El descubrimiento del nuevo mundo causó en Europa un gran revuelo, y despertó en cierta medida una avaricia desbocada, generando a su vez una lucha de poderes por el dominio de las nuevas tierras. Al transcurrir el tiempo, el conquistador expropió por la fuerza a los verdaderos dueños del territorio americano, los indígenas, lo cual no bastó sino que además estas personas fueron sometidas y esclavizadas para explotar el suelo donde vivían. Esta era la esencia de la mentalidad de la época colonial, hacer producir los territorios conquistados para aumentar el poder económico de los imperios del viejo mundo y así fortalecerse ante las demás naciones europeas. Estos países eran principalmente España, Portugal, Francia, Inglaterra y Holanda, los cuales luchaban por la inmediata posesión de los nuevos horizontes descubiertos.
Ante la demanda de productos como el tabaco, el azúcar y el café, cosechados en las plantaciones del nuevo mundo, los colonizadores tuvieron la necesidad de traer a América la mano de obra esclava que se utilizaba en la Península Ibérica, Egipto, Asia Menor, Italia y Francia. De esta manera comenzaron a llegar al nuevo continente, grandes contingentes de negros esclavos para ser usados en el duro trabajo que no podía soportar el indígena local. Se cree que estos esclavos llegaron primero a la Española y a Cuba, provenientes de las naciones cercanas a la costa occidental de África. Así se introdujeron a América numerosos grupos humanos de las etnias: Yorubá, Congo, Nagó, Arará, Ashanti, Wólof, Mandingo, Bambara, Malinké, Hausa, Fon, Bariba, Adja, Jekri, Ijo, Igbo, Efik, etc. La dominación a la que fue sometido y la sorpresa de encontrarse en un nuevo mundo, ante una nueva forma de vida en donde perdió su libertad, no apagó su voluntad e inteligencia. El africano se apegó a sus costumbres y tradiciones para poder sobrevivir al cambio radical a que fue sometido. Con él llegaron también sus deidades, que son las mismas que rigen este mundo desde su creación, pero que sólo fueron transformadas por las características de una cultura radicada en una región diferente a las demás.
La cultura que tuvo mayor predominio en el Caribe fue la de los Yorubá, quizás debido a la dominación que ejercían en África a través de vastos imperios como Ifé, Oyó, Abeokuta, Dahomey, Ibadan, Ogbomosho, Osogbo, Iwo e Ilorin los cuales controlaban aproximadamente 80 poblados Yorubá, además de muchas otras naciones africanas, imponiendo su amplio poderío económico, político y militar. Esta influencia Yorubá en América dio a conocer a deidades como: Èsù, Obàtálá, Òrúnmìlà, Agajú, Ògún, Òsóòsi (Oshosi), Sàngó (Shangó), Yewá, Yemoja (Yemayá), Òsun (Oshún), Oya, Òsányìn, Òrìsà-Oko, etc; todas ellas regidas por Olódùmarè (Dios). Según la tradición oral Yorubá, se sabe que el Universo, y la tierra en sí, fue creada por él, donde participaron también otras divinidades, quienes comenzaron a habitar el planeta en los primeros tiempos luego de su trabajo. Volviendo a la época esclavista, nos encontramos que los africanos mantenían sus ancestrales costumbres y, cada vez que tenían una oportunidad, realizaban ritos a sus deidades para esclarecer sus caminos y sentirse acompañados y protegidos en la extraña tierra que sería su nuevo hogar. Estas prácticas rituales fueron condenadas rotundamente por el blanco, siendo los esclavos víctimas de fuertes castigos y hasta condenados a muerte.
Como consecuencia de la trata de esclavos, llegaron a América muchos pueblos africanos acompañados de sus religiones, las cuales son practicadas por millones de personas en todo el mundo, como es el caso del culto a los òrìsàs
Como la práctica religiosa Yorubá tenía cierta similitud con el catolicismo, en el sentido de que hay un Dios creador y una serie de seres que lo acompañan (deidades en la cultura africana y santos en la iglesia católica), y además era vista como algo inferior porque era practicada por los esclavos, la sociedad colonial comenzó a llamarla sarcásticamente «Santería» como una forma de burla. Debido a esto, en artículos siguientes muy poco usaremos la palabra Santería, ya que el término apropiado es Oosa (Osha); igualmente sustituiremos la palabra Santeros por Olòrìsàs.
Como lo dijimos anteriormente el término Santería tenía como objeto disminuir la práctica religiosa que traían los esclavos africanos cuando llegaron a América, debido a que, al igual que en la iglesia católica, adoraban seres superiores, pero con características muy diferentes. La diferencia principal radica en que los òrìsàs africanos son más antiguos y se les rinde tributo de una manera distinta a como se adora a los Santos de la iglesia católica. Otra diferencia es la fe ciega que el africano tiene hacia sus deidades, cosa que muy poco se ve en las religiones occidentales en donde a veces se acude a los templos religiosos con un tipo de fe superficial que se manifiesta sólo cuando hay una necesidad urgente. El término Santería se ha mantenido a través del tiempo en algunas personas debido al costumbrismo del pueblo practicante de esta cultura africana. Con este término o nombre se identifica una práctica religiosa ancestral que durante mucho tiempo ha servido al hombre para comunicarse con las fuerzas que dieron origen a la civilización y que se mantiene latentes para ayudar al ser humano actualmente.
El término Santería se ha mantenido a través del tiempo en algunas personas debido al costumbrismo del pueblo practicante de esta cultura africana. Con este término o nombre se identifica una práctica religiosa ancestral que durante mucho tiempo ha servido al hombre para comunicarse con las fuerzas que dieron origen a la civilización y que se mantiene latentes para ayudar al ser humano actualmente.
