofo francés Michel Focucault en su obra Las palabras y las cosas, la episteme o paradigma del pensar premoderno está regido y signado por la analogía, y la misma constituye el imperio del sentido de la realidad configurado a partir de lo mito-simbólico. El pensamiento mágico-religioso es, en consecuencia, el dominio por excelencia del fabuloso reino de la analogía, en el cual el mito es su territorio más propio.
Según ese paradigma epistémico, existe una interrelación de todos los fenómenos de la naturaleza asociados en el pensamiento premoderno por una serie variada de semejanzas que los vinculan a todos entre sí.
La analogía es, así, fundamento epistémico del mito y del símbolo, pues se trata de una cosmovisión comprensiva del ser y de lo real. En el Mito de María Lionza podemos apreciar cómo el ámbito femenino del ser y de la realidad se revelan como imágenes del mundo natural y del ser humano. Lo femenino de la naturaleza es comprendido como lo que de semejante hay en ella respecto a la mujer y viceversa, de acuerdo con las creencias, imágenes y representaciones que respecto a esto se hacían los pueblos aborígenes del centro-occidente venezolano, al igual que otros pueblos en otros rincones del planeta. Así, en el relato que ustedes acaban de leer, la mujer y la naturaleza son vistas como entes saturados de sentido. La mujer y la naturaleza debido a su carácter sagrado, esto es, debido a ser consideradas como algo venerable y terrible al mismo tiempo, ofrecen, en la cosmovisión aborigen, unas connotaciones ambiguas, paradójicas y contradictorias, como les es propio al mito y al símbolo.
La naturaleza, como la mujer, puede ser portadora de las más horrendas calamidades, pero también puede ejercer las más propicias y benéficas
influencias. Es aquí donde el símbolo de lo femenino reúne el sentido más paradójico, ambiguo y contradictorio. Aunque, en realidad este es el modo de ser que hace del símbolo lo que él es.
Entre los aborígenes jirajara-nívar al igual que otros pueblos y culturas del mundo, el género, así como sus roles correspondientes, está determinado por una marcada diferenciación, en lo que podríamos denominar como la construcción cultural de los sujetos masculino y femenino. En lo que respecta al género femenino se le adjudicaban cualidades tales como pasividad, receptividad, estabilidad, fecundidad, en tanto que al masculino se le atribuían cualidades como dinamismo, ímpetu, movilidad e impulso fertilizador. El espacio de desenvolvimiento de dichas cualidades para la mujer era el ámbito familiar, íntimo y doméstico o en, la naturaleza, los ríos, fuentes y bosques, mientras para el hombre era el afuera donde ejercía sus funciones de cazador, guerrero o cacique, pero también asociados a la misma naturaleza aunque en su expresión masculina. En el mito podemos ver ciertos rasgos de esta división primitiva derivada de las condicionantes genéricas masculino-femenina: un hombre es quien anuncia el nacimiento de una niña que traerá la desgracia al pueblo; cuando ella nace es confinada en una choza bajo la custodia de veintidós guerreros; su padre, el Cacique de la tribu Nívar no permitió su sacrificio en los días cercanos a su nacimiento. Legada a la adolescencia es atraída por la anaconda de la laguna sagrada donde la doncella desaparece al arrojarse al fondo las aguas.
Sin embargo, en la lectura del mito resulta para nosotros algo muy curioso e inquietante el temor que tenían los hombres del advenimiento de alguien, quien además de ostentar el s _ _ _ femenino también portara la fatídica señal de unos hermosos ojos verdes, como la piel de la serpiente de las aguas. Aquellos ojos verdes constituían el símbolo de algo cuyo poder e influencia resultaban de una condición sobrenatural, la cual le otorgaba a su poseedora unos poderes de procedencia sagrada que, como ya indicamos, era algo considerado digno de reverencia al tiempo que despertaba un gran pavor.
No se trataba del advenimiento de una hija más en el clan del cacique de los Nívar. Antes bien, se trataba del nacimiento de una doncella indígena que por provenir de un linaje divino como el de su padre debía recibir un trato, por demás, especial desde el mismo instante de su nacimiento. Tanto más si se trataba de un ser dotado de cualidades excepcionales y, por ende, numinosas, como era su caso particular.
En todos los mitos referidos al advenimiento de un ser divino, las señales de su nacimiento, así como las extrañas circunstancias en que este ocurre son siempre elementos significadores de su procedencia y actuación sagrada. En el mito de María Lionza encontramos esa señal en el signo inconfundible de sus verdes ojos, en el tabú que prescribía el no ver jamás su propia imagen reflejada en ninguna superficie pulida o brillante o espejeante, y en el confinamiento al que es sometida, por todo ello, en la choza bajo la custodia de los veintidós guerreros.
Como lo señala Antolínez (2006) partiendo de sus lecturas de La rama dorada de James George Frazer, en muchas culturas está prohibido contemplarse a sí mismo en un espejo, por cuanto es de común creencia que cuando la imagen de una persona se refleja, la superficie donde esto ocurre, en realidad lo que está es absorbiéndole la sustancia vital. Así, el objeto o lugar donde se produce el reflejo tiene como uno de sus principales atributos el ser un umbral, un lugar limítrofe entre el aquí y el más allá, una puerta de entrada al mundo de los muertos, de la procreación y de las sementeras. Una entrada al inframundo; es decir, un acceso a lo más recóndito de nuestra propia psiquis.
En el mito de María Lionza estudiado aquí desde la perspectiva simbólica encontramos que laguna es ese espacio limítrofe entre el mundo de los vivos y de los muertos, constituyéndose en un umbral poderoso custodiado por el Genio de las Aguas, la serpiente anaconda que lo habita. La laguna como la serpiente son símbolos de la sacralidad femenina de la naturaleza. La laguna representa el líquido amniótico formado en el interior de la placenta que alberga los más misteriosos poderes de la procreación, el nacimiento y la muerte; en tanto que la serpiente representa específicamente la energía sexual tanto del hombre como de la mujer que al mismo tiempo puede perpetuar la existencia, y, no obstante, debido a su enorme poder puede resultar funesta y devastadora.
La laguna representa, igualmente, el ámbito donde se gestan y cobran vida todas las gamas de emociones, sentimientos, pasiones y afectos que somos capaces de experimentar íntimamente y de exteriorizar en el trato diario con nuestros congéneres. En tanto que la serpiente sería ese ámbito más oscuro, violento e irracional que se encuentra en las profundidades del inconciente individual y colectivo, y que al ser excitado puede sublimarse como una elevada y sutil energía creadora, o estallar como la terrible vorágine avasallante y mortífera de una fuerza completamente destructora.
Las aguas son también la imagen primordial o arquetípica de La Madre Cósmica, de cuyo seno procede todo lo que existe. Por ello constituyen una fuente de vida, un centro de regeneración y un ámbito de purificación.
La serpiente, además, representa en el plano simbólico la perpetuidad, el movimiento, la transformación, la regeneración, la muerte y el renacimiento por la vía del s _ _ _. Veamos lo que indica respecto al carácter simbólico serpentino de María Lionza el propio Gilberto Antolínez (2006: 94):
La creación ‘popular’ de Venezuela: ‘María Lionza’. ¡El más perturbador símbolo que yo haya vivido en mi vida; la más silvante y astuta serpiente que se haya arrastrado en las bodegas ínferas de los orgullosos palacios masculinos; el sulfúreo fuego tríplice: Madre de la Concupiscencia, Madre de la Penitencia, Madre del Perdón! La ‘Ella’ tentadora, ascética e insensible a la vez, humana, sacerdotal e isiaca en una pieza, y que se eternifica a sí misma bañándose en el fuego plutónico y lustral de la entraña terrestre y que, si usa ese fuego para su individual fruición, retrocede a la forma de Bestia Original: la Estrella que cayó, pero que busca ser Estrella Matutina en una palabra: nuestro prototipo femenino de Venus-Luzbel-Lucifer! No hay yaracuyano, -y yo también lo soy (dice Antolínez)-, que no tiemble ante esa figura que en nuestros pagos se siente palpitar en cada recodo, en la sombra sexual de todo boscaje, en el susurro de cada manantial. Nuestra Kundry ardiente fulminada por tendencias antagónicas, urgida de aspiraciones seráficas y abatida por imprevistas claudicaciones: la misteriosa diosa Kundalini tres veces y media arrollada en el hueso sacral, que así como produce la liberación espiritual, puede conducir a la más nauseabunda posesión.
La tierra constituye el símbolo por antonomasia de la fecundidad y la regeneración. Es el vientre o matriz originaria de donde todo sale y a donde vuelve, es el ámbito de la manifestación: útero y sepultura. Cumple la función de madre nutricia pues es dadora de vida y de los frutos que sustentan la vida. Las entrañas de la tierra representadas en grutas y cavernas constituyen el espacio donde la naturaleza alberga todo tipo de tesoros y riquezas.
La luna por ser la luminaria de la noche en casi todas las culturas ha sido asociada con la periodicidad del nacimiento, la muerte y el renacimiento; y, en general con todos los procesos temporales de la existencia. Es también, como la tierra, el recipiente o matriz cósmica para la manifestación de la energía. Las fases de la luna indican asimismo las influencias positivas o negativas que ella ejerce sobre las mareas, así como sobre las distintas formas de vida animal y vegetal y sobre el psiquismo humano. La ovulación y la menstruación están asociadas, generalmente, a los 29 días que duran las lunaciones en sus 4 fases de luna nueva, cuarto creciente, luna llena y cuarto menguante, con una duración de siete días aproximadamente para cada una de las fases. Simboliza el mundo de las emociones, los sentimientos y los afectos. La luna está asociada a la magia, la hechicería y diversas prácticas adivinatorias o nigrománticas.
Otro cuerpo celeste que forma parte de la matriz simbólica estudiada aquí es el planeta Venus cuyas connotaciones se encuentran presentes en el mito de María Lionza, tal como lo indica Antolínez. La belleza seductora, la fuerza de unión, la armonía de los contrarios, la atracción erótico-sexual que puede ser tanto devoradora y destructiva como creadora y constructiva, son asimismo atributos simbólicos de la Diosa yaracuyana, nuestra Venus Criolla, quien es un ser ambiguo, con idéntica capacidad tanto para el bien como para el mal. Sus funciones principales son las de Dueña de la Selva y Guardiana de las Riquezas Naturales: es madre de lo orgánico y lo inorgánico, de la fauna, del bosque y de los metales. Habita en los bosques y selvas, en los remansos de los ríos, en las lagunas encantadas, en los pozos azules que forman los arroyos y fuentes o en las cavernas naturales de las rocas. Peina sus cabellos con un peine de oro, y cabalga desnuda sobre los lomos de un tapir o danto. Su reino es subterráneo y está formado por siete cuevas o Ciudades Encantadas, donde recibe a los cazadores de su agrado y los hace reposar sobre asientos que resultan ser anacondas o tragavenados arrolladas sobre sí mismas durante su letargo. (Antolínez, 2006)
Tiene a su servicio una innumerable corte de Don Juanes, gnomos, sátiros, duendes y hadas, así como de espíritus humanos que han sido subyugados por sus lascivos encantos o se le han vendido a cambio de honores y riquezas y la obedecen en todo lo que les ordene. Todos están igualmente bajo las órdenes de la Reina Guillermina, quien es su dama de cámara y anunciadora de sus visitantes. (Antolínez, 2006).
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hermano samarema
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LA REINA
MARIA LIONZA








