Los árboles tenían que hacer ebo porque se avecinaba una catástrofe. Mucho de ellos, los más grandes, se creían poderosos por su corpulencia y fortaleza, así que no siguieron el consejo. Su orgullo y soberbia los hacía sentirse omnipotentes y pensaban que nada ni nadie los podía dañar. Los demás árboles sí hicieron el ebo, y se les recomendó que se doblegaran bajando la cabeza. En eso llegó Oya al lugar en forma de tormenta, arrasando todo lo que había a su paso. Los árboles grandes lucharon para soportar la tremenda fuerza de los vientos pero fueron finalmente arrancados de raíz, sólo los árboles que hicieron el ebo se salvaron porque se inclinaron mostrando humildad. ■
Lo más reciente
Entrevista a Leonel Gámez «Oshe Niwo»
Paralelo a su trabajo como sacerdote de Ifá, se ha dedicado a investigar sobre los aspectos comunes que comparte la religión...
Èsù-Elegbara: El guardián de los caminos
Entre las deidades que son veneradas en la religión de los òrìsàs, Èsù-Elegbara es una de las más populares lo cual se...
La lucha entre Òyèkú y Éjìogbè luego de la creación del mundo
Cuando Olódùmarè comenzó el proceso de creación de la Tierra, todo estaba sumido en la nada. En ese tiempo le fue entregado...
Odùdúwà: El fundador de la nación Yorùbá
De todos las deidades que conforman la religión de los Òrìsàs, sin duda Odùdúwà es una de las más respetadas. Para...