Mani - Su ritmo, baile y Pelea

Interesantes temas sobre Palo Monte y todas sus corrientes.
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Cuenta_Nganga
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Mani - Su ritmo, baile y Pelea

Mensaje por Cuenta_Nganga »

Chiquitito saludando to viejo Congo que cuenda. Sala Maleko

Quisiera saber porfavor si alguien me puedes iluminar un poco sobre el baile, ritmo y Pelea Mani. Creo que el Mani es un ritmo que se toca mas con los tambores de Yuka, pero no estoy muy seguro. Mas, he leido en varios lugares que en Cuba existe (o existia) un arte martial donde los hombres peleaban con palos, como una forma de esgrima, para preparar para guerra. Y que eso se hacia mientras los tamboleros tocaban el ritmo Mani en sus conga o yuka.

Es posible confirmar esto?

Tambien, la rumba colombia tiene muchos elementos de guerra, incluso el baile con machete, cuchillo y palo. Es posible que lo anterior mencionado es relacionado?

Muchos gracias por su ayuda.

Ntango nunca Leka
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colecmg
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Re: Mani - Su ritmo, baile y Pelea

Mensaje por colecmg »

Nsala Malecun esto cada dia esta mas raro y se escuchan cosas nuevas uno por alla diciendo de la prenda ODETH y ahora por aqui el tema este de mani y su ritmo bueno soy palero y soy cubano e escuchado de muchos manbos que es lo que se usa en el palo pero tanto dentro como fuera de cuba no e escuchado de mani y de esa cosas de pela esgrimas ect eso no es de palo monte socio, aqui todo esta inventado ya, y se trata de mantener como es en cualquier momento sale uno que baja el muerto por internet.
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Cuenta_Nganga
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Re: Mani - Su ritmo, baile y Pelea

Mensaje por Cuenta_Nganga »

Sala malecun, tata

Espero que su comento sobre 'bajando muertos por el internet' no fue dirigido a mi, porque vine a conversar y compartir con los mpangui, no chocar cabezas con ellos.

El ritmo y baile de mani no es invento. Eso, ya lo se. No necesito que me confirme si existe o no, si no, decirme si todavia se practica la pelea de mani. Los tamboleros aqui saben tocar el ritmo. Yo, que no soy tambolero, todos los ritmos me suenan casi igual. Recomiendo que hablas con un tambolero antes de decir que el ritmo es un invento.


Para ser claro, no busco tratados de palo por el internet (tengo padrino). Mis preguntas son por aspectos CULTURAL de la tradicion Congo. Si quieres una lista de paleros y antroplogos que han hablado sobre el toque mani, te lo puedo dar (empezando con Felipe 'maso yerba' Villamil). Si quieres algunos nombres de Cubanos que enseñan mani, te lo puedo dar (Juan de Dios Ramos Morejon en Habana). Si queires que te enseño donde encontrar narrativos escrito por ex-esclavos mismo sobre la pelea de mani (tambien llamado el juego de mani), te lo puedo demonstrar si estas interesado.

Yo se que el juego de mani se practicaba como una forma de boxeo o baile pugilistico, pero tengo entendido que posiblemente usaban palos tambien.

si alguien puedes ampliar mis conocimientos sobre estos, sera muy agradecido.
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xxDannyxx
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Re: Mani - Su ritmo, baile y Pelea

Mensaje por xxDannyxx »

Yo como músico de profesión que soy te puedo indicar que por las caracteristicas que comentas del tipo de baile que es, lo he visto presente tanto en fiestas tradicionales como en religión.

Hay documentos que comentan de la existencia de una especie de danza de guerra que practicaban los bantu en su tiempo tanto para entrenar como por diversión y porsupuesto la música se realizaba con los objetos que tenian a mano.
Si esto es cierto puede ser que tambien se haya trasladado a cuba y por consiguiente a otras regiones, pero desconozco totalmente el nombre de ello. Como comente este tipo de danza se preactica en muchos sitios del mundo.