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Es reverenciada como diosa de la naturaleza, del amor, de la paz, de la fortuna y de la armonía. Su imagen representa una organización religiosa horizontal, cambiante, que llega a todos los estratos de la sociedad. El culto a María Lionza, no es mas que a la adoración de la divinidad de una Mujer llamada María Lionza, sincretizada a la imagen de la virgen María, se le llama Espiritismo –venezolano- para diferenciarlos de la santería practicada también en Venezuela y traídas por esclavos y otras como el candomble de Brasil. Es considerado la religión autóctona de Venezuela.
Es la Reina y máximo escalón de las cortes espirituales venezolanas, por tanto considerada la máxima autoridad espiritual, después d la santísima trinidad y la Virgen María Madre de Jesús.

María Lionza viene a encarnar en América al igual a la diosa Venus, la diosa de la paz, el amor, la armonía, siempre relacionada con la magia del agua, perfumes, bosques, montañas. Misterio Universal de la feminidad y el amor. Viene a representar en el espiritismo venezolano lo que la reina santa Barbará en la Religión Santera. Es representada sobre una danta con las manos extendidas en donde lleva una Pelvis humana, símbolo de la fertilidad, en sus pies la danta aplasta unas serpientes símbolos de envidia y egoísmo.
Durante el gobierno de Marcos Pérez Jiménez se levantó una escultura con la imagen de “Maria Leonza” sobre una danta (otro nombre dado a la deidad) en Caracas. Figura de mujer fértil de rasgos indígenas, sus brazos extendidos al cielo sostienen un hueso de pelvis femenina. Está en la Autopista del Este, justo al lado de la Universidad Central de Venezuela.
ORIGEN