El primer contacto que una persona tiene con los òrìsàs suele ocurrir a través de los oráculos adivinatorios. Estos son: el de Ifá, usado por los Babaláwos, y el de los Caracoles, utilizado por los Òlòrìsàs. Tantos los Babalàwos como los Òlòrìsàs son los únicos capacitados para manejar estos oráculos, ya que ellos han sido consagrados como sacerdotes en Ifá y en Oosa, respectivamente, a través de profundos rituales secretos.
En la consulta a los oráculos adivinatorios la persona interesada tendrá un contacto directo con las deidades Yorùbá, de esta forma podrá enterarse de los problemas que interfieren en su vida además de las soluciones para resolver cualquier situación. En la consulta al oráculo de Ifá habla Òrúnmìlà y en la de los Caracoles, Èsù-Elegbara transmite los mensajes que manifiestan el resto de los òrìsàs. El Babaláwo o el Olòrìsà, según sea el caso, interpreta los odù o signos que aparecen en el oráculo y le dice al alejo o interesado los consejos que el òrìsà emite para una mejoría en torno a la salud, la estabilidad, el porvenir y la protección que necesita.
También el interesado puede enterarse si la religión está en su camino. Si éste es el caso, la persona podría iniciarse recibiendo cinco collares sagrados en una ceremonia secreta. Estos collares están impregnados de la energía de los cinco òrìsàs fundamentales: Èsù-Elegbara, Obàtálá, Yemayá, Sàngó y Òsun. También puede recibir Lowo Ifá Kan o Mano de Òrúnmìlà, donde obtendrá poderosos objetos sagrados que le brindarán apoyo y protección, sabrá el odù de Ifá que está relacionado con su destino y conocerá la identidad del òrìsà que le rige.
Como se mencionó anteriormente, estos pasos iniciáticos deben estar sustentados paralelamente con las consultas, para que los òrìsàs fiscalicen apropiadamente el avance de la persona, de esta manera se puede definir lo que las deidades desean que se haga para generar un ambiente armónico entre la persona y el ambiente que le rodea. Con lo antes expuesto se puede apreciar lo delicado que es ponerse en manos de una persona que no esté consagrada ya que es imposible que pueda tener contacto con estas deidades y en vez de hacer un bien al necesitado le puede crear otros problemas además de los que ya tiene.
Es apropiado que los iniciados estén bajo la tutela de la madrina o padrino, quienes son Òlòrìsàs o Babaláwos que en algún momento hicieron ceremonias sobre la persona. Estos están en la obligación de guiar a sus ahijados para ayudarlos a mejorar su vida en los aspectos siguientes: espiritual, mental, social y salud. Tanto la ceremonia de imposición de collares como la entrega de òrìsàs como: Èsù, Ajagun (Guerreros), Mano de Òrúnmìlà, Olókun, Ibeji, etc; representan un paso adelante en el mejoramiento de la persona en los planos anteriormente mencionados, no obstante, para obtener los beneficios antes señalados, se requiere que la persona transite por el camino del buen carácter, y para lograrlo es importante seguir los consejos transmitidos en los oráculos. Cabe destacar que los procedimientos deben realizarse estrictamente bajo rituales religiosos secretos, por lo tanto las personas que no estén consagradas como Òlòrìsàs o Babaláwos no pueden iniciar a ningún individuo en nombre de los òrìsàs porque simplemente carecen de los conocimientos y el nivel espiritual para realizar estas ceremonias. Después de haber sido iniciada a través de algunos de los rituales descritos anteriormente, la persona está preparada para consagrarse en Oosa, es decir, consagrar su Orí con el òrìsà que le corresponde.
Sin embargo debe esperar a que los oráculos determinen el momento adecuado para dar este importante paso, donde se integra la esencia del òrìsà a sus planos: físico, mental y espiritual. Esto se logra a través de una serie de ceremoniales especiales muy profundos donde se llaman a concilio las fuerzas de la naturaleza que por mandato de Dios van a consagrar a un nuevo Babalòrìsà u Iyalòrìsà. En estas ceremonias estarán presentes todos los òrìsàs conocidos en su aspecto espiritual, al igual que los Irunmole que se encuentran en los vientos, la luna, el sol, las estrellas, los bosques, el agua, la tierra, etc. También estarán presentes los padrinos, algunos Òlòrìsàs que colocarán su ashé en la consagración, un Babaláwo que no debe faltar para que la ceremonia reciba bendiciones desde el Cielo y sea completa, y el Obá-Oriaté, que siendo el maestro de ceremonia, será el encargado de realizar los rituales consagratorios gracias al gran conocimiento que tiene sobre la religión. Ya finalizada la ceremonia, la persona comenzará a disfrutar los beneficios que los òrìsàs le brindarán, siempre y cuando siga al pie de la letra los consejos que le darán en el itá, ceremonia donde se lee el porvenir a través del oráculo de los caracoles; allí le indicarán lo que debe hacer y lo que no, con la finalidad de mejorar su vida y evitar situaciones adversas. Hay que saber que el principio filosófico en la consagración de Oosa es el renacer a una nueva vida pero se deben seguir los consejos de los òrìsàs para que esto sea óptimo. Después de consagrada, la persona debe vivir bajo ciertas leyes y reglas, comenzando por el respeto hacia las deidades, los padrinos, los religiosos en general, la Humanidad, la Naturaleza y hacia si mismo.
Gracias a esta antigua religión se puede conseguir tranquilidad espiritual, salud, estabilidad, desenvolvimiento económico, conocimiento y muchas otras cosas que lograremos si la llevamos con respeto, amor, fe y devoción. Estas son las bases de cualquier religión seria, donde encontramos leyes específicas que debemos seguir y respetar para poder forjar un camino de luz hacia nuestro Creador. ■