A la memoria de Félix Cancio e Isidro Valdez
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Las religiones Afroamericanas son tan complejas como la misma diversidad de manifestaciones dejadas por los Áfricanos en esta tierra, lo cual se convirtió en un valioso aporte cultural para nuestra identidad americana. Se vincula indistintamente su personalidad al trance o posesión, dejando al lado otros elementos definiéndola como complejas; nos referimos al calendario de festividades, rituales de iniciación, liturgia, mitología, sistemas de adivinación y las jerarquías sacerdotales. Precisamente los temas por abordar en esta oportunidad son el Culto a Ifá como sistema adivinatorio, el Babaláwo, sacerdote mayor, y la divinidad Òrúnmìlà, representación de la sabiduría en la religión popularmente llamada Santería. Estos temas nos mostrarán un elemento para comprender el culto de los Òrìsàs, divinidades Yorùbá traídas por los esclavos a la Cuba colonial, desplazada por todo el Caribe y ahora presente entre nosotros.
Ifá representa el pensamiento filosófico por excelencia, la sabiduría plena, el centro de las ideas cosmogónicas y cosmológicas, la visión del mundo, las normas éticas que rigen las relaciones sociales de los hombres, la concepción de la Naturaleza, la vida, la muerte, los preceptos orientadores de los hombres y su conducta frente a las fuerzas contrarias al bien. Ifá como todo lenguaje de vida, simbólicamente se transmite por la vía de los Odù u Odun, signos o letras descifradores del mundo, observando el bien y el mal. Básicamente son 16, llamados Olodùs o Méjìs, a continuación los nombramos en el orden jerárquico para los sacerdotes: Ejìogbè, Òyèkú, Ìwòrì, Òdí, Ìrosùn, Òwónrín (Ojuani), Òbàrà, Òkànràn (Okana), Ògúndá, Òsá, Ìká, Òtúrúpòn, Òtúrá, Ìretè, Òsé y Òfún. Asociados a cada signo hay un conjunto de versos, proverbios e historias ilustrativas llamados Patakíes, donde se recrea el mundo simbolizado en tramas protagonizadas por los dioses Yorùbá, animales o personajes ligados al mismo signo. Ifá habla en metáforas y parábolas. El diálogo que entabla el consultado con el sacerdote discurre en la estera perfilando la claridad del consejo de Òrúnmìlà. Existen otras letras del resultado de la combinación de los Odù básicos llamados Àmúlù o compuestos, en su totalidad serían 256 signos fundamentales que contiene este sistema adivinatorio.
Del panteón de dioses de la Santería o religión de los Òrìsàs, hay una deidad ligada al Oráculo de Ifá, Òrúnmìlà, el benefactor de los hombres, consejero y sabio, el encargado de interpretar Ifá. Para la concepción de los creyentes, al nacer alguien, se debe presentar al creador para saber su destino. Òrúnmìlà es testigo, por tanto es acreditado a orientar a los humanos para enfrentar la vida. Otra fundamentación estriba en que una vez concluida la Creación, Olofin (Dios), sube al Cielo cansado de trabajar, enviando posteriormente a Òrúnmìlà y a los otros Òrìsàs a la tierra a encargarse de los problemas humanos. Al principio el òrìsà Sàngó, dios del trueno y el fuego, era el encargado de interpretar Ifá, pero a consecuencia de que sus permanentes batallas y guerras no le permitían consultar, le entregó los instrumentos de adivinación al viejo Òrúnmìlà. En otra versión es Eleguá, dios de la encrucijada y los caminos, que salva a Òrúnmìlà de la furia de su padre cuando era pequeño. En este patakí el padre de Òrúnmìlà ordena matar a todos los varones por la indignación que le produjo Ògún, dios del hierro y la guerra, al efectuar incesto contra su madre. Òrúnmìlà fue enterrado al pie de una Ceiba y diariamente Eleguá le llevaba alimento. Con el tiempo fue perdonado por su padre y salvado de su entierro, luego Sàngó cortó de esa Ceiba un tronco e hizo un tablero para adivinar y se lo entregó a Òrúnmìlà convirtiéndose éste en un famoso adivino entre la gente.