Se cree que Yara (nombre comúnmente impuesto a esta deidad aborigen) como era conocida antes de la llegada de los españoles, sería el producto de la fusión de varias culturas nómadas provenientes de Brasil, del occidente venezolano, e incluso de Colombia, que emigraron en algún momento a las tierras del estado venezolano Yaracuy. Comúnmente se le suele representar como una mujer fornida montada sobre una danta o sentada sobre rollos de serpientes, y que gobernaba un fabuloso reino en las aguas subterráneas de aquellos montes y montañas. Considerada “La Reina” de la naturaleza, su trono está acompañado de todo tipo de animales autóctonos como tortugas y boas constrictor. Cien años después de la llegada de Cristóbal Colón, los indios Jira Jara y los negros cimarrones compartían el culto a la deidad en la capitanía de Venezuela. La batalla entre el Negro Miguel y Diego de Losada hizo mucho más fuerte la creencia en esta diosa y su culto.
Se suele oir que hubo intentos en difuminar un culto para ese entonces “Pagano”, y que la iglesia bautizó a Yara con un nombre católico: “Santa María de la Onza de la Talavera del Prado de Nívar”, hecho aún en duda para antropólogos e investigadores.
La capacidad de esta diosa para adaptarse a cualquier situación política, social o cultural, es lo que ha potenciado su carácter de “Reina Madre” de la naturaleza, icono de la identidad venezolana. Es hoy, uno de los símbolos del sincretismo religioso y social más importante que ha ocurrido en Venezuela. Es un culto pagano, tolerante, y practicado en todos los estratos de la sociedad venezolana.
Cada 12 de octubre hay una peregrinación de creyentes “marialionceros” de todas partes de Venezuela y del Caribe que van a rendirle culto en la montaña de Sorte en el estado Yaracuy. Es en Quibayo, como es conocido el lugar de la resistencia indígena, donde se reúnen a realizar el “Baile de la Candela” (las Brasas), el momento social más importante del culto.


RAZA Y RELIGIÓN

Es madre de la raza mestiza –aborigen con español- haciendo olvidar en el mestizaje todo orgullo por un lado y el maltrato nativo por el otro logrando la unió y romance de dos mundos.
La cultura venezolana a la igual quela de América latina esta formado por la union de las razas negra, india y blanca de los españoles. Ella es el centro de la tribología de máxima jerarquía en las cortes espirituales venezolanas formada por las tres potencias indias venezolanas conformada Por El Gran Cacique Guaicaipuro -Cacique de Los Caracas y otras tribus que se opuso férreamente a los españoles-, María Lionza el Negro Felipe –Gran Luchador durante las guerras de Independencia de Venezuela de España- .
El culto alcanza su día máximo de celebración el 12 de octubre –día de la raza- en donde se rinde homenaje al nacimiento de la nueva raza y sus representantes espirituales las tres potencias, el culto y celebración se extiende a lo largo y ancho del territorio venezolano e incluso internacionalmente especialmente en Colombia y en todos aquellos países donde existen colonias venezolanas. Otra fecha a destacar son las de Semana Santa donde de la peregrinaciones alcanzan su punto máximo.
Las celebraciones de esos días incluyen desde las mas modestas ofrendas como flores y velas, rezos e inciensos, hechas en cualquiera de los hogares donde habiten venezolanos, hasta la embajada de espíritu a través de médiums en cualquier lugar del país y especialmente en sorte donde asisten grandes peregrinaciones incluyendo del exterior para presenciar los bailes en candela y las perforaciones de los cuerpos de los médiums, los cuales al salir del trance no muestran secuelas de lo experimentado, eso se hace para demostrar que en realidad están espíritus de luz en sus cuerpos.
Influencias del culto
Influencias Indígenas: predominan lo elementos provenientes de las religiones indígenas y lo cual se evidencia en gran parte del vocabulario y los elementos usados, tales como el t _ _ _ _ _, además de gran parte de sus rituales, los cuales incluyen a adoración de la naturaleza.
Influencias africanas: los santeros religión descendiente del pueblo yoruba, aunque la santería tiene sus propias reglas, generalmente se mezcla con el espiritismo de María Lionza y se Reconoce su jerarquía Espiritual. La santería en el espiritismo venezolano es representada por la corte africana.
Influencia Europea: primeramente por la absorción de catolicismo, el cual se sincrétiza, una persona puede ser católica y creyente en María Lionza , en sus cultos se reconoce la supremacía de la santísima trinidad, La virgen María y las cortes de Ángeles, en la cual la reina ocupa un lugar de alta jerarquía, en todos sus ritos se evoca y se pide permiso a Dios Y las cortes de santos y ángeles pidiendo luz fuerza y protección, por lo cual se consideran los espíritus de las cortes venezolanas emisarios de dios en la tierra. La influencia española no se limita al cristianismo, si no a demás de la absorción de ritos provenientes de España, tal como las cartas del tarot y lecturas de las cartas españolas y otros cultos antiguos, los cuales se practican bajo la influencia de la Santísima Trinidad la Virgen, María y la Reina María Lionza. En El caso de la santería aunque no rompe el lazo de respeto al espiritismo venezolano, en muchos casos se practica de manera autónoma, siendo representado por la corte africana dentro del espiritismo con sus reglas y fragmentos idiomas africano, aunque siempre mezcla rasgos del espiritismo.


VERSIONES DEL MITO A LA REINA MARIA LIONZA

Existen diversas versiones del mito para los estructuralistas. Esto se debe a la estructura misma del mito, que está conformado por opuestos binarios, lo que permite que los mitos sufran transformaciones dentro de la posibilidad cultural, pero no cambie su estructura. Así es que dentro del relato mítico encontramos varias versiones de cómo María Lionza se convirtió en Diosa. Sus devotos dicen que ella vive en la montaña de Sorte, estado Yaracuy, junto a otras dos deidades que están por debajo de Cristo. Los seguidores de María Lionza se consideran a su vez católicos y consideran el culto a la Diosa como una extensión para aproximarse a Cristo y la Virgen María. Sin embargo, los antropólogos que intentaron establecer un hilo relacional del culto a María Lionza, manifiestan que es imposible hablar con certeza acerca de los rasgos del culto, por lo contradictorio de las narraciones obtenidas en su exploración.