Saludos.
Cuenta_Nganga
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Re: Mani - Su ritmo, baile y Pelea

Mensaje por Cuenta_Nganga »

Danny,

Muchas gracias por su contesta iluminada. Si miramos bien, hasta en la tradicion de los Lukumises, la coreografia que sucede cuando baja Ogun y Chango es algo aparecido. Aqui, donde vivo, el mas popular es la Capoiera de los Brasilieros. Venezuela tiene su "juego de garrote", Colombia tiene su "esgrima de machete"

Para los interesado;

lo siguente es un extracto del libro 'Autobiography of a Runaway Slave' que son los recuerdos de Esteban Montejo, un ex-esclavo nacido in Cuba en el año 1860. Lo original, por supuesto, estan en Español, pero solo tengo accesso al ingles. Lo voy a traducir "imperfectamente" donde el habla sobre el mani

Habia otro baile que era mas complicado. No se si era un baile o un juego, porque se golpeaban, uno al otro bien duro. Este baile lo llamaban mani. Los bailadores formaban un circulo de cuarenta o cincuenta hombres, y empesaban a golpear uno al otro. A quien recibio un golpe, iba a bailar. Se vestia en ropas ordinaria de trabajar, con pañuelos de color en su cabezas y amarrado por la cintura. (Estos pañuelos se usaban para guardar las ropas de los esclavos para llevarlo a lavar: se llamaban pañuelos vayaja.) Los hombres ponian pesos en los puños que tambienera talismanes para hacer los golpes mas effectivo. Las mujeres no bailaban, pero cantaban coro, aplaudiendo y gritaban del miedo, porque a menudo, el negro cayó, y no se levantaba. Mani era un juego cruel. Los bailadores no hacian apuestos en los resultados. En algunos plantaciónes, los dueños hacian apuestos, pero no recuerdo esto pasando en Flor de Sagua. Lo que si hacian era prohibir que los esclavos se daban muy duro porque a veces, eran muy contusionado para trabajar el dia siguiente. Los niños no podian participar, pero lo observaban todo. Yo no has olvidado absolutamente nada.
Y para demonstrar que estos eran costumbres de los Congo en Cuba, el parafo anterior comienza:
El la que yo recuerdo mejor es el (tambor) yuka. Yuka era tres tambores: la caja, la mula ye el cachimbo, que era el mas chico.

La plantacion Flor de Sagua fue destruido en el año 1888. Era en el municipio de Santa Clara que queda como 200 kilometros de la Habana. Es probable que si la rama de Palo de uno no es cerca de este vicininad, no van a tener conocimiento del Mani.

Tambien mira aqui http://www.atenas.cult.cu/?q=node/5212
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Argelio
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Re: Mani - Su ritmo, baile y Pelea

Mensaje por Argelio »

Si en algo puedo ayudar, ahí les va. Las imágenes se las debo. Aché.

En Cuba también se conocieron bailes-juegos pugilísticos de origen africano. Fundamentalmente en las plantaciones cañeras de Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spíritus y las cercanías de La Habana fue muy frecuente entre las dotaciones de esclavos el baile del Maní (también llamado Bambosá), el cual aun solía bailarse en los años 1930 en el barrio “Los positos” de Marianao. En su obra “El baile y el teatro de los negros en el folklore de Cuba” de 1951, Fernando Ortiz, plasma la descripción más detallada del baile de Maní que hoy se conoce:

El juego de maní consiste fundamentalmente en un pugilato, durante el cual un jugador que está bailando trata de abatir con un fuerte golpe a puño cerrado a uno de los varios participantes que están a la defensiva, formando un corro a su alrededor. Un viejo moreno nos informó que algunos maniseros se ataban la mano izquierda a la espalda para luchar solo con su diestra, pero no parece que esto era lo usual. El baile y juego de maní era de hombres solos; peros se cuentan algunos casos de mujeres marimachos que gustaban de participar en el juego y daban buenos trompones. Los maniseros iban descalzos, desnudos de la cintura para arriba y con calzones cortos o subidos a la rodilla; sin armas, insignias ni otro adorno que algún pañuelo de colores colgando de un ancho cinturón de cuero que les protegía el vientre.

