La niña Montes de Oca

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A partir de la década de los 80’s, la expansión de la Religión de los Òrìsàs ha tenido un repunte extraordinario en América, específicamente en países como: Venezuela, Estados Unidos, Puerto Rico, México y Panamá. Para muchos, esto se debe a que esta antigua tradición de origen africano emerge como un elemento innovador dentro de las costumbres religiosas occidentales para brindar un aporte importante en una gran parte de una población ávida de soluciones en torno a las relaciones personales, la economía, la salud y la espiritualidad.

Dentro de estas palpitantes comunidades religiosas, destacan cierta cantidad de Olòrìsàs que se dedican a aprender y realizar rituales básicos con los que asisten a una gran cantidad de personas que buscan resolver los múltiples problemas que a veces los agobian. Estos Olòrìsàs emergen como parte de las nuevas generaciones que toman las riendas de la religión; no obstante, forma parte de la tradición honrar a aquellos que fueron los pilares en épocas pasadas, aquellos que sembraron la semilla que actualmente está germinando en muchos hogares que han encontrado las soluciones a sus problemas gracias a la Oosa.

Uno de estos personajes fue una mujer que fomentó la Religión de los Òrìsàs en Venezuela, en tiempos en que la práctica no poseía aún tanta popularidad. Nos referimos a Juana María Montes de Oca Cruz, conocida popularmente como “La niña Montes de Oca”, quien nació el 1º de mayo de 1901 en Sagua La Grande, una ciudad  de la provincia de Santa Clara, Cuba. En enero de 1940 se radicó en Venezuela durante 17 años dedicándose a la alta costura, hasta que regresó a La Habana para consagrarse en Oosa el 22 de febrero de 1956 con su madrina Selmira Alvarez (Oshún Lai) y con su Oyubona Caridad Cuesta, hermana de Pascualita Cuesta. Le coronaron Obàtálá, su madre fue Oyá y su nombre de consagrada fue Oosa Inle. A pesar de que le habían dicho que su consagración se debía realizar por un problema de salud, y por ello no debía trabajar la religión, consagró a muchas personas en Oosa.

En el año 1976, La niña Montes de Oca realizó su primera consagración, se la hizo a Javier Jiménez (Omí Lasa), y desde ese momento y hasta el día de su muerte, lo cual ocurrió el 26 de abril de 1989, consagró a 39 personas. Muchas de estas consagraciones fueron realizadas a personas públicas o que tuvieron una vida religiosa prolífera, como es el caso de Roberto Hernández, Alberto La Cruz y Alfredo Brito. Este último fue consagrado con el orisha Agaju en forma directa, ceremonia que dirigió el oriaté Héctor Lavadie y contó con la asesoría del Babaláwo Lázaro Hipólito Armenteros “Irete Kután”.

La niña Montes de Oca tenía excelentes cualidades espirituales y humanas, y además de trabajar la Oosa se dedicaba a consultar con las cartas. Esta insigne mujer era muy caritativa y se entregó a la idea de ayudar a la gente que necesitaba de los Òrìsàs, lo cual hizo con humildad y sin un interés lucrativo. Lamentablemente mucha gente no le dio el valor real que merecía, no tomaron en cuenta que ella fue una de las primeras Iyalòrìsàs que ingresaron al país, siendo la inspiración para que mucha gente se cobijara bajo el manto de las deidades a las que rindió culto.

Muchos de sus ahijados dicen que han visto los frutos de la obra religiosa que cultivó, en las consagraciones que realizó, en los collares que colocó y en las obras que hizo a las personas que necesitaron de su ayuda; en fin, fue para ahijados y pacientes una noble mujer que mantuvo con firmeza la esencia de la religión Yorùbá, la cual llevó con humildad y devoción, como se debe ser practicada cualquier religión.