HISTORIA DEL CULTO

El culto a María Lionza se distingue por el sincretismo. Es una mezcla de expresiones religiosas: católicas, nativas de centroamérica y cultos animistas africanos. Hasta 1950 muchas de estas prácticas religiosas no eran dadas a conocer a la luz pública, se mantenían ocultas, por lo tanto eran muy pocos los venezolanos que asistían a la montaña de Sorte y estaban en conocimiento de la leyenda de la Diosa, que sus devotos creían que aun vivía allí. Los cambios económicos de la Venezuela rural (agrícola) a urbana ( industria petrolera), generó el desplazamiento de muchas personas hacia la ciudad y así fue que muchos yaracuyanos trajeron consigo a la capital el culto a María Lionza. Sin embargo siguió siendo un culto espiritualista de unos pocos devotos. Según los estudiosos de María Lionza el culto es de reciente data, 1950. Es muy probable que hasta antes de los años 50 el mito, sus rituales y prácticas fueran originarios de Venezuela, posteriormente, en los 60, Venezuela comenzó a recibir inmigrantes cubanos y haitianos, que adoptaron el culto de María Lionza pero contribuyeron al culto con algunos elementos “yoruba” que provienen de Santería y Vudú. Se han hecho importantes trabajos de diferentes marcos teóricos que intentan explicar la popularidad del culto a María Lionza desde una perspectiva psicológica, sociológica y antropológica, sin obtener resultados contundentes.
El Mito de María Lionza: ¿Cómo se volvió una Diosa?
Hay más de 25 relatos de leyenda sobre la diosa. Los etnólogos han descubierto que el mito es constantemente escrito en los círculos espiritistas del culto a María Lionza. Sin embargo, es difícil encontrar una versión escrita del mito. En este trabajo las versiones del mito que se mencionan se tomaron de la lectura que hace Girar di del mito de María Lienza, (s/fc.), que reseña como los más importantes y más aceptados por los devotos:
Relato 1: El cacique indio tenía una linda hija de ojos verdes. Como los ojos verdes eran un mal signo, el padre decidió llevarla al lago y dársela a la anaconda que vivía en el fondo del lago. Después, la anaconda la arrojó hacia fuera del lago. Se volvió una Diosa maravillosa rodeada por muchos animales, agua y plantas.
Relato 2.- Antolinez (1945), etnógrafo, registró el siguiente: Hace mucho tiempo atrás la gente de Yaracuy (Jirjana), recibió un aviso o premonición que una niña de ojos verdes iba a nacer. Eso se consideraba un alerta, porque sus ojos podrían ser una señal de malos tiempos por venir y, si veía su reflejo en el lago cercano, una monstruosa culebra podría salir de ella y traer muerte y destrucción. Bajo esta profecía, y justo antes de la conquista española, una niña de ojos verdes nació. Estaba destinada a ser sacrificada a la gran Anaconda, por el aviso recibido. El padre la salvó y la envió a un lugar secreto donde creció. Veintidós guardias la cuidaron en esa nueva casa y se encargaban enérgicamente de prevenir que la niña se acercara al lago. Un día los guardias se durmieron y ella se escapó de ellos. Fue al campo y encontró en su camino un bello lago, y con fascinación, vio su reflejo en el agua. Desde ese momento en adelante, ella tomó la forma de una anaconda y creció tanto que su cuerpo explotó y desbordó las aguas y trajo inundaciones al pueblo. Su cabeza estaba en Acarigua y su cola en Valencia.
Relato 3.-El Cacique, indio de Yaracuy, tenía una niña de ojos verdes deslumbrantes. Era una buena señal para la familia y la comunidad, que tanto necesitaban en los tiempos duros de la conquista española. A medida que crecía se convirtió en un amuleto de salvación para la comunidad. El nombre de la niña era Yara. Tupi, su madre, la llevó a la montaña donde permanecía a salvo bajo el cuidado de un regimiento de guardias. Sin embargo, la situación con los conquistadores españoles empeoró. El encanto de Yara le permitió convertirse en una diplomática para establecer conversaciones con los españoles, y la comunidad puso todas sus expectativas en ella como instrumento de paz. Se reunió con Ponce de León usando el nombre de María del Prado. La conversación fracasó y ella se retiró a la montaña donde desapareció y se mantuvo allá como una diosa. Algunos estudiosos encuentran a Yara parecida a Uyara, deidad que pertenece a los mitos de los Tupis en Brasil. Antolinez define a Uyara com o una mujer dulce pero con sonrisa melancólica que atrae y captura a los hombres, satisface sus deseos con ellos, y luego los abandona. La lujuria es lo que la impulsa, es una come hombres. Los atributos de Uyara han sido proyectados en María Lionza.
Relato 4.-Para 1920 el mito relataba a la diosa como una mujer blanca (Garmendia, 1980). María era hija de una pareja de españoles. Cuando tenía 15 años, desapareció mientras nadaba en un lago. No murió sino que fue rescatada por una onza. La onza y María eran una y la misma. Por ello se llama María de la Onza y el dialecto popular condensó el nombre en María Lionza. Hay una versión similar a esta donde María Lionza se llama María Concepción de Sorte, hija de unos españoles, creció entre animales del bosque, hasta que un día le atrajo una luz extraña y desapareció. Se fue al cielo y se unió a algunos indios, que la hicieron reina y cabalga una onza.
Relato 5.-Algunos historiadores han tratado de averiguar si la historia de María Lionza es real. Para Garmendia, María Lionza era una dama española, que vivía en Barquisimeto durante la mitad del siglo XVII y su verdadero nombre era María Alonso. Era propietaria de vastas extensiones de tierra y era famosa por su bondad y la forma tan dulce que trataba a los trabajadores. Tenía afinidad por las onzas y era propietaria de 1000 de estos animales.
Relato 6.- Para Bruno Manara, historiador (1995) María Lionza era una española, que posiblemente se llamaba María del Marqués. Nació en España y vino a Venezuela, después que su barco naufragó como resultado de un huracán, que barrió al mar caribe en 1800. Fue arrojada a las playas venezolanas y fue rescatada por un grupo de indígenas que se la llevaron a Chivacoa, un jefe indio joven. Ella le enseñó algunas habilidades básicas a la tribu y luego se convirtió en reina de la tribu y de las montañas. Interpretación Libre de los Relatos Míticos de María Lionza Se va a considerar el mito de forma similar al sueño. Se tomará el relato como el contenido manifiesto y se buscará el conocimiento del contenido latente que hace referencia a las fantasías inconscientes, a las angustias primordiales del hombre. Se intentará usar el mito como instrumento para solucionar una pregunta. ¿Por qué María Lionza es Diosa? Es interesante observar los elementos invariantes en estos relatos. En los primeros tres relatos, María Lionza es un indígena de ojos verdes y en los relatos 4 al 6 es una española. Sus ojos verdes son signos de buena señal y en otros relatos este mismo color de ojos es un mal augurio. En algunos relatos ella es rescatada por su padre, en otras es rescatada por algunos indígenas. Se convierte en reina, en Diosa, pero también puede transformarse en un monstruo o en una diplomática, ejemplificando que las transformaciones se van sucediendo por los opuestos. Otras transformaciones están en el orden del sincretismo, con esto quiero decir que el mito de María Lionza juega con la fusión o confusión de la condición humana y la divina. El mito muestra en María Lionza la combinación mitad humana y mitad animal, y en otras presenta el engolfamiento del si mismo por una anaconda. También muestra la raíz del mestizaje y las consecuencias de éste, pues aparece como española rescatada por indígenas que la convierten en reina. Estas vicisitudes de lo que le acontece al si mismo, es algo digno de investigar en las versiones del mito. Al parecer plantea las fantasías inconscientes de un pueblo con respecto a la identidad nacional por devenir, como también el considerar deidad a lo que no es común en la comunidad. La raza blanca por ejemplo y el color verde de ojos en indígenas, más también nos habla de la situación de cada uno de los integrantes del mito y su historia cultural Más específicamente se observa como invariante el que la amenaza está proyectada en el ambiente, algo amenaza la sobrevivencia de esta niña indígena de ojos verdes. En el relato 1, se especifica que para el padre, esta niña es un mal signo, y es de pensar si no se corresponde con la idea del padre de haber sido engañado por la madre, pues las indígenas no tienen ojos de color y esa desconfianza por la traición despierta las pasiones y quiere eliminar al producto de la traición, dándosela a la anaconda. ¿Será que esta anaconda que vive debajo del agua representa a la madre y que el padre rechaza la paternidad de la hija, devolviéndosela a la madre?
¿Cómo una estigmatización racial, puede volver diosa a alguien?
Tal vez, la simbología de dar la hija a la anaconda es una forma representativa del asesinato del fruto de la traición, que regresa de la muerte como deidad. Podría ser esta versión más cercana a lo que muchos estudiosos de los mitos dicen que esconde el relato, el asesinato sobre el que se edifica una cultura.
En el relato 2, la versión no deja de ser similar a la 1, en el sentido que la niña de ojos verdes que se vaticina que va a nacer es un mal augurio y había que sacrificarla cuando naciera. Lo nuevo en el relato es este mirarse en el reflejo del lago que atraería la culebra que habita en el lago y generaría muerte y destrucción. En esta versión la regresión a la relación especular primaria, trae muerte y destrucción. El padre la separa y protege de esta profecía, lo que se asemeja a la versión edípica, colocándole guardias, y escondiéndola en un lugar secreto, más ni siquiera la protección del padre logra salvarla de la atracción por el regreso al útero, el lago materno, que la engolfó y se transformó en el objeto “la anaconda” que se infló tanto que explotó y trajo destrucción a la comunidad. El relato señala la amenaza de la fijación materna que no permite la individuación sino que el si mismo se fusiona con el objeto, modelo de lo que ocurre entre el sujeto y el ambiente fusionado que no se reconoce separado y termina en narcisismo de muerte. Pero también, el relato muestra el temor a las tendencias edípicas del padre y la hija, que es necesario proteger con los representantes superyoicos, los guardias.
El relato 3, muestra a la niña india de ojos verdes, pero ahora estos ojos son una buena señal, por lo mismo se fue convirtiendo en un amuleto para la comunidad. Ya no es la mujer mala como en los relatos anteriores sino que es la mujer salvadora. Esta vez es la madre quien la protege aislándola en la montaña, tal vez mostrando el recelo y rivalidad materno/filial, pues ella la dejó al cuidado de unos guardias protectores aislados de las relaciones con los demás, ¿Se referirá a la privación edípica? Sin embargo, dada la situación de la conquista, la comunidad puso las expectativas en ella para que entrara en conversaciones con los conquistadores, ¿Qué tipo de petición habrá hecho la comunidad? No obstante, su encanto y diplomacia no fueron suficientes para fascinar al conquistador y ella se aisló en la montaña convirtiéndose en Diosa, otra vez por la vi a del rechazo. Es curioso este antecedente, pues otra vez deja entrever el relato que a la niña hay que protegerla de las tendencias instintivas, que se proyectan en el ambiente. Algunos estudiosos establecen la relación entre Yara y Uyara la come hombres, un mito de los Tupis del Brasil. En este caso María Lionza sería una mujer que fascina a los hombres por su belleza, aparece como mujer fatal que esconde una rivalidad con el hombre, pues los usa sexualmente y después los abandona. Esta versión transforma a María Lionza de buena mujer, con atributos comunicacionales, en una mujer voluptuosa, impulsiva, voraz.
El relato 4, pareciera referirse a la época de 1920, distinto a los tres relatos anteriores que se sitúa en la época de la conquista española. Aquí María Lionza es una quinceañera de piel blanca, que se pierde simbólicamente después de un sumergimiento en el lago. Aparece transformada en “mujer onza”. Esta transformación deja entrever que se fusionó con una onza, o se cruzó con uno de estos animales, para finalmente terminar siendo una diosa. Una versión modificada de este relato es que María Lionza muere y se convierte en reina de unos indígenas en el cielo. Hasta ahora todos los relatos hablan de una mujer que nace humana y luego se transforma de modo poco claro y especificado en una fusión concreta de lo humano y lo animal para finalmente transformarse en diosa, donde el pase de lo humano a lo divino no tiene mayor explicación. Se podría especular diciendo que el mito relata las transformacion es simbólicas que sufre el hombre en su evolucionar, que toca su aspecto animal como la divinidad de la condición humana. Más el mito lo muestra no como algo abstracto sino como un acontecer concreto, que remite al sincretismo, cualidad de la mente primordial del hombre que contiene esta indiferenciación entre lo concreto y lo abstracto, lo animal y lo humano, las tendencias instintivas, lo interno y lo externo. Al parecer esta repetición en los relatos de la muerte de María Lionza, y su posterior divinidad hace suponer que las causas de la muerte no fueron tan lícitas. En esto se podría asociar a la muerte de Jesucristo y la culpa humana, salvando las distancias, como si lo ominoso regresara y se convirtiera en la cosa viva, la deidad.