El maní se jugaba siempre de día y sobre “tierra muerta”, pero de varios modos. Maní limpio era cuando los púgiles o maniseros iban simplemente con la piel desnuda; maní con grasa era si ellos se engrasaban el tronco, los brazos y la cabeza con manteca de corojo, lo cual hacía que los golpes resbalaran al herir y fuesen menos contundentes y decisivos. Además el maní se jugaba por los maniseros “a puño y muñeca limpia”, o bien “con muñequeras” cuando llevaban forradas las muñecas y parte de los antebrazos con sendos brazaletes de pellejo de buey, reforzados “con adornos” consistentes en duras cabezas de clavos y púas de acero, remachadas en el cuero, o en piedras ocultas en su interior; aparte de los makutos y demás hechizos brujos con que los pugilistas querían asegurarse los certero de sus puñadas, esguinces y quites y la consiguiente victoria. A veces el golpeado caía hacia atrás sin sentido; pero en otras ocasiones era el bailador quien al agredir lo hacía con tales ímpetus y desacierto que el agredido, con ladearse un tiempo, lo hacía fallar, perder el equilibrio y caer de bruces ente dos sujetos de la rueda. En los bailes con muñequeras las trompadas eran más graves y el agredido podía quedar muerto; pero también el agresor, al ser parado, por ejemplo, con una muñequera de púas, podía recibir heridas muy peligrosas. Los golpes debían tirarse a la cabeza o al tronco, “de la cintura parriba”, de lo contrario no eran válidos y se consideraban fulastrerías, motivos de sangrientas represalias. Algunos golpes arteros estaban especialmente prohibidos, como el llamado raja-puyón, que se lanzaba contra el hígado. A menudos se olvidaban las buenas reglas del baile y se daban “golpes malos”, “como quiera”, no sólo con los puños sino con lo pies y la cabeza, y tirando así al rostro y al tronco como a la barriga y a las ingles. Pero aun aguardándose las normas, el juego era muy rudo y requería gran resistencia. Por eso un cántico de maní decía como sigue:

E que no guanta no rima
Ponte lejo pa mirá

(Quien no aguante los golpes que no se arrime y se quede lejos sólo para mirar.)

En el juego de maní intervenían un número variable de maniseros o púgiles, seis..., diez..., veinte, todos los cuales antes de comenzar la pugna hacían sus apuestas en dinero, depositándolas en un fondo común que retenía el jede del cabildo o un viejo elegido al efecto para que lo entregara luego como premio al campeón. Hecha la ponina colectiva de las apuestas, se sorteaba entre todos los jugadores quién iba a ser el primero que saldría a bailar. El sorteo se comenzaba por los dos más viejos y generalmente se hacía mediante un trozo de caña de azúcar, partido a lo largo, tirándolo uno de lo jugadores al aire después de preguntar al otro si iba “a cáscara o a masa”, análogamente como antaño era muy común hacerlo con una moneda tirada a suerte de “cara o cruz” y se hace ahora en Cuba “a estrella o escudo”. El que perdía en esta prueba era apartado y tenía que ir “a la rueda”, y así seguía la eliminación echándose sucesivas suertes “a cáscara o masa”, hasta que quedaba uno solo, el cual iniciaba el baile.