Desde los tiempos más antiguos los Yorubá han basado sus creencias religiosas en un legado que el Creador les entregó, donde òRÚNMÌLÀ aparece como el CUSTODIO de los secretos de la vida.
Los argumentos anteriores son resúmenes forzados, por razones de espacio, de historias contenidas en el Oráculo de Ifá explicando el rol ocupado por Òrúnmìlà así como de los otros Òrìsàs, sus relaciones parentales, personalidades, caprichos e inconformidades. Los dioses Áfricanos son distintos a lo acostumbrado, ellos se humanizan, poseen sexo, conciben, viven y tienen debilidades. En analogía, Ifá representaría la Biblia del Cristiano o el Corán del Musulmán. Cada elemento del ceremonial y la ritualística de esta religión, su origen, la esencia de las ceremonias, en fin todo, Ifá lo explica. No sólo en el campo de lo religioso, también en las normas que rigen la vida profana de los creyentes en los Òrìsàs. Para entablar un diálogo con Ifá los humanos se dirigen a los Babaláwos, sacerdotes del culto, únicos autorizados para consultar con el Oráculo de Ifá. Son servidores de Òrúnmìlà, cargo que se recibe en una ceremonia de gran envergadura. Estos sacerdotes son fieles intérpretes de la máxima unidad sagrada, Ifá-Òrúnmìlà. Escogidos y privilegiados por este Òrìsà entre los varones, ni siquiera entre los homosexuales. Los hombres seleccionados pasan generalmente por una ceremonia primaria dirigida por Babaláwos, llamada “Entrega de Mano de Òrúnmìlà o Lowofakan”, donde la divinidad escogerá su futuro iniciado. En el caso de las mujeres esta ceremonia es un poco diferente y recibe el nombre de Ikofa, lo cual es una representación de Òrúnmìlà, además de ser la mayor ceremonia de este culto para ellas, llegando al rango de Apetebii o ayudante de Òrúnmìlà.
Las funciones de los sacerdotes están prescritas en Ifá. Su autoridad para salvar una persona de una muerte trágica repentina, colocándole el Idefá, pacto de Òrúnmìlà con la muerte, simbolizado en una pulsera de color amarillo y verde colocada en la mano izquierda. Otra función del Babaláwo es la de iniciar a otra persona entregándole Eleguá, deidad principal, junto a Ògún, Oshosi y Osun. En conjunto son llamados los guerreros, y de los que se dice que fueron iniciados en Ifá, por lo tanto son entregados por los Babaláwos porque ellos conocen enteramente sus secretos. Además de esto los Babaláwos ejercen diversas funciones en la consagración de una persona con su Òrìsà tutelar, averiguan con el Oráculo de Ifá cuál es su “Ángel de la guarda” o el Òrìsà que le será consagrado, y también realizan el ebo de entrada y la matanza de los animales en la consagración con su deidad. La mencionada entrega de “Mano de Òrúnmìlà” y consagrar a un nuevo Babaláwo son órdenes de Òrúnmìlà y para esto se deben cumplir los requisitos antes mencionados, agregando una conducta moral intachable, ser varón definido y hacer cotidiana la humildad.
No existe una organización jerárquica total en este culto, la circunstancia histórica no lo permitió. Existe un orden jerárquico por familias sagradas y relación de iniciados. Otro concepto jerárquico depende de la profundidad en el conocimiento del sistema de adivinación y ceremonias alcanzadas después de hacerse Babaláwo. Las ceremonias posteriores a la consagración de Ifá son, recibir “cuchillo” o Wanaldo, autorización para efectuar matanza de animales de 4 patas y, la mayor consagración del Babaláwo, ser Omo Odù, que es recibir Olofin. También se puede ser Oluwo Babaláwo, punto polémico entre nuestros informantes, ya que algunos afirman que es un Babaláwo consagrado antes con su Òrìsà tutelar, mientras otros hablan de que aquel Babaláwo que consagra a otro hombre como Babaláwo recibe el título de Oluwo. Muchos colocan a los Oluwos en la primera clasificación ya descrita, en fin el orden mencionado es respetado por la mayoría, agregándole el factor tiempo de consagración o antigüedad que es de mucho peso entre los sacerdotes.