CONCLUSIÓN

Las diferentes versiones del mito dejan entrever cómo el hombre social se las ve con la matriz de “pecho” y la matriz edípica, como proto fantasías universales que rigen la constitución del individuo y por ende del grupo social como unidad. Las vicisitudes del logro de la identidad como grupo societario son los temores ante las tendencias instintivas primordiales: el incesto, el parricidio/filicidio correspondientes a la matriz edípica, donde las pasiones desatadas de traición, celos envidias, desconfianza y aislamiento se proyectan en lo extranjero, en la exogamia, que es lo desconocido de si mismo. Sin embargo, existen otras tendencias más primarias asociadas al pecho y la especularidad, con su fascinación atrapadora en el mundo diádico ideal, divino en cuanto fusión con el objeto que lo indiferencia de éste, tan cercano a la muerte del si mismo, pero que en su versión opuesta puede ser la fusión “diabólica” enloquecedora, atrapante, constrictora. Estas matrices psíquicas tienen sus derivados relacionales que se expresan en el mito: en la amenaza que significó la conquista española y las siguientes inmigraciones a la población nativa de Venezuela, como es la importancia del mestizaje, los temores a la pérdida de las identidades originarias, pero también la amenaza que lo extranjero implica para el grupo comunitario de hombres y mujeres. El mito refleja también que ha sido creado por el hombre perteneciente a una sociedad patriarcal. En la mente de estos hombres quien prima es la madre-mujer y su desconfianza hacia ésta, como uno de los organizadores edípicos de la estructura relacional. En esta versión la mujer-madre mala que engaña, traiciona, asfixia, come hombres, que lo que le interesa del hombre es satisfacer su necesidad sexual y nada más, se contrapone a la mujer-madre idealizada, diosa, fértil, que protege, y que el hombre venera, y le da seguridad ante las incertidumbres de la vida. Ante esta madre-mujer escindida, todopoderosa, el hombre se siente vulnerable, amenazado en su sobrevivencia, mostrando su naturaleza finita. En contraposición a esta vulnerabilidad, aparece la mujer/madre todopoderosa que ejerce influencia más allá de la muerte, y por este atributo acerca al hombre a la divinidad, al compartir los dones de la diosa en las experiencias sensoriales -mágicas y eso lo hace inmortal. Siguiendo a Santamaría, estas versiones del mito de María Lionza responden a los diversos temas que el autor menciona que contiene algunos mitos, sobre todo el de la ilusión de inmortalidad y de invulnerabilidad, que es consecuencia de la identificación extrema con lo materno/femenino. Como también, en parte, responde a la presencia de una madre omnipotente, controladora, que no favorece la individuación del hijo y que castiga los intentos de independencia de éste. Que amenaza con abandonar al hijo y si éste se aleja de ella regresa culpable, y aparece en forma de diosa o de bruja. Este culto a la madre diosa nos habla de la dificultad del hombre y de los miembros de una sociedad para desprenderse de la mente primitiva (Bianchedi). Para Santamaría, el mito de Edipo es la envoltura superficial de una identidad más profunda, que lo verdadero del mito es lo pre-edípico/mítico/indígena, que se elabora y se exterioriza a diferentes niveles de comportamiento. Que es allí que se encuentra la creatividad y originalidad de nuestra identidad.
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Culto a María Lionza data de 500 años