Para el juego todos los maniseros, menos el bailador, formaban una rueda o corro, uno junto a otro, cerrando a veces la formación los músicos a cuyo tañido se verificaba el pugilato danzario. En el centro estaba el protagonista bailando y cantando. Solía empezarse el juego con el canto de la figura 77. Los púgiles afamados al iniciar su baile “roncaban”, es decir cantaban con alarde de sus pasadas victorias y desafiando a los demás. Los cantos eran a veces “en lengua”, pero generalmente en habla criolla para que pudieran comprenderlos todos los negros presentes, de diversas “naciones” africanas, los cuales entre sí se entendían en un español elemental, así como los criollos y los blancos. Un canto africano decía con sentido que no hemos averiguado:

Oyaré aserendé numbaléo

Y el coro lo repetía. Un “cantao” decía en criollo:

Solo: Tié való pa tumbá viejo.
Coro: Tié való.

Otro aconsejaba un golpe de revés:

Solo: Tira a revé, que suena o ó.
Coro: Que suena o ó.

Los cantos con frecuencia se improvisaban y cada “gallo” lanzaba a su antojo sus “puyas” y fanfarronadas que enardecían a los rivales. Al canto del solista retador, replicaba el coro con un estribillo o repitiendo las palabras finales.


Figura XX1. Baile y canto de Maní.

El baile de maní no tenía una coreografía especial. El bailador hacía con sus ademanes, pasos y saltos las más variadas y primorosas figuras y mudanzas, a veces extravagantes, como para lucirse y distraer a los individuos de la rueda, despistándolos acerca de sus intensiones y sorprenderlos desprevenidos. En la rueda cada jugador estaba con los brazos libres, balanceándose “palante y patrás” sobre sus pies fijos, con sus piernas abiertas, “escarranchadas”, en contacto con las de sus vecinos, de manera que cada uno colocaba su pierna derecha cruzándola sobre la izquierda de su compañero, a la vez que su camarada del siniestro lado cruzaba la pierna derecha por delante de la izquierda suya. Así se formaba con las piernas de todos como una “valla”, que así solían decirle, y ninguno de los maniseros podía separarse de ella so pena de ser sacado del juego como perdidoso, y como cobarde si voluntariamente abandonaba la palestra, desistiendo de la pugna.

Comenzaba la música su tañido fuertemente rítmico (figura 77) y el bailador a moverse de un lado a otro a su compás, ejecutando muy variados pasos, ora serenos ora saltuarios, ya danzando junto a la línea de los jugadores ya brincando de uno a otro improvisadamente y a su capricho. En esas súbitas variaciones de pasos y en la movilidad inesperada del bailador estaba su secreto, pues su habilidad había de consistir en asestar inopinadamente un golpe que sorprendiera y “tumbar” a cualquier otro jugador o lo hiciera salir de la rueda. El que no podía parar o esquivar el golpazo, y se caía o se apartaba de la línea, rompiendo la formación, ya era perdido y quedaba definitivamente fuera de la valla.

Cada manisero en la rueda debía mantenerse firme, pero exclusivamente a la defensiva. Podía parar los puñetazos del adversario con sus brazos que se movían libremente, podía evadirlos ladeando su tronco y su cabeza de un costado a otro o agachándose; pero él no podía responder a los golpes con otros. No era un boxeo, ni era un pugilato entre dos. Era sobre todo un juego de fuerza, ligereza, habilidad y resistencia. El baile servía como base rítmica de los movimientos del protagonista y sus pasos numerosos y cambiadizos ocultaban como una enmarañada silva mímica, las intensiones y movimientos incoativos de la repentina agresión. Si el agresor alzaba su potente brazo ¿era por caprichoso ademán de simple coreografía o por disimulado inicio de un puñetazo? Sólo un instante mediaba entre el amagar y el agredir o entre el además aparentemente amenazador y su desviación de una mudanza del baile. Nadie sabía con seguridad ni quién, ni cuándo, ni cómo iba a ser objeto de una acometida. Un brazo del bailador se alzaba o contraía como para pegar; pero ¿contra quién? ¿Contra el manisero enfrentado por él o contra uno de sus vecinos inmediatos? ¿O contra otro más distante, distraído y confiado, que era alcanzado con un violento y repentino saldo? ¿O era sólo una finta para amenazar engañosamente a quien no se pensaba herir y lograr de ese modo el golpe decisivo contra un descuidado? Así, lance tras lance, el manisero agresor falla en una puñada porque el agredido se desvía, aquél es entonces el perdedor y el afortunado de la rueda pasa a ocupar el puesto privilegiado del protagonista del baile, que es el que tiene la iniciativa. Así se continúa hasta que la rueda se reduce a un número tan corto de participantes que ya no pueden cerrar el círculo juntamente con los tamboreros. Entonces los escasos maniseros que restan son los “gallos” y se forman en línea semicircular frente a los tambores, con el bailador que esté en turno danzando entre ellos y los músicos. Se llega al baile de un “gallo” contra dos contrincantes y al fin contra uno solo. El arte y el azar para ambos son los mismos; uno en su baile trata de abatir inesperadamente al otro con un golpe contundente y el amenazado procura aguantarlo en firme, pararlo o evadirlo. Quien de la pareja vence en este último lance gana el juego y suyo es el montón de las apuestas.