La representación material de Ifá o los elementos simbólicos de su energía son los Ikines o semillas sagradas, utilizadas en la adivinación conjuntamente con el tablero u Opon, tabla de madera redonda. Al momento se le agrega un polvo sagrado, Iyerosun, permitiendo visualizar las marcas hechas por el sacerdote en la manipulación de las semillas. Este acto memorable se denomina tefar y es usado exclusivamente para ceremonias de mayor envergadura: la entrega de “Mano de Òrúnmìlà”, las ceremonias de adivinación en la consagración de un Babaláwo o en la “Apertura del Año”. Otro instrumento de permanente uso en la adivinación es el Òpèlè, una cadena de 8 cuentas, cada una con un lado oscuro y otro claro, y en donde se lee la letra u Odù luego de que el sacerdote la deja caer sobre el tablero. Hay otros instrumentos complementarios en ambos métodos de consulta, los denominados Ibos: piedra pequeña, hueso, caracol, etc. Estos se utilizan en el proceso de la consulta para negar o afirmar las preguntas hechas por el Babaláwo. Otro es el Iruke, un rabo de caballo adornado usado para cubrir los Ikines antes de tefar. Finalmente el Irofá, un tarro o cacho de venado que tiene múltiples usos: para la entrega de Idefá o para afirmar lo dicho por otro Babaláwo golpeando el tablero cuando se hace Itá, el arte de adivinar o leer el porvenir de una persona.
Al referirnos a las jerarquías entre los Babaláwos hablamos de las familias sagradas o la reinterpretación de los antiguos linajes interrumpidos por la esclavitud. Al llegar a Cuba estas familias se mantuvieron en la religión. Los primeros Babaláwos en esa tierra se remontan a la segunda mitad del siglo XIX, según datos aportados por la eminente investigadora Lic. Claudia Mola, directora de la Casa de África en La Habana, y a quien agradezco parte de la información manejada. Estas ramas o familias de Ifá aún se mantienen y algunas fueron liderizadas por nombres de dignatarios como: Tata Gaytán (Ogunda Fun), José Asunción Villalonga (Ogunda Masa), Bernabé Menocal (Baba Ejìogbè), Bernardo Rojas (Irete Di), ño Carlos Adebi (Ojuani Boka), Quintín García (Oturanico), Miguel Febles (Odi Ka) y muchos otros que agrandarían con sus nombres la historia de cómo permanece el Culto de Ifá en América. Como un aparte es importante aclarar que, sabiéndose del origen de este Culto de Ifá en África, algunos investigadores lo ubican en el siglo XI, similar a la geomancia desarrollada en el Medio Oriente, y aún permanece. Llegado a Cuba entre finales del siglo XVIII y XIX se expandió por parte de América, encontrándose actualmente en Venezuela un sin número de Babaláwos. No representa internamente ninguna jerarquía haberse consagrado en Cuba, las razones del mismo Ifá, su origen, las fundamentaciones de los lugares donde se ha expandido, entre otras cosas, nos convencen que esta religión no pertenece a ninguna región o territorio especial, pertenece al mundo. Sólo encontraríamos diferencias, lógicamente, en la manera de efectuar algunas ceremonias, hecho que ocurre a menudo. Como investigadores no podemos impedir algunos cambios que ocurren. Nuestra función sería reseñarlos y analizar las distintas razones de estos cambios o si son oscuras intenciones para desvirtuar la esencia de este hermoso culto. A veces esto ocurre. ■
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