October 15, 2009
Aseguran que hay mezcla de indigenismo, espiritismo, afroamericanismo y catolicismo en peregrinaje anual de veneración

Miles de devotos se congregaron a la luz de las velas en unas remotas montañas que son el centro de peregrinaje anual para venerar a una mítica diosa indígena venezolana conocida como María Lionza.

Muchos fumaban t _ _ _ _ _ en los rituales de purificación, mientras que otros cerraban los ojos, acostados boca arriba, rodeados de velas y sobre elaborados diseños dibujados en el suelo con un polvo blanco.

Algunos se llamaban a sí mismos como los “vikingos”, pinchando su lengua con filosas cuchillas mientras que la sangre les corría por la barbilla y el pecho. Ellos dijeron que no podían revelar los secretos esotéricos que rigen sus tradiciones.

Los rituales se iniciaron la semana pasada y se prolongaron hasta después de la medianoche del 12 de octubre -aniversario de la llegada de los conquistadores españoles a América- en las montañas de Sorte, localizadas en el estado Yaracuy, cerca de la ciudad de Chivacoa.

El culto
Algunos repetían la palabra “fuerza” mientras bailaban, a inicio de semana, encima de ardientes brasas en una ceremonia en honor a la diosa. Muchos acamparon en carpas mientras dedicaban varios días a las ceremonias espirituales.

El culto a María Lionza, cuyas referencias datan de hace más de 500 años, es una mezcla de indigenismo, espiritismo, afroamericanismo y catolicismo. Los creyentes a menudo piden la curación espiritual o la protección de la brujería, o traen ofrendas a la diosa en agradecimiento por la cura de alguna enfermedad.

Desaprobación católica
Venezuela es predominantemente católica. La jerarquía de la Iglesia católica desaprueba este culto, pero hace mucho que abandonó sus intentos por suprimirlo.

La escultura de María Lionza, que data de 1951, erigida en la principal autopista de la capital venezolana, es otro de los más populares lugares de concentración de sus devotos.

En el año 1953 el dictador Marcos Pérez Jiménez, quien era devoto de la diosa, ordenó instalarla sobre un pedestal de 4,5 metros de alto en medio de la autopista, que atraviesa la ciudad de este a oeste, y ese es el lugar considerado por sus devotos como el centro energético de la ciudad.

El dictador, que promovió activamente el establecimiento de santos patrones en toda Venezuela, esperaba legitimar su gobierno con la imagen de la diosa, que levanta la pelvis al cielo, montada en un tapir, en cuyas patas se enrosca una serpiente.

Los seguidores de María Lionza regularmente dejan ofrendas de flores, licores, monedas o frutos en los santuarios en honor a la diosa o de otros santos populares.

Cien años después de la llegada de Cristóbal Colón, los indios Jira Jara y los negros cimarrones compartían el culto a la deidad en la capitanía de Venezuela. La batalla entre el Negro Miguel y Diego de Lozada hizo mucho más fuerte la creencia en esta diosa y su culto. Se suele oír que hubo intentos en difuminar un culto para ese entonces “pagano”, y que la Iglesia bautizó a Yara con un nombre católico: “Santa María de la Onza de la Talavera del Prado de Nívar”, hecho que aún está en duda para antropólogos e investigadores

De Interés
En 2008, la Revista de Investigación de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador-Instituto Pedagógico de Caracas publicó que “el mito y el culto a María Lionza tiene su asentamiento inicial en las zonas montañosas del estado Yaracuy, específicamente en el cerro María Lionza y la serranía de Sorte, los cuales forman parte del Monumento Natural Cerro María Lionza (decreto 2338, 1993). El espacio asociado a esta deidad venerada en la zona conforma un santuario natural caracterizado por una gran significación mítica para los pobladores de las áreas cercanas, y posee una connotación sagrada para los cultores de María Lionza

AP
Nueva Prensa de oriente
15/10/2009
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¿PERO, QUIEN ES REALMENTE MARIA LIONZA?

En el mundo del espiritismo María Lionza es la monarca de 40 legiones, formadas por 10 mil espíritus cada una. Su culto se remonta a muchísimos años atrás, mucho antes inclusive de la llegada de los españoles a nuestro país, eso data del siglo XV, época en la cual los indígenas habitantes de las tierras de Yaracuy rendían culto a la diosa Yara, diosa del amor, de la naturaleza. Luego ese mito de Yara se mantuvo a lo largo de muchos años y la religión católica la cubre con el manto de la virgen de Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar, y con el paso del tiempo sería conocida como María de la Onza o María Lionza. Existen muchas versiones al respecto, Gilberto Antolinez maneja una de las de mayor credibilidad, también Hermánn Garmendia y Rodríguez Cárdenas, pero en una próxima entrega las vamos a conocer.

Lo importante es entender que María Lionza y su culto forman parte primordial de la cultura venezolana siendo de gran relevancia social. Muchas cosas han sucedido a lo largo de los años con respecto a este culto el cual se ha visto influenciado por otras culturas sobre todo cubana, haitiana las cuales pasaron al culto de María Lionza elementos “Yoruba” que provienen directamente de la santería y el Vudú, inclusive se le asociaba con el parecido a Yemaya. Pero de lo que si estoy segura es que el culto a María Lionza en nuestro país se intensificó a partir de 1960 cuando Marcos Pérez Jiménez mandó a levantar en su honor una inmensa estatua en la autopista del este de Caracas, escultura de Alejandro Colina que muchas veces ha causado asombro a los caraqueños donde vemos a una María Lionza imponente sobre su danta, la cual muchos dicen cuida la capital. Lo cierto es que la exuberante belleza del lugar y su riqueza es inigualable
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Maria Lionza: Proyecto de investigación cultural
6 / 11 / 2005
El Proyecto de Marialionza comienza a gestarse a mediados del 2003 en Madrid. En diciembre de ese mismo año. Viajo a Venezuela, y durante una semana, me interno en la sierra del estado Yaracuy. Donde está la montaña llamada Sorte. Se realiza un estudio de campo en el lugar. Se recoge documentación, y se experimenta en carne propia lo que es el mito. “No es algo anacrónico, mas bien es la máxima expresión del sincretismo religioso venezolano.”