Por esta descripción se ve que ninguno puede triunfar si ha recibido un golpe eliminador; para uno ganar ha de haberse mantenido a pie firme en la rueda, aguantando los golpes indecisivos y parando o evadiendo los que se les aticen. Parece que se puede perder sin recibir ni una puñada, cuando uno gana por esquivar un golpe y pasa al puesto de bailador, donde, ya en la danza, se frustra su intento de propinar un golpe, por cuyo fracaso pierde lo que antes ganó. Si él pudo ganar por listo el quite de un golpe lanzado contra él, a su vez hubo de perder por otra evasión defensiva, la que a él le hicieron con éxito cuando bailando en el centre de la rueda él fue quien agredió sin fortuna. Así pues, se podía perder saliendo ileso del pugilato. Sin embargo, parece que en algunos casos el juego era más riguroso. No perdía un luchador sino cuando era “tumbado”. Sí perdía el bailador si se caía por su propio desequilibrio, pero si solamente fallaba el golpe, pasaba a unirse a la rueda y el ileso ocupaba su lugar central. Y así indefinidamente hasta que uno tras otro caían “tumbados” o se apartaban de la “valla” por causa de sus contusiones.

Era inminente el riesgo de recibir serias heridas, que podían ser mortales. Las lesiones se curaban con una infusión de aguardiente y orines, en las que se echaba un “mascón” o mascada de cabos de t _ _ _ _ _. Cerca de la rueda se ponían bateas con agua para lavar la sangre de las heridas graves, como un “rompío” de ojos, un “arrancao” de orejas o las desgarraduras de labios y mejillas, que eran usuales. Cuando uno “quedaba privado” le echaban agua fría a los pies, a que tornase en sí. Y si uno moría... “no pasaba ná...”. El muerto era apartado y el juego continuaba, pues una vez iniciado éste no podía suspenderse hasta llegar a su fin. Al ganador cuando se llevaba el premio todos debían congratularlo y le estrechaban la mano.