Del simple concepto de una comparación entre la imaginería española y la venezolana, hemos llegado a desarrollar una investigación antropológica, un cuentacuentos de integración cultural, un performance de electrónica experimental, y finalmente un trabajo de rescate de las influencias del diseño y la comunicación visual venezolana.

Aparte del plus que esto conlleva que es la acción a la participación ciudadana, un ejemplo palpable es que parte del proyecto era activar las herramientas Web 2.0 para crear comunidad acerca del tema, el resultado del ejercicio lo podemos comprobar en el historial de participantes que han construido el articulo de Maria Lionza en wikipedia.org (http://es.wikipedia.org/w/index.php?tit ... on=history )

Maria Lionza: La Gráfica de una Diosa

Maria Lionza: Agencia de Milagros:

Performance que narra la historia de la transformación de una leyenda precolombina en el máximo exponente del sincretismo cultural y religioso venezolano.

La obra se compone en seis etapas cronológicas en la historia del mito:

1500// La conquista española y la leyenda de una Diosa de la Naturaleza.

1600// La resistencia indígena y la leyenda de la Princesa Yara.

1700// La trata de esclavos negros y la fusión de la diosa de Sorte y la Virgen María.

1800// La independencia de Venezuela y la asimilación de chamanes y santeros al nuevo culto.

1900// El boom petrolero y la violencia, frente a la expanción del culto a todo el caribe.

2000// El enfrentamiento político y la ruptura de la estatua de Maria Lionza “mirando al cielo”.

María Lionza en su cielo particular, no tiene límites; cualquiera puede tener un contacto, cualquiera puede participar en el culto.

Performance presentado en octubre del 2005 en el FNAC dentro del programa de radio Fluido Rosa de Radio3

Proyecto realizado con Peter Salmang y Monica Pardo
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veamos esta tesis doctoral de la ucv

Quién que transita por los predios de Sorte no se pregunta sobre los antecedentes históricos
y culturales de esta geografía mítica poblada de seres encantados, lagunas y cuevas sagradas?
Una revisión de la toponimia de la región arroja información significativa. En 1782, el nombre
de Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera aparece en el informe del obispo Mariano
Martí designando una de las parroquias de Nirgua. Y en
el informe de Hablaos, del año de 1778, se señala a la
serranía de María Alonzo como límite divisorio entre
Yaracuy y Lara. Luego, a comienzos del siglo XIX, en
el documento Estadística de la Provincia de Barquisimeto
1833-34 aparece el topónimo María Alonso, designando
un cerro alto, que es el mismo que en los mapas
de este siglo aparece como montaña de María Lionza,
en cuya margen derecha está ubicado el cerro de
Sorte. Se sabe que en la ladera de esta montaña se fundó
en 1694, en el lugar de Chivacoa, una encomienda de
indios Caquetíos y Chipas. Y del censo realizado por el
obispo Martí en el año de 1782, nos enteramos que predominaban
los descendientes de Caquetíos por encima
de la población blanca, negra y mulata. El mismo obispo
reseña además la renuencia de los indígenas a ser
adoctrinados y sometidos a “pueblo de misión”. Otros
documentos de la época reportan el uso ceremonial de
cuevas y de otros lugares sagrados en las montañas cercanas
al pueblo de Chivacoa.
¿Qué nos cuenta el mito?
Gilberto Antolinez no solo se ocupó de historiar la filiación
cultural del sistema de creencias asociado a la mítica
figura María Lionza, vinculándolo con concepciones
indígenas prehispánicas, conservadas en la memoria de
una población mestiza de origen predominantemente
indígena, sino que la misma reconstrucción y recreación
literaria de la leyenda que él ofreciera se convirtió en un
mito fundacional de identidad nacional, que resalta las
raíces culturales y étnicas sobre las que debía fundarse
la nación.
Una versión resumida del
mito contada por Antolinez
y publicada en 1945
narra la historia de una
hermosa doncella encantada
de los Nívar que
Antolinez escuchó de
mozo. Sucedió que un
piache de los indios Jirajara-
Nívar presagió que
vendría al mundo una
doncella, hija de cacique,
de ojos de color de agua,
que de verse espejados,
harían surgir una monstruosa serpiente que causaría la
ruina de los Nívar. Poco antes de la invasión española,
llegó el tiempo que la profecía se cumpliera. Nació la
doncella de pupilas color aguamarina y jade. Para superar
el descontento de sus tributarios, que pedían a la
doncella como ofrenda para ser sacrificada al genio
dueño tutelar de la laguna, el jefe decidió recluirla en un
lugar secreto bajo la guardia de 22 jóvenes guerreros,
que debían impedir que la doncella viese su rostro reflejado
en lámina espejada o agua alguna.
Llegó el día nefasto que los jóvenes guerreros cayeron
en un sueño profundo causado por el vaho de la
sierpe de las aguas que clamaba por su víctima propiciatoria.
La doncella caminó a tientas, cegada por la luz,
hasta la laguna sagrada, donde, por primera vez, vio
reflejado su rostro, pero de las pupilas se asomaban un
par de abismos que conducían al inframundo. Y de
pronto, de los abismos, empezó a surgir un movimiento
en remolino y el rostro reflejado de la doncella tomó
forma de serpiente y de las espirales crecía un cuerpo
que terminaba en cola batiente. La anaconda, “dueña
del agua”, estaba allí. Un grito de la doncella se oyó
retumbar en toda la falda de la Sierra Nívar, hasta que
ella se sumergió en las aguas y desapareció en el preciso
lugar donde sus ojos se vieron reflejados.
La laguna desbordaba sus aguas a medida que el
Dueño del Agua ocupaba su lugar, los Nívar tuvieron
que huir de la terrible inundación causada por la furia
del monstruo, dejando atrás sus casas, templos y sembradíos.
Tanto creció la serpiente que estalló, un gran
coletazo la desmadejó: la cola quedó inerte en Sorte,
cerca de Chivacoa y la cabeza en Tacarigua, donde hoy
en día está el altar mayor de la catedral de Valencia. Bibliografía
Barreto, Daisy. 1998. María Lionza. Genealogía de un mito. Caracas
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Monográfico de Cristina García Rodero sobre el culto a María Lionza en Venezuela
Archivo - 2008
viernes, 06 de junio de 2008
En la Sala Alcalá 31
Reúne más de 100 fotografías, prácticamente inéditas, realizadas a lo largo de los últimos diez años
Cristina García Rodero fue Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid 2005, en la modalidad de fotografía
5,jun,08.- La Comunidad de Madrid presentó hoy la exposición CristinaGarcía Rodero. María Lionza, la diosa de los ojos de agua, que estará en la Sala de Exposiciones de Alcalá 31, del 6 de junio al 31 de agosto, en el marco de la programación de PHE 08, cuyo lema es “Lugar”.
La muestra reúne más de 100 obras realizadas en torno a María Lionza, mítico personaje venezolano, cuyo culto se remonta al tiempo previo a la llegada de los españoles a este territorio, en el siglo XV. Incluso en la actualidad, son numerosas las peregrinaciones a la montaña de Sorte, donde se erige un complejo religioso, un templo-selva, en el que se presenta al personaje de María Lionza en sus caras más diversas, que van desde lo virginal a la madre generosa, o a la mujer poderosa y vengativa. Allí acuden los devotos con el objeto de hacerle todo tipo de peticiones, desde la curación de enfermedades o la solución de problemas de amor, hasta la obtención de riqueza o poder.

Imágenes inéditas en torno a María Lionza
Las fotografías de Cristina García Rodero para este proyecto son prácticamente inéditas y recogen su trabajo de los últimos diez años. Constituyen un abanico de imágenes de los ritos, ceremonias, gestos, altares, etc., de los devotos y oficiantes de la religión de María Lionza en la Venezuela actual.

Cristina García Rodero ha hecho de cada una de estas fotografías, un puente entre lo que se ve y lo que no se ve, captando el potencial de esos rituales de tránsito que han hecho de Sorte un espacio de sanación.

Este hecho fundamental y su poderosa expresividad es lo que ha seducido a la fotógrafa, hasta el punto de dedicar diez años, de visitas periódicas y estudio, para poner de manifiesto el desarraigo, la necesidad de retomarse y los misterios del alma humana. Asimismo, ha captado las tensiones y coincidencias de una sociedad que lucha por comprenderse, por estructurar o reconocer lo que se ha dado en llamar una identidad nacional: aquel conjunto de elementos constitutivos que la distinguen, la cohesionan y que, en América Latina, ha costado siglos de luchas y refundaciones.

El montaje de la exposición se desarrolla en torno a los elementos utilizados en los rituales de Sorte, Agua, Tierra, Fuego y Aire; y la construcción espacial, así como la iluminación y los sonidos, transportarán al visitante a la selva venezolana, permitiendo entender y compartir la fuerza del culto a María Lionza.

Reconocida en el panorama artístico nacional e internacional
Esta exposición, enmarcada en Photoespaña 2008, se celebra, asimismo, con motivo de la concesión del Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid 2005, en la modalidad de fotografía. Por ello, se trata de un monográfico dedicado al trabajo de una de las fotógrafas más destacadas y reconocidas dentro del panorama artístico nacional e internacional.

Cristina García Rodero es reconocida por muchos como una fotógrafa que ha desarrollado su obra en torno a la documentación plástica de ritos y tradiciones culturales, especialmente religiosas, reflejando con gran acierto la fuerza expresiva de esas fiestas, cuyos orígenes se pierden en el pasado. En esta ocasión, además, hay que destacar la fuerza con que sus fotografías conmueven directamente a cada espectador.

Normalmente salta a la vista que muchos de los temas y escenarios que
propone Cristina pertenecen a lo más tradicional de la cultura y, seguramente por eso, se suele pasar por alto la manera extraordinaria con que sus obras afectan al espectador.

La Consejería de Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid ha organizado, además de esta exposición, otros cuatro proyectos con los que participa en PHE 08.

Por una parte, la exposición Acaso, del fotógrafo Javier Vallhonrat, en la Sala de Exposiciones Canal de Isabel II. Por su parte, la Sala de Exposiciones del Complejo El Águila albergará una muestra del ganador de “Descubrimientos PHE 07”, así como una selección de porfolios finalistas en “Descubrimientos PHE 08”. Por otro lado, se celebrará un Ciclo de Cine en la Filmoteca Española, bajo el título Retrospectiva de Tsai Ming-liang (Malasia). Y, como viene siendo habitual desde hace cinco años, se celebrará el Campus PHE, que en su 5ª edición, ofrecerá 10 talleres y clases magistrales.

Del 7 de junio al 27 de julio de 2008

Sala Alcalá 31
Consejería de Cultura y Deportes
C/. Alcalá 31, Madrid 28014, España
Tel: +91 720 82 60
Venta de entradas: Entrada gratuita
Horario: Martes a sábado de 11 a 14 horas y de 17 a 20:30 horas Domingos y festivos de 11 a 14 horas

Fuente: Gabinete de Prensa, Consejería de Cultura y Turismo
www.madrid.org

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El mito de María Lionza



El mito de María Lionza en uno de los rituales más difundidos en la región venezolana, tiene su origen en los grupos prehispánicos caquetíos y cirajaras, etnias pobladoras de la parte occidental, región que actualmente comprende los estados Falcón, Yaracuy, Lara y Cojedes; el mismo hace mención a una reina caquetía, habitadora de un palacio subacuático, que encantaba a los hombres y los tomaba por esclavos. Es considerada como la reina de las aguas sagradas, en las cuales habita, también como madre de lo orgánico y lo inorgánico, de la flora, la fauna y los metales.

Cuenta el mito que María Lionza era una princesa indígena, que fue raptada por una anaconda, dueña de una laguna. Dios escarmentó al animal, provocándole que se hinchara hasta explotar, lo que produjo una inundación que causó la muerte a todos los indios de la tribu de la doncella.

La pequeña se convirtió en la dueña de la selva y de los animales salvajes. Su nombre original se perdió y el de María surge a partir de la concordancia con la Virgen.

Hacia la parte occidental del estado Yaracuy está localizada la pequeña ciudad de Chivacoa, custodiada por imponentes montañas .No hay ninguna razón para dudar que las montañas de Sorte y Quivayo, donde habita la diosa que reina en Yaracuy, sean sagradas. Ahí van todo el año, y aún más en días de Semana Santa, peregrinos de todo el país a rendir culto a María Lionza, nuestra diosa pagana por excelencia. Ella es aborigen y matriarcal, y ha subsistido hasta hoy pese a todas las amenazas y presiones de los gobiernos españoles y republicanos. Para desviar las persecuciones religiosas de los fanáticos europeos, su nombre fue sustituido por el de la Virgen Patrona de la Onza del Prado de Talavera de Vivar. María Lionza suele representarse como una señora vestida con un manto azul, plumas de colores y joyas, sentada en enormes boas o acompañada de tapires hembras, pumas, jaguares o chivos. Cuando pasea por la intrincada selva de Nirgua o Chivacoa, anda en una danta o tapir hembra, que llevan herrados en las ancas signos de petroglifos. La danta es invulnerable a todo tipo de armas e incluso a las oraciones cristianas. Tiene el poder de «petrificar» a la gente mala, a los avaros, a los ladrones y saqueadores. Cuenta con una legión de sacerdotes que la protegen, los piaches indígenas y acepta ofrendas y tributos.

En Maria Lionza se resumen los componentes de sexualidad presentes en la Santería Cubana y en la Regla de Palo Monte, junto con el sentido trascendente del culto católico a la Virgen María.

La finalidad del culto es la cura física y espiritual de los practicantes, creyentes, o de quienes, en la búsqueda de una terapéutica alternativa, encuentran en el ritual de María Lionza una tabla de salvación, se recurre a la benevolencia de la reina para solicitar prosperidad en los negocios, el amor y la fertilidad.
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