En ese astuto rejuego de lances, en que valían la fuerza, la destreza y la astucia, estaba la gracia del maní, que se adornaba con música y cantos. La música era de dos o tres tambores y un agógo o guataca percutida con un hierrito. Los tamboreros también podían tomar parte en las peripecias del juego. Los músicos tocaban sus tambores verticales, cilíndricos, clavados, de candela, hechos de un tronco de aguacate ahuecado y encorados con un pellejo de buey. Ellos tañían en su membranófonos los lentos ritmos tradicionales, a cuyo son el bailador y demás maniseros cantaban puyas y estribillos; pero así mismo podían correr los riesgos del maní. Si su función principal era la de percutir en el cuero de sus tambores, también corrían el azar de que les percutieran duramente en su propio pellejo. Mientras los tamboreros tocaban los ritmos para los cantos y el baile, el jefe de ellos, el cajero, tenía que estar muy alerta pues la estricta regla del juego exigía que cuando el bailador daba inesperadamente un duro golpe, aquél con sus manos diera también sobre la membrana de su tambor un golpe seco, rigurosamente sincronizado con el producido por el bailador. El cajero, que en el toque de su caja solía primorear “quinteando” como en las rumbas, debía en todo caso “marcar el golpe” del puñetazo en el preciso momento cuando este se daba. Uno y otro golpe, el del puño y el del tambor, debían sonar juntos, al unísono; ésa era una de las típicas finezas del juego. Si el cajero se distraía o retrasaba un tanto, perdía su puesto de músico y pasaba a la rueda a correr las mismas contingencias que los demás, pues allí podían “tumbarlo” como a otro cualquiera, mientras otro músico lo relevaba en la orquesta. Este sincronismo musical entre el golpe del tamborero y cierto paso del bailador es usual en las “rumbas bravas” o “rumbas de solar”. Es muy típico, además de interesante, porque su presencia en el baile de maní y en la rumba parece ser un argumento confirmativo de la muy difundida tradición de que la rumba es etnográficamente de origen gangá, tanto como lo es el baile-juego de maní.

El juego de maní en África debió tener originariamente un sentido mágico, como era muy común en los espectáculos agonísticos, que solían relacionarse con ritos astrales y agrarios; pero no sabemos que en Cuba lo tuviera. De todos modos, la hechicería era en él frecuente para asegurar la victoria propia o la derrota de los adversarios. Los maniseros solían llevar escondidos en sus muñequeras o en el cinto, muy poderosos makutos, masangos, resguardos, polvos, bilongos y demás hechizos, así defensivos como agresivos. Y cuando combatían por bandos, se preparaban muy anticipadamente con ritos mágicos y conjuros para akangá a los contrarios. El maní era juego en que los protagonistas entraban individualmente, pero con frecuencia se formaban grupos que hacían desafíos colectivos. A veces los de un ingenio contra los de otro; y se dieron casos en que los amos patrocinaran esos juegos espectaculares y de diversión, aumentando el fondo común de las apuestas para mayor aliciente. Y no faltaron blancos forzudos y animosos que, atraídos por aquel exótico pugilato, entraban en él como cualquier moreno valiente. Se cuenta de un español, gobernador militar de Trinidad, que tuvo nombradía como manisero. Otras veces hubo grupos trashumantes de profesionales formados por maniseros de fama ganada en victorias repetidas. Muy nombrado fue el “puñao” de maniseros que dirigió una tal Martina, negra bruja de Trinidad. Sus contrarios perdían siempre. Los maniseros de Trinidad fueron muy reputados y temibles. Nos contaba uno de ellos, que con muchos otros fue mambí en la guerra por la independencia nacional, que en los campamentos solían jugar maní y eran tan destacados los trinitarios que éstos cantaban con sorna en los desafíos, aludiendo a que no encontraban quienes quisieran rivalizar:

Trinitario tá mucho aquí
Vámono pa Trinidad

En las provincias de La Habana y Matanzas tuvieron renombre los maniseros de Aguacate, Canasí, Caraballo y comarcas aledañas, pues sus brujeros lograban siempre triunfar y sus contrarios quedaban muy malparados. Aun en los modernos tiempos de la afición al base-ball, los peloteros no querían ir a esa región por miedo a los ardides de sus brujos, que les frustraban sus juegos y les causaban daños.

Nos han contado viejos esclavos que a veces los amos de los ingenios se interesaban en el juego de sus negradas y organizaban grupos de maniseros que retaban a los rivales de otras fincas, como si se tratase de “peleas de gallos”. Cada amo apostaba por sus maniseros a que “tumbaban” más que sus contrarios, y en esos desafíos los negros “tumbados” pasaban a ser esclavos del amo de los “tumbadores”. Roger Bastide piensa que las capoeiras brasileñas fueron favorecidas por los blancos para desviar así la agresividad del resentimiento de los esclavos hacia expresiones violentas pero intrascendentes. De todas maneras el juego de maní fue una de las grandes diversiones de los negros africanos y de sus hijos, y muchos tuvieron gran prestigio por las tierras azucareras de Cuba, como los buenos boxeadores de nuestros días. Uno de los más afamados por el sur de Las Villas fue Indalecio Esponda, esclavo que como manisero le gano tanto dinero a su amo, el dueño del ingenio espirituano llamado “Bacuino”, que éste lo emancipó un día en que “tumbó” a varios de sus rivales más forzudos y hábiles. Hemos oído a Clemente Diago, hoy nonagenario, referir sus hazañas de “gallo”, “puyero” y “manisero” por los antiguos ingenios de Matanzas y Las Villas. Hasta tuvieron resonancia algunas maniseras. Por Las Villas sonó mucho Caridad Cantero, como virago temible en su juego. Cuéntase que a un manisero muy mentado, de nombre José Sarría, lo derribó una mujer manisera, por lo cual quedó muy avergonzado y jamás volvió a “jugar”.

Los famosos maniseros esclavos solían emanciparse con sus ganancias y a veces eran pendencieros y perturbaban los juegos, por lo cual se les vigilaba y se hacía que abandonaran la comarca. Un tiempo el maní se persiguió mucho por las Villas, donde era muy usual y fue degenerando en luchas terribles, poco menos que criminales. Se dice que el juego de maní fue legalmente prohibido; pero no tenemos prueba de que las autoridades lo persiguieran. Fue sólo precaución temporal y local, de un ingenio o de una zona, en evitación de abusos en las apuestas o trastornos en las faenas de la zafra. Hoy día raramente se juega maní en algunos poblados rurales, pero sólo “marcando” los golpes. El terrible juego-baile ya es sólo la pantomima de un rito ancestral. Sin duda, el baile-pugilato de maní tenía una expresión más estética que la brutalidad de los civilizados boxeos, y creemos que favorecer su pervivencia en Cuba como un popular ejercicio deportivo y de educación física, no habría de ser un desatino.

Ortiz realmente no ofrece en esta obra ninguna razón por la cual se atribuye dicho baile a los gangá, a quienes se ha logrado ubicar en los actuales Sierra Leona y Liberia, países de África Occidental. Se piensa que dicha asociación podría basarse en la identidad de ambos términos: “baile de maní” y “gangá maní”. Para corroborar esta hipótesis habría que comparar descripciones de dicho baile con las que pudieran existir de los bailes de los manis, o manes, pueblo que inmigró a Sierra Leona a mediados del siglo XVI.


Figura XX@. El baile de Maní ejecutado por el Conjunto Folklórico Nacional de Cuba. Imágenes del documental “Nosotros la música”, 1964.

También es posible que el baile de maní tomara su nombre o bien del Mani–kongo (rey del reino del Congo, y término conocido en Cuba durante el período colonial) o de maní que, según el propio Ortiz, es como los negros libres y poderosos del Congo se llamaban a sí mismos. En este caso el baile de maní sería de origen bantú, tal y como sostiene Argeliers León en “Del Canto y el Tiempo”, donde además explica que este baile se solía acompañar por un conjunto instrumental reconocido por él, y por diversos investigadores, como de origen bantú: los tambores Yuca. A estos tambores sí hace alusión Ortiz aunque de forma indirecta al referirse a la “caja”, denominación del mayor de los tambores Yuka, y al “cajero”, su ejecutante.
Cuenta_Nganga
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Re: Mani - Su ritmo, baile y Pelea

Mensaje por Cuenta_Nganga »

Argelio,

Mil gracias . Pudiste iluminar para me mas del Mani en un solo posteo que yo no he pudido encontrar buscando por meses. Muy Agradecido estoy. Ahora voy a volver a leer a su post de nuevo para poder memorizar los datos. Ojala que el mpangi anterior todavia esta mirando el foro para que vea que nunca deber decirle 'invento' a cualquier cosa que no conoces. El mundo es grande.

mbote
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